LA VERDAD DEL VIAJE DE PETRO A CUBA

“La enfermedad es la cobertura para recibir las instrucciones para la toma del poder, de lo cual te hablamos hace un tiempo. Petro será el presidente de Colombia. Anota esto: INEXORABLEMENTE”: Fuente de inteligencia cubanoamericana

La imagen desaliñada que mostró Petro públicamente, no fue casualidad. Fue planeada para hacer creer que, de verdad, Petro está enfermo

Ricardo Puentes Melo

Por Ricardo Puentes Melo
Abril 27 de 2020
@ricardopuentesm
ricardopuentes@periodismosinfronteras.com

Una y otra vez hemos advertido, sin equivocarnos en nada, sobre los pasos agigantados con los que nuestro país rueda hacia el camino del no retorno, el abismo del comunismo abierto y descarado. Nos hemos adelantado a esos pasos desde estas páginas y hemos difundido anticipadamente los planes del castrismo por las redes sociales. Pero los colombianos, la mayoría imbécil, sigue bajo el embrujo de Álvaro Uribe, el farsante que, aún expuesto como lo que es, sigue engañando con sus dotes de ilusionista a los paisanos analfabetas.

En su momento indicamos que Gustavo Petro sería inflado por la élite uribista (toda maoísta) para justificar la necesidad de votar por un impresentable mental como sigue siendo Iván Duque. Nadie creyó, como nadie creyó en su momento -hasta que ya fue tarde- que Juan Manuel Santos era una ficha castrista. Tampoco nadie creyó sobre el izquierdismo de Duque, y hasta el día de hoy siguen tratando, mediante técnicas mentales onanistas, de autoconvencerse de que Duque es un iluminado mental, un estadista que afianza todo lo que Santos dejó para favorecer al narcoterrorismo marxista porque “tiene las manos amarradas”, “fue a sus espaldas”, “se acaba de enterar” o cualquier otra excusa producto de  la estupidez y la veneración criolla que forman su santoral con un Pablo Escobar, un Gonzalo Rodríguez, un Carlos Castaño o un Álvaro Uribe.

Iván Duque y Alfredo Rangel, congresistas de izquierda en el CD, junto a Antonio Navarro Wolf, terrorista del M19

Informamos, antes de la fecha del plebiscito, que, pasara lo que pasara, los acuerdos seguirían adelante; y así sucedió. Contamos que la candidatura de Iván Duque estaba apoyada por las FARC, George Soros, los Castro y los narcos, y así se comprobó; anticipamos que Duque sería el encargado de apuntalar los acuerdos malditos de La Habana, y así sucedió. Destapamos el hecho de Álvaro Uribe había negociado la victoria del NO a cambio de unos beneficios de impunidad para su familia, pero que el mayor interés era cumplir la agenda trazada por la Fundación Buen Gobierno (creada por Juan Manuel Santos por orden de Fidel); agenda de la que el mismo Uribe fue partícipe. Y no fuimos escuchados más que por unos pocos.

Aunque dijimos una y otra vez, antes de la elección de Duque como candidato único, que alguien muy cercano a Uribe había viajado a Cuba para ultimar detalles de la entrega definitiva del país a los pies de Castro, solo después de su unción como presidente, descubrimos que había sido el mismísimo Iván Duque el enviado de Uribe para pedir impunidad para su familia y clamar por su propia vida, a cambio de apoyar la candidatura de Iván Duque. Porque Duque siempre fue el candidato de Santos, las FARC y Castro. Y Uribe está convencido de que su traición al marxismo, el haber combatido a las FARC, será perdonada. Y no será así. Pero ese es otro tema.

En su momento, mucho antes de que Iván Duque fuera elevado a las alturas por el uribismo, incluidos personajes de “derecha” del Centro Democrático que lo apoyan hasta el día de hoy a cambio de contraticos, puestos y negociados, nuestras fuentes de inteligencia cubano americanas nos dijeron que la caída de Colombia ante Castro era “irreversible”. Por supuesto, me negué a creer que no había esperanza. Y aún lo creo.

