LAS CINCO REFORMAS
Instrumentos del marxismo cultural son el ecologismo y el indigenismo, el feminismo, el cristianismo de izquierdas y la alianza con el jihadismo, el homosexualismo político y, en casos como Venezuela, el militarismo
Las cinco reformas
Entrevista a Alberto Mansueti*
El “Neo” liberalismo es mercantilismo; y el castro-chavismo es comunismo
Mansueti asegura que instrumentos del marxismo cultural son el ecologismo y el indigenismo, el feminismo, el cristianismo de izquierdas y la alianza con el jihadismo (que no es la religión islámica), el homosexualismo político (que no es la mera homosexualidad), y en casos como Venezuela, el militarismo. Y la destrucción de la educación tal como la conocemos en Occidente, sustituida por un tenaz adoctrinamiento en la irónicamente llamada “Política Correcta”.
P: Muchas gracias por la entrevista, pero vamos por partes. ¿Qué es el “Neo” liberalismo?
AM: Decir “El Neoliberalismo no existe” no sirve. Porque existe: es el “Consenso de Washington” aplicado. Hay que explicarlo, criticarlo, por lo malo y no por lo poco bueno; y sobre todo: ofrecer una mejor opción.
En los años ’80, el economista John Williamson publicó el libro “IMF Conditionality”, que por vez primera exponía el recetario que sería el “Washington Consensus”. Enunciado como un Decálogo, en diez verbos, los cinco primeros eran para el sector público: (1) Imponer disciplina fiscal y equilibrar el Presupuesto; (2) Reducir las tasas de impuestos para aumentar la recaudación total; (3) Reorientar el gasto público hacia atención médica básica, educación primaria e infraestructura; (4) Liberalizar tasas de intereses; (5) Mantener un tipo de cambio “competitivo”.
Y los cinco restantes para los sectores privados: (6) Eliminar restricciones no arancelarias para las importaciones, y gradualmente reducir aranceles hasta un promedio de 10% a 20%; (7) Liberalizar la inversión extranjera directa; (8) Privatizar empresas estatales; (9) Eliminar barreras al ingreso y salida en los mercados, reduciendo trabas legales; (10) Fortalecer los derechos de propiedad privada.
P: ¿Pero esos “Diez Mandamientos” son bueno o son malos?
AM: Algunos son malos; otros son regulares o discutibles, en sí mismos o en sus consecuencias; y otros son regulares y hasta buenos, pero no como se interpretaron y aplicaron. Y seguro fueron insuficientes: no atacaron los males de fondo, no hicieron reformas estructurales. Si a un enfermo le duele la cabeza por un tumor cerebral, hay que removerlo, extirparlo quirúrgicamente, aunque mientras tanto la bolsa de hielo en la frente puede mitigar el dolor. Pero no cura.
P: ¿Ejemplos?
AM: Podemos ir punto por punto. La disciplina fiscal (1-2) es sana, pero recortando los gastos estatales, no engrosando los impuestos. La jerarquización de las funciones estatales (3) es imprescindible, y claro que son propias del gobierno las obras de infraestructura, mas no las tareas de educar y curar, que son de los privados; y en todo caso, para ayuda estatal a los más pobres en educación y atención médica, el sistema de cupones es harto mejor, como proponemos en las Cinco Reformas. Ahora, la manipulación “a dedo” del tipo de interés por los Gobiernos (4) no es buena; tampoco del tipo de cambio (5).
La apertura a las importaciones (6) es buena, pero ¿por qué no arancel cero? Es bueno desregular los mercados y la inversión extranjera (9 y 7), pero ¿por qué no liberalizar por completo toda inversión, externa, nacional o repatriada, y también ahorro, trabajo, y la economía entera? Privatizar las empresas estatales (8) es muy bueno, pero hay que desreglamentar, porque de otro modo se convierten monopolios estatales en monopolios privados, que fue lo que se hizo, y estuvo muy mal, porque el monopolio va de frente contra el derecho de propiedad, muy bueno, que se dice querer fortalecer (10).
