LAS CINCO REFORMAS EN GEORGIA

El verdadero milagro no es el rendimiento en la economía libre, sino el que genera las instituciones apropiadas para tenerla

Mijeil Saakashvili

Las cinco reformas en Georgia

El verdadero milagro no es el rendimiento en la economía libre, sino el que genera las instituciones apropiadas para tenerla

Alberto Mansueti

Por Alberto Mansueti
Junio 18 de 2018
@MansuetiAlberto

¿Es posible para un país multiplicar por cuatro su PIB per cápita en sólo una década? Claro, en la República de Georgia, saltó de U$S 950 a 3.600, ajustados a la inflación, entre 2003 y 2013. Con la consiguiente reducción de la pobreza, y ensanchamiento de la clase media.

De que se puede, se puede. En 2002 Georgia estaba en el puesto No. 112 en el Índice de Libertad Económica de Heritage y Wall Street Journal; tras una década, se puso en el No. 8. En “facilidad para hacer negocios” pasó de ser uno de los diez peores países, a ser uno de los diez mejores. La deuda en total bajó del 60 % del PIB, al 40 %; y los déficits, a casi cero. ¿Y la recaudación fiscal? Subió desde el 7,1 % hasta el 24,1 % del PIB; pero no por aumento de impuestos, sino de producción y riqueza: se eliminaron 15 tipos tributarios, y los pocos que quedaron, se simplificaron, reducidos al mínimo.

Georgia, un país que destaca por el contraste entre las construcciones soviéticas, y las creaciones modernas actuales

Georgia es un país situado sobre el Mar Negro; su capital es Tiflis. Anexada por Rusia soviética en 1921, fue una de las 15 repúblicas de la U.R.S.S., por 70 años, nada menos, de opresión, de pobreza y de corrupción. Hasta que el 9 de abril de 1991, tras el colapso del sovietismo, reconquistó su libertad. Como muchos países postcomunistas, sufrió disturbios civiles, guerras y crisis económicas en los ’90; pero tras la “Revolución de las Rosas”, 2003, se hicieron extensas y profundas reformas en pro del libre mercado, pese a las tenaces resistencias de los enemigos del capitalismo: los nostálgicos del comunismo, y los simpatizantes de “la vía media”, en su mayoría cristianos despistados.

Otra dato: derogadas las leyes contrarias, la inversión extranjera directa creció del 0,5 % al 10 % del PIB. Y un ejemplo “iluminador”: sólo el 30 % de la gente tenía acceso a la electricidad bajo el régimen moscovita. Las aperturas y privatizaciones, con las inversiones privadas en generación y distribución de energía, subieron la cifra, hasta alcanzar casi el 100 % de la población georgiana.

En 2003 se puso en vigor la Zona de Libre Comercio entre los países de “GUAM”, la organización regional así nombrada por sus cuatro miembros: Georgia, Ucrania, Azerbaiyán y Moldavia; aunque además, como observadores, están presentes Turquía y Letonia. Importante detalle: GUAM no es solamente una alianza entre países, sino entre religiones: nexos hay tendidos entre los cristianos ortodoxos y los musulmanes del área, que obviamente no son terroristas.

Georgia

Y más aleccionador: las “reformas de libre mercado” en Georgia no se quedaron en economía y finanzas; también hubo privatizaciones y desregulaciones en la educación, la atención médica y las jubilaciones, con apoyo para los más pobres en el lapso de transición. El proceso de cambio, llamado “des-sovietización”, fue completo; no a medias y con tibieza. Así, los empleados públicos despedidos, más de la mitad, encontraron mejores ocupaciones en los pujantes sectores privados. Aunque muchos funcionarios fueron a la cárcel, porque se impusieron severas penas para la corrupción; pero se hizo algo mucho mejor: suprimir la permisería, y separar quirúrgicamente al sector público de los privados, eliminando así de raíz todas las oportunidades y puertas abiertas a las coimas, sobreprecios y demás negocios turbios al amparo del estatismo.

Pregunta: ¿por qué no informan sobre este tema los periódicos, revistas, radio y TV? Respuesta: porque sus periodistas son casi todos de izquierda, salidos de Escuelas de Comunicación Social, que realmente son “Escuelas de Indoctrinación Social” comunista. No hablan de los éxitos del capitalismo, y menos sobre los factores impulsores, que son de naturaleza política: un liderazgo, un partido, y un Programa-compromiso muy claro y bien presentado, por los cambios democráticos y económicos.