-Ya verás- me contestaron- Petro es el elegido. Aún no están maduradas las condiciones para que Colombia clame por un Petro- pero ya sabes cómo actúan los Castro y el G2. Lo que se proponen lo sacan adelante. Impusieron a Duque e impondrán a Petro

Pero ese término, “irreversible”, cada día se afianza más y más. En aquella época me dijeron que Gustavo Petro era el elegido para suceder el gobierno de transición del uribismo. Me reí a carcajadas de lo que pensaba yo que era un disparate total.

-Gustavo Petro es un subhumano infame que no cuenta con más de 500 mil votos -les dije.

-Ya verás- me contestaron- Petro es el elegido. Aún no están maduradas las condiciones para que Colombia clame por un Petro- pero ya sabes cómo actúan los Castro y el G2. Lo que se proponen lo sacan adelante. Impusieron a Duque e impondrán a Petro.

El disparate se concreta.

Esas mismas fuentes me revelaron el verdadero motivo del viaje de Gustavo Petro a Cuba.

Se conoció que el 18 de marzo, Gustavo Petro viajó a Cuba bajo la excusa de tratarse un cáncer de esófago. Sin embargo, a pesar de que Petro se había hecho revisar en la Clínica Fundación Santa Fe y en la Colombia, y de inmediato había salido a los medios a informar que tenía cáncer, no contó con que se filtrara un audio del Dr. Sierra, conocedor de los resultados de los exámenes y biopsia que se le tomaron al bandido, donde decía que eso del “cáncer de Petro es pura paja. Él no tiene nada”.

Lo planeado era que Petro anunciara su cáncer y que viajara a Cuba para recibir tratamiento. Y, aunque el audio del Dr. Sierra se hizo viral, Castro y Petro siguieron adelante con el libreto. Lo importante era justificar ese viaje en plena “pandemia del coronavirus” para lo que realmente iba a hacer Petro en la isla.

Petro reunido con las FARC en Cuba, en uno de sus viajes a la isla

¿Cuál era el verdadero motivo del viaje de Gustavo Petro?

Una ridícula ceremonia de santería para ungirlo como el próximo presidente de Colombia. Ceremonia llena de menjurjes y carajadas que, aunque burlescas para nosotros, para esas huestes demoniaca tiene la mayor solemnidad. Ceremonia de la que participaron en su momento Iván Duque y Juan Manuel Santos. Y Álvaro Uribe en la Sierra Nevada de Santa Marta, quien prefirió la “unción” de chamanes a la de los santeros.

El asunto es que el Foro de Sao Paulo ya decidió que el próximo gobernante de Colombia será Gustavo Petro, a menos que ocurra antes un milagro.

Si antes usaron la palabra “irreversible” con la decisión de elegir a Duque, ahora mis fuentes cubanoamericanas me dijeron: “Anota esta palabra: “INEXORABLEMENTE” Petro ha sido elegido para continuar el proceso”.

Este proceso se inició, como dije, hace muchos años. El mismo Álvaro Uribe fue designado y pagado por el narcomarxismo que sacó adelante la Constitución del 91 para que defendiera, desde el Congreso, el indulto para el M-19, un grupo criminal que siempre acompañó y apoyó todas las aspiraciones políticas del dirigente antioqueño. Grupo del cual forma parte Gustavo Petro.

Uribe siempre estuvo rodeado y asesorado por los terroristas de diversas vertientes: FARC, ELN, EPL y, por supuesto el M19, todos grupos formados por el Partido Comunista Colombiano. Desde sus primeros pasos en la política militó en el ala izquierdista del Partido Liberal, al lado de Samper, Serpa y López. Como anecdotario, para la campaña presidencial donde fue elegido Uribe, López Michelsen apoyó a Horacio Serpa, mientras que López Caballero, su hijo (y dueño de Semana), decidió apoyar a Uribe Vélez. ¿Altercados familiares? De ninguna manera; estrategia porque cualquiera que saliera elegido serviría a la causa. Los Castro preferían a Uribe por su imagen de combativo contra las FARC, mientras que a López Michelsen le gustaba más la lealtad de Serpa que la ya famosa inclinación de Uribe a traicionar a sus amigos.