P: ¿No se dictaron leyes anti-monopolios?
AM: Pésimas. Definieron como “monopolio” la empresa grande, o la empresa sola en un mercado, y no es eso, es la empresa que goza de privilegios especiales en impuestos, insumos, materias primas, aduanas, bancos, seguros, transporte, relaciones laborales, etc., … dados como gracia por Gobiernos y Congresos. Eso hubo y hay ahora. El “Neo” liberalismo puede también definirse como “capitalismo de amigotes”, del que hubo mucho en los ’90, y sigue habiendo.
P: ¿Cómo aplicaron en la práctica ese “Consenso”?
AM: Hubo reformas económicas muy fragmentarias y parciales, tímidas, muy poco liberales, y ejecutadas por los Gobiernos, el FMI, el Banco Mundial y Universidades asociadas, en beneficio exclusivo de viejas y nuevas oligarquías mercantilistas. De liberalismo clásico poco y nada.
Los Gobiernos no redujeron drásticamente sus funciones. En consecuencia tampoco sus competencias, controles, poderes, prerrogativas, tamaño ni presupuesto. Mucho menos su personal, ni el endeudamiento público. Las privatizaciones fueron fiscalistas y capitalizaron a los Gobiernos. Los monopolios estatales fueron privatizados “a precio de gallina gorda”, sin dejar de ser monopolios, sólo para grandes complejos empresariales y consorcios internacionales, apalancados por grandes bancos, con precios muy por encima del real valor de mercado de sus activos. Después las empresas recuperaron sus enormes inversiones con elevadas tarifas para usuarios y consumidores, tan pobres como antes, o más.
En moneda, banca y finanzas, los Gobiernos no aceptaron eliminar la inflación como medio de pagar sus facturas, sólo reducirla. Por ello se siguió con la emisión de papel sin respaldo real (metálico u otro) y la banca de reserva fraccionaria; y con las tasas de interés manipuladas a la baja artificial, estimulando el endeudamiento. La inflación fue reemplazada en parte por el IVA y otros tributos, y sustituidos los aranceles por “derechos antidumping”, pero la presión tributaria no se redujo: al contrario. Y con las “devaluaciones competitivas” se siguió empobreciendo a la población.
Muy pocas leyes malas derogaron; al contrario: dictaron más, subiendo la presión reglamentarista. A los monopolios privados se les encuadraron en decretos y “Superintendencias”, pero no en la disciplina férrea de la competencia abierta.
P: ¿Y la apertura al exterior?
AM: Dirigida y controlada por el Estado. El viejo modelo “cepalista”, de “crecimiento hacia adentro” sacrificio de la exportación en pro del mercado interno, se cambió por el contrario de “crecimiento hacia afuera” pero siempre bajo la égida del Estado, el actor principal: sacrificio del mercado interno en pro de la exportación, pero bajo la planificación y dirección central del estado. Sólo cambiaron los objetivos, las modalidades y los sectores protegidos, pero no el “proteccionismo”.
P: ¿En resumen?
AM: Los cambios fueron cosméticos, raquíticos, tímidos y muy lejos del verdadero libre mercado. Sus consecuencias devastadoras y sus estrepitosos fracasos pavimentaron a las izquierdas su retorno al poder. Poco y nada del liberalismo; más bien ”Neo-mercantilismo”, o “la misma gata pero revolcada”.
En Latinoamérica le cambiamos el nombre a las cosas y a las ideas. Y esto puede ser para desprestigiarlas, como llamar “Neo liberalismo” al Neoestatismo, para desacreditar al liberalismo (clásico); o al contrario, para proteger las ideas malas, como llamar p. ej. en Argentina “peronismo” al socialismo, para protegerlo, o en Perú llamarle “aprismo” o “velazquismo”, por igual razón, o llamarle “castro-chavismo” al comunismo.
P: ¿Y qué pasa con la justicia corrupta?
AM: Sigue igual. Por eso nuestra propuesta es la siguiente: Cinco Reformas, para cambiar el sistema. Nosotros somos la verdadera opción anti-sistema.
