TIMOCHENKO DICE QUE YA ENTREGÓ EL 30% DE SU ARSENAL. ¿PODEMOS CREERLE?
Los pactos Santos-Farc, que inventaron un mecanismo pro fariano para “verificar” a su manera ese desarme, no existen jurídicamente. El plebiscito del 2 de octubre de 2016 los abolió en su totalidad
Timochenko dice que ya entregó el 30% de su arsenal. ¿Podemos creerle?
Los pactos Santos-Farc, que inventaron un mecanismo pro fariano para “verificar” a su manera ese desarme, no existen jurídicamente. El plebiscito del 2 de octubre de 2016 los abolió en su totalidad
Por Eduardo Mackenzie
10 de junio de 2017
La página web de Radio Santafé, y otros medios de información, afirmaron ayer que la “guerrilla de las Farc ya entregó a la ONU el 30% de sus armas”. Ese titular presenta como un hecho confirmado algo que no es más que la afirmación del jefe de las Farc, Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko. ¿Cuándo será que los periodistas colombianos sabrán hacer la distinción entre la afirmación escueta de una fuente y un hecho cumplido?
Timochenko sólo ha hecho una frase. Faltan las pruebas de lo que él afirma. Hasta ahora nadie ha visto los famosos contenedores de la ONU repletos con el “30% del arsenal de armas que posee ese grupo subversivo”, como dicen los periodistas crédulos.
El mismo día, otro cabecilla de las Farc, alias Iván Márquez, daba a otra radio una cifra mayor, pero no la misma. Dijo que habían entregado “2 230 armas”, es decir el “31 %” del arsenal fariano. Mucho más prudente, la agencia francesa AFP dijo que ese dato era únicamente una “indicación dada por las Farc”.
Las alegaciones de Timochenko y de Márquez no inspiran confianza. ¿Quién puede creerles después de la montaña de mentiras que esos individuos han vertido a los medios durante el pretendido “proceso de paz”? ¿Dónde hay, al menos, una foto de ese embarque de armas? ¿Dónde está el testimonio circunstanciado de los funcionarios de la ONU encargados de constatar y protocolizar esa entrega de armas en las 26 zonas veredales y “puntos transitorios” donde se ha instalado una parte de las Farc?
¿Dónde están los periodistas que han sido testigos de esa entrega de armas? En ninguna parte. Nadie ha visto nada y nadie sabe nada, en realidad. La última vez que supimos de los funcionarios onusianos encargados de vigilar esa entrega fue la semana pasada: estaban en un restaurante en plena francachela con algunos jefes de las Farc. Varios ciudadanos que los descubrieron los interpelaron públicamente y les reprocharon, a gritos, tal complicidad con los jefes narco terroristas. Lo que hicieron los avergonzados funcionarios de la ONU fue salir corriendo en sus camionetas de vidrios opacos. Alguien filmó la escena y esas imágenes le dieron la vuelta al mundo.
Tras las revelaciones del Fiscal General, Néstor Humberto Martínez Neira, sobre el gigantesco botín de guerra que tienen bien oculto las Farc y que sus cabecillas niegan tener y que en realidad quieren utilizar no para indemnizar a sus víctimas sino para intoxicar al país con su desinformación masiva, Timochenko y los jefes de esa organización no saben cómo manipular las conciencias de la gente que los escucha. Según una radio bogotana, Timochenko aseguró: “Este [es] el comienzo efectivo de nuestro adiós a las armas, el 30 por ciento de nuestro armamento fue entregado a Naciones Unidas que lo ha depositado en sus contenedores y certificaran la dejación de armas de nuestros combatientes, jamás volveremos a emplear la violencia, nuestra única arma será la palabra, lo prometimos y lo estamos cumpliendo”. ¿Dónde está la certificación de la ONU? ¿Quién de la sociedad civil ha podido verificar ese cuento de los contenedores que contendrían ya “el 30% de las armas” de las Farc? ¿Qué tipo de armas han entregado? ¿Dónde están las listas de los registros de esas armas, con sus números respectivos? Nadie sabe nada.
Igualmente vago y obscuro es el calendario de la entrega del resto del material bélico de la banda. Tras la entrega invisible de ayer, el resto será, según Timochenko, así: “El 14 de junio, otro 30%. El 20 de junio, el restante 40%”.
Seamos serios. Mientras la Procuraduría General de la Nación y la Contraloría General de la República, y una delegación del Congreso de Colombia, con miembros del oficialismo y de la oposición, no vean la materialidad de esos supuestos contenedores repletos de armas, debidamente repertoriadas, nadie está autorizado a creer las afirmaciones alegres de Timochenko e Iván Márquez. Las Farc siguen más armadas que nunca.
La Procuraduría General de la Nación y la Contraloría General de la República son los organismos de control designados por la Constitución nacional, la auténtica y única, no el bodrio de 310 páginas que Farc-Santos quieren imponerle al país como nueva Constitución de manera arbitraria. La Fiscalía General también está llamada a ejercer funciones en este asunto. Como el desarme y el rearme de las organizaciones ilegales afectan los derechos fundamentales de la ciudadanía, la Fiscalía está en la obligación de “asegurar los elementos materiales probatorios, garantizando la cadena de custodia mientras se ejerce su contradicción”, dice el artículo 250, numeral 3, de la Constitución Nacional.
¿Qué los pactos Santos-Farc dicen que el Congreso y los organismos de control del Estado no pueden participar en la verificación del desarme de las Farc? Ese argumento no tiene peso. Los pactos Santos-Farc, que inventaron un mecanismo pro fariano para “verificar” a su manera ese desarme, no existen jurídicamente. El plebiscito del 2 de octubre de 2016 los abolió en su totalidad. Lo que siguió a esa abolición fue una grotesca escaramuza que jamás adquirió visos de legalidad. Luego la legislación que es aplicable en estas circunstancias es la Constitucional promulgada el 7 de julio de 1991.
Un diario de Medellin admitió que “hasta el momento, como señala el acuerdo, [las Farc] no han permitido el ingreso de ningún medio de comunicación o de civiles, a excepción de NC Noticias de las Farc, para documentar la recepción del arsenal.” Es decir, sólo las Farc han visto que las Farc están entregando sus armas. Que belleza. Esa gente espera que los colombianos tomemos en serio semejante circo.
Ese periódico detalló que los agentes de la ONU tomaron “algunos registros”, pero que en ninguno [de los que le mostró a la prensa] se ve el momento de la dejación de armas”. Parece que los guerrilleros temen que los fotografíen entregando los instrumentos con los que mataron, secuestraron y robaron a millones de colombianos. Para justificar la “sensibilidad” de esos matarifes el redactor agregó: “La entrega de armas, en términos militares, plantea la derrota del adversario”. La conclusión del diario sería entonces: las Farc sí están entregando las armas pero no quieren que los vean derrotados. Luego creamos lo que no vemos porque eso es lo que exige la banda narcoterrorista. Pues no. Que los organismos de control de Colombia y que el poder legislativo, y la prensa, verifiquen primero ese tema del desarme de las Farc. Después creeremos.
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