Alfonso López Michelsen, fundador del MRL, elegido con dineros de Pablo Escobar, vaticinó -tras conocer a Uribe- que "este muchacho será presidente"

El hecho es que luego de Uribe y sus dos periodos presidenciales, diseñados por la Fundación Buen Gobierno, el elegido sería Juan Manuel Santos. Nadie sospechó en el uribismo que Santos los traicionaría negándoles los puesticos y contratos que esperaba Uribe, y que, en cambio, llevara su propio equipo a la presidencia para consolidar su propia casta política y desprenderse del influjo de Uribe. Ni siquiera el mismo José Obdulio Gaviria, quien sigue negándose a la realidad de que Juan Manuel Santos los superó en astucia, vio venir la patada en el trasero que les propinó. Obdulio, siendo aún consejero presidencial, se pavoneaba por los pasillos de la Casa de Nariño prometiendo a sus allegados ministerios, direcciones de Institutos. A Paola Holguín le aseguró que ella sería la próxima presidente de Colombia, después de Santos.

Después de más de un año esperando que Santos les entregara algunos ministerios y cuotas de poder, Álvaro Uribe se dio cuenta de que eso jamás pasaría, y se arma el nuevo partido para engañar colombianos: El Centro Democrático. Con este partido nuevo, Uribe no tenía las intenciones de apartarse de la agenda del Foro de Sao Paulo, sino disputar con Santos el derecho a elegir la ficha que pondría a Colombia en la recta definitiva hacia un socialismo abiertamente profesado.

La ficha de Juan Manuel Santos era Iván Duque. Álvaro Uribe lo sabía y por eso lo cobijó bajo sus alas. Fabio Echeverri fue el de la idea de hacerlo. Por eso es que Uribe, tan pronto tuvo la oportunidad, lleva a Iván Duque a trabajar con él en la comisión de la ONU, y de ahí en adelante le roba el padrinazgo del tonto mozalbete a Santos. Con la fundación del Centro Democrático, Uribe coloca en la lista preferencial del Senado a este perfecto desconocido que no tenía más mérito que haber diseñado en el gobierno de Pastrana, y como miembro del equipo de Juan Manuel Santos (ministro de Hacienda), la legalización del robo del erario que se conoció como “los cupos indicativos”, y luego el haber servido en el BID agendando almuerzos y organizando cosillas como exposiciones de arte ahí mismo.

Luigi Echeverri e Iván Duque

Lo que buscaba Uribe manejando a Duque, además de controlar de nuevo el panorama político de Colombia y vengar la humillación de Santos, era también negociar las impunidades para su familia y para él mismo.  Él siempre ha sabido que todo el plomo que le dio a las FARC, aunque justificado porque esa banda le asesinó a su padre, no sería perdonado fácilmente por Cuba, y por eso su carta para continuar vigente fue Iván Duque, el candidato de Cuba, Santos y las FARC.

Uribe se niega a reconocer que Cuba, tarde o temprano, cobrará venganza por ello. Castro jamás le perdonará a Uribe la traición hacia quienes, hasta antes de la muerte de su padre, fueron sus pares ideológicos.

Entonces, se designa a Iván Duque como el encargado de ese gobierno de transición. Éste viaja a Cuba, se reúnen con los cabecillas internacionales comunistas y Uribe se encarga de imponer al mentecato empleado del BID por encima de otros candidatos que gozaban de buena imagen frente a los uribistas de derecha. Se hicieron las trampas necesarias, se falsearon encuestas, se falsificaron tarjetones, todo de la manera más descarada, pero los uribistas “de derechas” callaron cobardemente esperando ver cumplidas las promesas de puestos y contratos. Se vendieron.

Todo ese proceso, incluso desde antes de echarse a andar, lo denunciamos anticipadamente en Periodismo Sin Fronteras, y todo se ha cumplido al pie de la letra.

Para que Iván Duque se creciera como “paladín” anti izquierdista, había que inventarle un “coco” que asustara a los colombianos con la posibilidad del “castrochavismo”. Y ese “coco” fue Gustavo Petro. Y eso también lo anticipamos en este portal.