El País Viejo se encarna en un sistema, el de las leyes malas. Para salir del País Viejo hay que poner congresistas liberales en el Parlamento, para derogar todas las leyes malas que impiden las reformas necesarias, que son (1) la reforma política para poner al Gobierno en su lugar, depurar la justicia, las fuerzas armadas, la policía, y la contratación de obras de infraestructura; y para poner a los partidos a competir. Al mismo tiempo (2) la reforma de la economía, de la banca y finanzas, para incrementar la productividad, la riqueza, el bienestar material, los ingresos reales y ahorros; (3) la reforma educativa, para diversificar la oferta y elevar la calidad; (4) la reforma de la salud, para ponerla en manos de los médicos y enfermeras, no del Estado; (5) la reforma de las jubilaciones y pensiones, para tener prestaciones dignas.
Pero deben ser simultáneas, como explica el “Manifiesto Liberal”, porque son complementarias. Para tener efecto, no se puede hacer una sola o dos y dejar las otras para más adelante, “cuando haya piso político”. Eso muchas veces se ha ensayado y no sirve.
P: ¿Y levantar la “Prohibición de la Droga”?
AM: Así es, porque no ha funcionado, y ha creado males peores que los que pretendía remediar. Pero no de forma aislada sino en el contexto de las Cinco Reformas, para que la juventud tenga mejores opciones de estudio y de trabajo e incluso de esparcimiento en vez de la droga.
P: La clase media sufre, los jóvenes no pueden estudiar; y si estudian no pueden encontrar empleos…
AM: Suena duro, pero este desastre es resultado de las pésimas consecuencias de malas opciones de hace 40 o 60 años, en la generación de nuestros padres y abuelos, que comenzaron a experimentar con recetas socialistas como las de Keynes, sin considerar sus consecuencias probables, sobre todo a largo plazo. “En el largo plazo todos estaremos muertos” decía Keynes. Y verdad: él y los de su generación están muertos. Pero sus hijos y nietos, estamos vivos, y padeciendo las consecuencias de sus políticas que nos limitan enormemente en nuestras opciones.
Mucha gente que rechaza la Biblia es por la doctrina del pecado original: les parece injusto que los hijos sean castigados por malas decisiones de sus padres. Pues lo injusto no es la Biblia, ¡es la vida! Lo corriente y más probable es que los hijos y descendientes paguemos por malas decisiones de padres y ancestros. Lo raro, infrecuente e improbable es lo contrario, y que nuestros sucesores puedan escaparse de pagar por nuestras malas decisiones.
La Biblia lo que da son explicaciones de esto, y de otros hechos de la vida. Y enseña a verlos desde una perspectiva generacional y no sólo “actualista” o “presentista”, y a tomar las decisiones mirando no sólo nuestros intereses inmediatos, sino además los de nuestros hijos y nietos.
P: ¿Cómo es ese “homosexualismo político” que no es la mera homosexualidad?
AM: (1) Homosexualidad es un hecho de la vida, una conducta que muchos consideramos anti-natural e inmoral, y otros no. Ese comportamiento, que cada quien juzgue; por eso creemos que el Estado no debe criminalizar ni perseguir; no debe ser delito. (2) “Homosexualismo político” es la Agenda de promoción activa y agresiva del “gaycismo”; eso tampoco debe hacer el Estado, pero lo hace ahora, en las escuelas públicas, por ej., de modo compulsivo y obligatorio, con sus ONGs, inventando el delito de “homofobia”. Eso está mal, como ir a orinarse en las puertas de las iglesias!
La educación debe ser privada, porque los padres deben escoger para sus hijos aquella enseñanza que quieran, p. ej. bíblica, judía o cristiana, o p. ej. laica, sin religión, socialista, darwinista o lo que sea.
P: El modelo de China es el que va a seguir Cuba ahora ¿o no?
