INTERNET Y LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
3 años hace Ricardo Puentes MeloEl globalismo permite la alharaca de la muchedumbre mientras no se sobrepasen. Es como permitir el cacareo de las gallinas que piensan que se salvarán de la olla o salvarán sus huevos de ser comidos
Por Ricardo Puentes Melo
Mayo 27 de 2022
@ricardopuentesm
ricardopuentes@periodismosinfronteras.com
Andreu Casero-Ripollés es un catedrático que escribe mucho sobre internet y cómo la red es garantía de libertad de expresión, de generación de contenido, de ruptura de cercos informáticos.
El profesor Andreu Casero adolece -o goza- de alguna de las dos posibles: ingenuidad o maldad.
Casero mezcla todo con todo, verdades con suposiciones y causas con efectos usando un muy bien diseñado vocabulario que proporciona, a cualquier lector desprevenido, un aire de fiabilidad. Comienza el catedrático argumentando que existe actualmente una apatía de la ciudadanía frente a la política -verdad a medias-, y que el Internet y las redes sociales han “despertado una nueva ola de entusiasmo” para “transformar la democracia y la política, al tiempo que compara los intentos de participación ciudadana con un “David”, frente a la institucionalidad que, para Casero es un “Goliat”.
Casero cae en el error – o lo provoca- de comparar la posibilidad de un ciudadano cualquiera que se expresa por Twitter con lo que él define como una “mayor participación en política”. ¡Qué engaño!
Que un ciudadano pueda publicar en las redes no significa que esté incidiendo en nada en la realidad política ni de España ni de ningún país. Las grandes HighTech son los nuevos censores de libertad de expresión y prensa. Cualquier ciudadano que se atreva a expresar su pensamiento en contra de lo que dicta la agenda globalista 2030 es inmediatamente censurado en cualquiera de las redes sociales por parte del Staff de dichas plataformas. Lo hemos visto y sufrido en Facebook, Twitter, YouTube, Instagram, por mencionar solo algunas. Quien se atreva a cuestionar los temas de las vacunas, o el control globalista del Foro Económico Mundial, George Soros, es de inmediato censurado, incluso, con el cierre de sus cuentas. Lo vimos en la “pandemia”, lo vimos cuando el robo a las elecciones norteamericanas a Trump, donde éste fue censurado (y sus cuentas cerradas) por los superpoderosos dueños de las HighTech, y lo observamos recientemente en la cuestión de la guerra Ucrania- Rusia.
No hay, como dice Casero, “expansión del flujo informativo”, sino un control autoritario y totalitario de la información que se permite o no publicar en las redes a las que este catedrático ve como la salvación de la libertad de expresión.
El contenido de la información que rueda por las redes no está, como dice Casero, produciendo información veraz, y mucho menos es una “autocomunicación de masas”. Eso es una tontería siquiera considerarlo. Lo que sí hay es una manipulación absoluta de la información; en las redes se publican verdades a medias con tintes de comedia para que los lectores no crean la verdad sino que nieguen cualquier posibilidad que vaya contra el nuevo “establishment” de este Nuevo Orden Mundial, que es el que suministra lo que las masas creen que es una realidad revelada en contra del sistema, generada por ciudadanos que “autocomunican”. Eso es una gran falacia.
La realidad es que toda la información es regulada, vigilada, dirigida por los dueños manipuladores de las grandes redes sociales. Ellos diseñan algoritmos para que cualquier usuario que proteste contra la manipulación y la mentira, sea de inmediato redirigido a los especialistas de cada red que evaluarán si se censura temporal o definitivamente.
Al respecto, en una entrevista que le hice a Ryan Hartwig, ex censurador en Facebook, él narra cómo era el procedimiento para determinar la censura sobre cualquier usuario. Básicamente nadie podía cuestionar el homosexualismo, la adopción gay ni nada de la agenda de género, nadie podía mencionar ciertos temas bíblicos porque de inmediato son acusados de “lenguaje de odio” y, por tanto censurados. Menos podría mencionarse el fraude contra Trump ni nada contra el Islam. En cambio, se podía atacar a los cristianos, y se podían publicar fotos y videos del Islam llamando a lastimar o asesinar cristianos. (Ver entrevista en https://www.youtube.com/watch?v=LCUgKdt0Ou4)
Y así en Twitter, Instagram… En todas las redes sociales.
Entonces, que Andreu Casero-Ripollés, usando un vocabulario tan grandilocuente y cargado de citas bibliográficas, trate de hacernos creer que existe la libertad de expresión en las redes sociales, y que éstas son la causa “del aumento de las posibilidades de contar con una opinión pública más discursiva, horizontal y autogestionada” es, en lenguaje castizo ibérico, una absoluta gilipollez de Casero Ripollés.
Con escritos como este texto en cuestión se siguen engañando a los estudiantes de comunicación social y periodismo, de ciencias de la información, que creen que un lenguaje florido y “académico” es sinónimo de verdad.
La élite no permitirá nunca que la ciudadanía “aumente” su participación real en política, definiendo destinos y votaciones. Hay que bajarse de esa nube. El globalismo permite la alharaca de la muchedumbre mientras no se sobrepasen. Es como permitir el cacareo de las gallinas que piensan que se salvarán de la olla o salvarán sus huevos de ser comidos.
Por eso, en el reciente Foro de Davos, donde se reunió la crema y nata de los poderosos, incluyendo los dueños y voceros de las HighTech, las redes sociales, Klaus Schwab habló claramente de que ellos (los poderosos participantes en el Encuentro en Davos 2022) son los que están “construyendo” el futuro, asegurando que la realidad no es fruto de la casualidad sino de la planeación. Inman Grant no se ruborizó cuando aseguró que es necesario “recalibrar el concepto de la libertad de expresión” en las redes.
Esto, porque, a pesar de la censura, se logró filtrar mucha información por Telegram (no censurado, hasta el momento) y WhatsApp desenmascarando las mentiras de los grandes laboratorios farmacéuticos y su responsabilidad frente a miles de muertes a causa de sus vacunas.
Así que las tecnologías digitales no son la “honda de David” que asegura Casero- Ripollés. No se trata, por tanto, de “saber usar” esas tecnologías, como asegura Casero, sino de estar conscientes que son el gigante Goliat y no el pequeño David, como asegura el catedrático de la Universidad de Barcelona, un alma mater al servicio de los filisteos.
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