Petro, un bandido que no había obtenido más de 730.000 votos para su alcaldía, amigo de Chávez, receptor de los petrodólares de Venezuela, terrorista indultado por Uribe, parecía ser el mejor candidato para la parodia. Sin embargo, la pésima gestión que había tenido frente a la Alcaldía de Bogotá, con todos los robos, la corrupción y la ineficiencia, era un problema que había que resolver.

Iván Duque siempre ha admirado a Gustavo Petro

Castro, que ha sido siempre un brillante estratega, sabía que ese reciente pasado de Petro no tendría ninguna incidencia en la mente amnésica de los colombianos, y en cambio podría ser una manera de dividir al país en dos grandes vertientes, ambas bajo el poder de Cuba: el uribismo (con su pantomima de derechismo), y el petrismo, que recepcionaría todo el malestar de quienes erróneamente relacionan a Uribe con la derecha y, por tanto, con sus excesos de corrupción, sus nexos innegables con el narcoterrorismo y con el paramilitarismo, grupo de narcobandidos mal identificados con los ideales de la derecha.

Así, Gustavo Petro, de quien Iván Duque siempre se reconoció como un ferviente admirador, viajó a Cuba y allí aceptó ser parte del show, siempre y cuando él fuera designado como el siguiente presidente. Y allí se pactó todo, con el conocimiento y aceptación de Uribe y Duque. Everth Bustamante viajó a Cuba a finiquitar algunos detalles de la parodia y a reconciliarse con Petro, su antiguo pupilo y cómplice de tantas matanzas. Y el asunto se selló definitivamente.

Para mí era inconcebible que Duque fuera elegido presidente. Y cuando supe de los planes de subir a Petro, me pareció lo más ridículo que había escuchado, y así se lo manifesté a mis fuentes. Pero el observar cómo los medios manejaron el asunto, como encumbraron a Petro a las alturas de un estadista, a pesar de la pésima gestión que hizo como alcalde, todo eso hizo que mi perplejidad se acostumbrara a lo absurdo de la política colombiana.

Castro, que ha sido siempre un brillante estratega, sabía que ese reciente pasado de Petro no tendría ninguna incidencia en la mente amnésica de los colombianos, y en cambio podría ser una manera de dividir al país en dos grandes vertientes, ambas bajo el poder de Cuba: el uribismo (con su pantomima de derechismo), y el petrismo

Por ello, cuando nuevamente mis fuentes cubanoamericanas me confirmaron los rituales de confirmación con los cuales ungieron a Petro como el próximo presidente de Colombia, ya creo que así será.

“La enfermedad es la cobertura para recibir las instrucciones para la toma del poder, de lo cual te hablamos hace un tiempo. Petro será el presidente de Colombia. Anota esto: INEXORABLEMENTE”.

Aunque aún deben suceder ciertas cosas, así será. Petro deberá demostrar su fidelidad total a Cuba porque, de lo contrario, “le pueden cambiar su estado de salud, como a Hugo Chávez”, dijo mi fuente.

Lo que está haciendo Petro en Cuba, además los ritos santeros, es recibir el curso de Capacitación de Cuadros en la escuela del PCC, en una CC (Casa de Confianza del G2).

Se ha reunido con los cabecillas del ELN, ya que liderará el diálogo de paz con esa banda, y también ha sostenido reuniones frecuentes con Miguel Díaz Canel y José Ramón Machado Ventura; éste último es el encargado de Petro, es quien ha sido nombrado responsable de que Petro tenga éxito en esto.

También se ha reunido con el expresidente de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, quien es enlace entre Colombia y Cuba.

Este es el futuro de Colombia, anunciado muchas veces desde esta trinchera.

¿Qué haremos?

Además de encomendarnos a Dios, también, junto a un grupo de importantes patriotas cristianos, hemos presentado una propuesta alternativa de cambio en Colombia, no un falso cambio sino uno real, basado en principios cristianos, los únicos que realmente solucionarán la mayoría de nuestras falencias: Nueva República.

El camino es difícil, pero lo estamos transitando.

Dios proteja a Colombia.

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