AM: ¡No! En China el modelo es “un país dos sistemas”: capitalismo en zonas especiales y ciudades litorales, y comunismo en el interior. En Cuba lo que pretenden los Castro son “maquilas”, y eso es un galpón que se da en concesión a una manufactura extranjera a fin de hacer p. ej. zapatillas para el mercado externo; ¡eso es otra forma de mercantilismo!
P: ¿Cuáles Gobiernos de izquierdas hacen políticas “Neo liberales”?
AM: En Venezuela, Maduro y los chavistas discuten si aplicarlas o no, y en Argentina, Cristina siempre ha tenido sus dudas. Pero son políticas que desde hace años aplican los gobiernos de izquierdas en Nicaragua, Brasil, Uruguay, Ecuador, Bolivia etc. Tienen varias razones.
La primera es que el marxismo económico ya lo hicieron, hasta donde se podía, entre 1930 y 1970, en casi todos los países del mundo. Marxismo económico es aquel “Programa Mínimo” del “Manifiesto Comunista” de 1848, redactado por Marx & Engels. Eran 10 puntos: (1) “Reforma agraria”, (2) impuesto progresivo a los ingresos, (3) impuesto a las herencias, (4) estatización de grandes empresas y compañías extranjeras, (5) banco central, con su monopolio de imprimir billetes, (6) transportes del Estado, (7) empresas del Estado, e industrias y comercios bajo control del Gobierno, (8) leyes salariales y sindicales, (9) impuesto a las ganancias extraordinarias, (10) educación pública socializada. Esto es comunismo, en “grado mínimo” según Marx y Engels, y después y hasta hoy se llamó “social-democracia”, agregando medicina socializada, punto que vieron ellos “muy avanzado” para un programa “mínimo”.
P: ¿Y ya lo hicieron?
AM: Desde hace años se hacen estas políticas y se ven normales, corrientes, incluso se creen parte integral e intocable del sistema “capitalista”. El “laissez faire” ya no existe; los socialistas lo suprimieron hace mucho tiempo, e impusieron su dictadura estatal a la economía. Aunque solo hasta el punto donde no pueden “avanzar” sin caer en la tragedia del parásito que mata al organismo que le hospeda: exterminar al 100 % la producción. Al que llegaron en los ‘70 y ‘80 con el “cepalismo”, y por eso retrocedieron en los ’90: privatizaron según el “Consensus”, cediendo p. ej. en los puntos 4 y 7 del Manifiesto. O sea: “Dos pasos atrás, para luego tres adelante”, dijo Lenin cuando en 1921 retrocedió en el comunismo salvaje y lanzó la “Nueva Política Económica”, la NEP.
P: ¿Cuál es ese “dilema del parásito”?
AM: Las izquierdas tienen que comer, entonces alguien tiene que producir. Los socialistas han pactado con los mercantilistas, viejos y nuevos, respetar sus privilegios, a cambio de producir bajo reglas dictadas por los socialistas, que comen de los altos impuestos que pagan ellos y la clase media. Pero la clase media se está empobreciendo y reduciendo.
P: ¿Las políticas “Neo” liberales no son muy liberales?
AM: No! Aunque son un remedio para el “cepalismo” de los ’70, o sea el barril sin fondo de las empresas estatales, y la diluvial impresión de billetes, cuyos efectos pretendían “contener” con medios groseros: controles de precios, de cambios y tipos de interés. Pero el “Neo” liberalismo no es incompatible con un “Gran Estado” educador, médico, bancocentralista y reglamentarista. No figura la triple reducción del Gobierno en funciones, en poderes, y en gastos, como es en el Liberalismo Clásico.
Es un remedio para los males de aquel viejo estatismo salvaje de Allende, Cámpora, Juan J. Torres, Velazco Alvarado y Alan García. Es un estatismo más “prolijo”, social-mercantilista: en el contexto del “Pacto Social” con los empresarios mercantilistas, nacionales o extranjeros. Por eso ya en los ’90 estas políticas fueron seguidas por líderes y gobiernos surgidos de los partidos nacio-populistas de izquierdas, todos antiliberales, como el PRI en México, el APRA en Perú, el MNR y el MIR en Bolivia, el Peronismo en Argentina, etc. Nada tiene de liberalismo el “Consenso”; es “Neo” mercantilismo; o mejor “Neo” estatismo.
