EL CAUDILLISMO EN AMÉRICA LATINA

Los caudillos de América Latina han sido considerados verdaderos iluminados, individuos que creían saberlo todo y tener soluciones absolutas para cualquier problema

Lula, Castro y Uribe

Pedro Corzo

Por Pedro Corzo
Agosto 8 de 2023
@pedrocorzo43

América Latina ha sido prodiga en caudillos desde el proceso independentista, personalidades fuertes que bregaban por la Independencia sin hacer concesiones de ninguna índole.

Por supuesto, que ninguno de ellos formaría parte de un santoral, sin embargo, están en los monumentos republicanos y en la memoria de sus conciudadanos. Todos son respetados y admirados, y sus obras no dejan de ser manipuladas por quienes han pretendido sustituirles en el altar de la Patria, como ocurre en Venezuela, Simón Bolívar y Cuba, José Martí.

Después de los caudillos independentista, nos regalamos otros sujetos con objetivos hegemónicos. Sus legados no fueron positivos las más de las veces. Durante sus mandatos, fueron violadores sistémicos de los derechos de sus ciudadanos, aunque algunos, junto a la sangre derramada, construyeron obras que perpetuaran su memoria.

La mayoría, fueron dictadores crueles y devastadores, en muchas ocasiones, provenían de los cuarteles y solo entendían la fuerza en su forma más brutal, como aconteció en la República Dominicana con Rafael Leónidas Trujillo, tal vez, uno de los autócratas más inhumano que ha padecido América, que, por desgracia, ha sufrido a muchos.

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Por último, adquirimos caudillos mucho más peligrosos, los ideológicos con vocación de ingenieros sociales, destacándose entre todos estos, Juan Domingo Perón, Fidel Castro y Hugo Chávez, tres exaltados que se creyeron sujetos todopoderosos, capaces de moldear el mundo en base a sus elucubraciones.

Estos sujetos fueron verdaderos iluminados, individuos que creían saberlo todo y tener soluciones absolutas para cualquier problema. Castro y Chávez, han sido, sin duda alguna, los déspotas más nefastos que ha soportado el continente, sus regímenes fueron particularmente destructivos, no solo por sus crímenes contra la población, sino también, por la pésima conducción de la economía, la que ha acarreado a Cuba y Venezuela, a la condición de estados parásitos.

El caso de Perón, ha sido particularmente nocivo para Argentina, siendo sus propuestas populistas de ruptura con la vida social y económica del país, manipuladas por sus sucesores con una visión clientelar, que ha afectado trágicamente a la nación sureña.

Sin embargo, hay otros sujetos que pueden llegar a ser peores que sus patrones. Miguel Díaz Canel, Nicolás Maduro, Daniel Ortega, Rafael Correa y Evo Morales no se quedan muy atrás y no faltan terceros, que aspiran a contagiarse del iluminismo castro chavista, Luis Inacio Lula da Silva, Gustavo Petro, Cristina Kitchener y Manuel López Obrador, sin que dejemos de lado al matrimonio Castro Zelaya, quienes gobiernan en Honduras y son partidarios de asociarse a déspotas del talante de Vladimir Putin, Rusia, Xi Jinping, China y Ali Jamenei de Irán, tal como hicieron los mandantes antes mencionado.

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El despotismo internacional es una dura realidad que asiste a nuestros gobernantes, quienes no son remisos en la hipoteca del futuro, a cambio de contar con migajas que le faciliten su perpetuación en el poder. La influencia de la República Popular China en el hemisferio es verdaderamente nefasta por la dependencia absoluta a la que conduce, lo mismo ocurre con Rusia e Irán, que usan a sus partidarios para el enfrentamiento con Estados Unidos, tal como hizo la Unión Soviética con Cuba en 1962, cuando la crisis de los misiles.  

Por desgracia estos sujetos que tienden a gobernar sus países como si fueran cuarteles, no llegaron al poder por la gracia de los sables o cañones sino, por el voto de sus coterráneos, aunque no faltan quienes denuncian fraudes y malos manejos electorales, no obstante, como afirma el novelista y escritor José Antonio Albertini, “sobran los que buscan el paraíso por decreto terrenal, destruyendo la laboriosa y paciente obra humana”, algo que nos ocurrió en Cuba cuando los partidarios de Fidel Castro, creyeron que gritando ¡Paredón! y ¿Elecciones para qué?, estaban construyendo el paraíso prometido por la Internacional.

En nuestra parte del mundo hay un electorado que gusta de la ley del menor esfuerzo y cuando tienen un candidato que ofrece “villas y castillas” por la sola acción de votar a su favor, marchan como ratas detrás del flautista mágico y solo se enteran que fueron conducido a los barracones o al precipicio, cuando están gritando de espanto. La democracia hay que quererla y cuidarla y un voto inconsciente es asesinarla.

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