LOS MERCADERES SIN TEMPLO
En Cuba el inversionista siempre está a la merced de que un funcionario de alto rango decida la expropiación forzosa sin derecho a reclamar ante los tribunales
Los mercaderes sin templo
En Cuba el inversionista siempre está a la merced de que un funcionario de alto rango decida la expropiación forzosa sin derecho a reclamar ante los tribunales
Por Pedro Corzo
Noviembre 14 de 2014
Afirman los conocedores de las escrituras que en la única ocasión en que Jesús recurrió a la violencia fue para expulsar a los mercaderes del templo. Se dice que los acusó de usar la casa de Dios para hacer negocios fraudulentos, faltando a los principios y valores del lugar donde realizaban sus gestiones.
De aquellos hechos a la fecha han transcurrido más de dos mil años, tiempo que al parecer ha favorecido el surgimiento de otros mercaderes que no negocian en templos, pero que por tal de obtener beneficios, obvian las prácticas violatorias a la dignidad humana, en las que sistemáticamente incurren aquellos con quienes están dispuestos a hacer negocios.
En esta hornada de mercaderes del Siglo XXI hay un número importante de cubanos, que paradójicamente se diferencian de sus ancestros en el sector.
Los comerciantes del templo buscaban asegurar su dinero, garantizar las ganancias, pero inexplicablemente estos isleños que aspiran a establecer con la dictadura cubana una relación de mutuos beneficios, no les preocupa, al parecer, los riesgos que corren de perderlo todo y hasta de ser encarcelados cuando se hace negocios con el castrismo.
Por ejemplo. Cy Tokmajian, empresario canadiense, fue condenado a 15 años de cárcel y confiscados los millones de dólares de activos de su empresa. Otro caso de una extensa lista, es el de Max Marambio, un antiguo guerrillero chileno aliado del régimen de La Habana y convertido en empresario por la gracia de los Castro.
Marambio no fue a prisión, escapó a tiempo, no obstante sus bienes fueron confiscados y un asociado suyo, Roberto Baudrand, también chileno, murió en circunstancias que nunca han sido debidamente esclarecidas.
José Fernández González, inversionista español, hizo público su desencanto. Señala que en la Marina Hemingway, estableció La Tasca española, la que le fue decomisada por una orden de Abraham Maciques, mediante una resolución del Ministro de Comercio Exterior, previa a lo que califica de farsa judicial.
Dice Fernández que en Cuba el inversionista siempre está a la merced de que un funcionario de alto rango decida la expropiación forzosa sin derecho a reclamar ante los tribunales.
Agrega que las transacciones y los negocios no se hacen en una atmósfera de empresarios reales, sino en un oscuro universo de policías y espías. Añade que los negocios no son con economistas, contadores o expertos en mercadeo, sino con coroneles o generales
Para algunas personas el hecho de que en Cuba no haya elecciones libres, plurales y secretas no son impedimentos para hacer negocios. Tampoco de que no exista libertad de prensa y se violen los derechos humanos.
Siempre se ha dicho que la mayor preocupación de un inversionista son las garantías que ofrece el receptor del capital. Pero en la isla no hay estado de derechos y en consecuencia no existen garantías jurídicas, una realidad que aparentemente no afecta los planes de estos individuos.
Otro factor importante son los antecedentes de cumplimientos en asuntos de negocios de la contraparte, no obstante las repetidas violaciones a los acuerdos con otros inversionistas en los que ha incurrido el régimen de La Habana, no parecen serles relevantes.
El esfuerzo de estas personas está orientado a demandar del gobierno de Estados Unidos el fin de las restricciones de negocios con Cuba, sin
reclamar al gobierno de la isla garantías de que sus inversiones y posibles ganancias, están exoneradas de una acción confiscatoria.
En definitiva, en cualquier caso, el castrismo queda una vez más como víctima de Washington.
Por eso, más allá de cualquier consideración política, es difícil comprender como individuos exitosos en diferentes actividades productivas, que han llegado a hacer millones de dólares con su trabajo y talento, promuevan negocios con un país que se caracterizan por no honrar sus compromisos económicos.
Quien no ha escuchado la frase, “lo más cobarde es un millón de dólares”, y es por qué supuestamente las personas capaces de haber ganado ese dinero, demandan condiciones de seguridad extrema para reinvertirlo, ya que no quieren perder lo que con tantos esfuerzos han logrado, sin embargo, estos notables del mundo de los negocios parecen romper las reglas con lo que podría ser una especie de protagonismo de alto riesgo, un altruismo sin precedentes, o motivados por la cándida confianza de que van a recuperar los bienes que le fueron confiscados ilegalmente y que ellos mismos reconocen están devaluados.
No hay dudas que hay visionarios en todas las actividades humanas. Personas capaces de descodificar todas las señales y hasta las ausencias de estas, pero para aquellos que no saben de negocios o inversiones es difícil comprender como los que manejan grandes capitales, pueden considerar negociar con tránsfugas, aun peor, con aquellos que han destruido la nación donde nacieron sus padres y posiblemente ellos.
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