P: ¿Más razones?
AM: Hay una razón estratégica: adoptando la izquierda oficialista el “Consenso” desde el Gobierno, le quita las banderas a la oposición, que de por sí ya es muy inepta y discapacitada, pero de esta manera se queda totalmente desorientada, paralizada y muda, catatónica, sin saber qué hacer, qué pensar ni qué decir. Así los presidentes del Foro de Sao Paulo son reelegidos sin mayor dificultad.
Y lo más importante: el “Consenso” es 100% compatible con el marxismo cultural, la prioridad No. 1 de las Izquierdas de hoy. Es esa enorme tarea destructiva, aunque ya no de la economía sino del matrimonio, la familia (aborto, eutanasia, matrimonio homosexual etc.), la religión, el “medio ambiente”, la cultura, los “derechos humanos” torcidos, el racismo (antiblanco), el lenguaje “deconstruido”, el adoctrinamiento en la escuela; en fin, toda esa “política correcta” del Socialismo del Siglo XXI. Para esa tarea, es mejor tener “estabilizada” la economía y “prolija”; ¡para eso es el “Neo” liberalismo!
P: Para ir concluyendo, ¿y el ecologismo?
AM: En una conferencia de prensa en Bruselas estos días, la Sra. Christiana Figueres, nada menos que secretaria ejecutiva del Convenio-Marco sobre Cambio Climático de la ONU, admitió que el objetivo de los activistas ambientales no es salvar al mundo de un apocalipsis ecológico, sino destruir el capitalismo.
Cita textual: “Esta es la primera vez en la historia de la humanidad que estamos creando nosotros mismos la tarea de forma intencionada, en un plazo de tiempo determinado, para cambiar el modelo de desarrollo económico que hasta ahora se ha mantenido por al menos 150 años, desde la revolución industrial”.
Otra: “El único modelo económico en los últimos 150 años que ha funcionado es el capitalismo. Antes de eso y por mil años, hubo crecimiento cero, mucho trabajo duro en exceso y una vida corta. Pero los países que han abrazado el capitalismo de libre mercado han disfrutado de una producción en aumento 70 veces, la jornada de trabajo se ha reducido a la mitad, y la esperanza de vida se duplicó.” Y ahora los rojos disfrazados de verdes nos quieren regresar a la barbarie: Cuba, Venezuela, Zimbabwe, NorCorea.
P: ¿Un mensaje a los cristianos?
AM: ¡Estudien! Dios detesta la ignorancia. Dejen los errores. Dejen el estatismo religioso del “iglesismo”. Y dejen el sionismo. El judaísmo no es una “raza” sino una religión; y el sionismo es un modo de socialismo que nada tiene que ver con judaísmo ni con cristianismo. El Islam es una religión, no es la Jihad que es una Cruzada político militar socialista contra Occidente; no todo musulmán es un terrorista o un pedófilo. No permitan que el sionismo les meta en la Nueva Cruzada de Kissinger, Bush y Obama contra el Islam.
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*Alberto es Fundador y Presidente del Centro de Liberalismo Clásico, y del Instituto Bíblico “Crisólogo Barrón”, dos entidades que ya son latinoamericanas pero cuyas raíces están en el Perú. Dice Alberto que América latina se arreglará sólo cuando: (1) los liberales aprendan que Engels y Gramsci tenían razón, y que el capitalismo se apoya en la familia y la religión; y (2) los cristianos aprendan que lo opuesto también es cierto, y que la familia y la religión se apoyan en el capitalismo. Dice “Hacemos Liberalismo Clásico en y para el siglo XXI, así como Mises, Hayek, y Rand lo hicieron en y para el siglo XX.” Hay grupos políticos ligados al Centro, como p. ej. “Perú Nuevo” que lidera Claudio Zolla, el “P. Republicano” de México, que lidera Artemio Estrella, y el “P. Alianza” de Bolivia de Andrés Ortega.
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