Gorbachev y Edvard Shevardnadze

(1) La “Revolución de las Rosas”, en 2003, concluyó con la dimisión forzada del “moderado” y “centrista” Presidente Edvard Shevardnadze. El líder de aquellas heroicas aunque sangrientas jornadas fue Mijeil Saakashvili, abogado y político, nacido en 1967, dos veces Presidente: de 2004 a 2007, y por segunda vez, de 2008 a 2013. Ha sido y es muy criticado, calumniado y perseguido, como corresponde a los genuinos reformadores.

(2) El Partido es el Movimiento Nacional Unido; en georgiano: Ertiani Nazionaluri Modsraoba, ENM, y gobernó entre 2004 y 2012, fundado en 2001 por Saakashvili. Favorecía los principios de seguridad, orden público y libre mercado; asimismo vínculos más estrechos con la OTAN y la Unión Europea, y la restauración del control nacional sobre los separatistas de Abjasia y Osetia del Sur. Sus dirigentes se autodefinieron como “liberal-conservadores”; y el día 4 de enero de 2004, ganaron las elecciones presidenciales, con más del 96 % de los votos emitidos. Con 36 años, Saakashvili se convirtió así en el presidente más joven de Europa. El 5 de febrero, el ENM hizo alianza con “Demócratas Unidos” para dar mayor base al futuro gobierno; la nueva organización conservó su nombre de ENM, pero el grupo parlamentario se llamó “Movimiento Nacional-Demócrata”.

(3) ¿Cuál fue ese Programa electoral? ¿Disimularon sus principios o sus intenciones reformistas? ¡Pues no! Dijeron claramente lo que se proponían: romper totalmente con el pasado comunista, acabar con la pobreza y el separatismo, y enrumbar el país por el camino del capitalismo liberal. Incluyendo relaciones con EE.UU. y Occidente; pero aclarando que no habría malas relaciones con Rusia y Putin.

Sin hacer trampas y sin engañar a nadie sobre sus propósitos, estos liberales obtuvieron 1.692.728 votos sobre 1.762.972 electores inscritos; y los otros cinco candidatos, sumados todos ellos, dos de izquierda, dos “centristas”, y un cripto-neo-nazi, no llegaron al 5 %. ¡Histórico!

Todo el mundo sabía que eran liberales clásicos y a la vez conservadores. Y que la nueva bandera sería aquella “de las cinco cruces”, con la “Cruz de San Jorge” en el centro, tras quinientos años en desuso, emblema del “Reino de Georgia” en la Edad Media, establecida por Jorge V, “el Espléndido”, coronado en 1314. Y así fue. Lo que no se realizó fue el retorno a la monarquía (constitucional, por supuesto), al que muchos aspiraban, porque el candidato al trono tuvo la mala ocurrencia de fallecer. Después los georgianos estuvieron ocupados haciendo negocios y fortuna en “la nueva economía” (y la “guerra de los 5 días” con Rusia, 2008), y no se habló más del asunto.

Los “tanques de pensamiento” liberales informan profusamente sobre los números del crecimiento económico; pero nada dicen del verdadero “milagro”, que no es económico sino político. No es milagro crear prosperidad y riqueza, si hay libertades económicas, como dice la Escuela Austríaca. Y tampoco es milagro que haya libertades económicas, si se quitan de en medio todas las leyes que hacen del marco jurídico una traba, como dice la Escuela “Neo-Institucionalista”.

El verdadero milagro no es el rendimiento en la economía libre, sino el que genera las instituciones apropiadas para tenerla. Está antes y detrás de las reformas, y las lleva a la práctica. Es el milagro de crear un movimiento social reformador, y un partido político liberal capaz de guiarlo y sostenerlo, de reunir votos para ganar elecciones, y lograrlo, a pesar de tantos obstáculos de todo orden, enormes piedras de tropiezo y dificultades, en ambientes tan hostiles y predispuestos en contrario.

Eso sí que es harto difícil, digamos, casi imposible. ¡Ese es el “milagro”!

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