MARCHAS MARCHITAS

Los acuerdos de Cuba eran la llave para que entraran los mismos que arruinaron a Venezuela, violentaron El Salvador, corrompieron a Brasil, Argentina, Chile, y se atornillaron en Cuba y

Marchas marchitas

Los acuerdos de Cuba eran la llave para que entraran los mismos que arruinaron a Venezuela, violentaron El Salvador, corrompieron a Brasil, Argentina, Chile, y se atornillaron en Cuba y Nicaragua

mario javier pacheco
Mario Javier Pacheco

Por Mario Javier Pacheco
Octubre 16 de 2016

Marcharon jóvenes, viejos e indígenas hasta la plaza de Bolívar a coser una enorme bandera blanca y a gritar ¡No más guerra, queremos la paz!

Qué interesante sería si ese ejercicio fuera lo que intenta parecer, un clamor de verdad y no un lamento pagado por políticos, un llanto por contrato como el de las plañideras egipcias.

A la plaza llegaron rectores universitarios de vértebras dúctiles a la genuflexión y estudiantes solidarios con la angustia rectoral, también muchachos ilusionados con el populismo, clamando por la paz que enriqueció a Castro, Chávez, Ortega, y empobreció a sus pueblos.

¿Quién pagó la tela de la bandera? ¿Quien los buses? ¿Quién el refrigerio? No podemos llamarnos a la ingenuidad. Fueron Los políticos derrotados el 2 de octubre y humillados porque el pueblo les enrostró en la cara que ya no les creía y los venció en las urnas. De ahí la magnitud de la victoria, no por la pequeña diferencia de 57 mil votos, sino porque habían amarrado todo para ganar. Nos pidieron apretar una soga al cuello en nombre de la paz, pero menospreciaron la inteligencia colombiana, que intuyó el falso colorido del cebo, y votó No.

El Ministro Juan Fernando Cristo en la marcha
El Ministro Juan Fernando Cristo en la marcha

Los acuerdos de Cuba eran la llave para que entraran los mismos que arruinaron a Venezuela, violentaron El Salvador, corrompieron a Brasil, Argentina, Chile, y se atornillaron en Cuba y Nicaragua. Su espejo movilizó al pueblo y los acuerdos con las FARC hieden a cadaverina desde el 2 de octubre, aunque tres días antes les habían festejado su nacimiento en Cartagena.

Pero la clase política no quiere reconocer el voto, máxima expresión de la voluntad popular. Si se desconoce se pisotea la democracia, y esos muchachos que marcharon están contribuyendo a su harakiri, a cargar el fusil que dispara por la culata, porque incitan al desconocimiento de sí mismos como pueblo.

Hasta Timochenko aceptó que la victoria del No es la oportunidad para la paz de manera global, entre todos, y remendar la polarización maquiavélica que enfrenta a los colombianos por mitad en aras de los intereses de 5.700 delincuentes.

Con las marchas, la clase política pretende justificar una posible acción del congreso derrotado para que apruebe a pupitrazo lo que sus electores desaprobaron en las urnas y para que den cátedra de totalitarismo al estilo Maduro, Castro, Stalin. En las democracias las victorias electorales se respetan y la victoria es ganar así sea por un voto, por un gol, por un segundo.

@mariojpachecog
mariojavierpacheco@gmail.com

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