¿POR QUÉ LA PRENSA ES DE IZQUIERDA? SU PAPEL EN EL ENGAÑO

Todo surge a principios del siglo XX cuando marxistas y anarquistas, se enojaron mucho al observar que las masas no se levantaban en una revolución sangrienta por Europa. Antonio Gramsci (el padre de todo esto) aseguraba que los obreros no hacían una revolución sangrienta porque estaban impregnados de la cultura occidental

El periodista y escritor Gabriel García Márquez, y el tirano Fidel Castro. Grandes amigos y cómplices

Ricardo Puentes Melo

Por Ricardo Puentes Melo
Marzo 21 de 2022
@ricardopuentesm
ricardopuentes@periodismosinfronteras.com

A muchas personas se les hace frustrante abrir un periódico, una revista, o encender su televisión, radio o su smartphone para enterarse del acontecer en el mundo.

Aunque los dueños de los medios ciertamente saben a qué están jugando, es imprescindible reconocer que los periodistas de a pie, aquellos recién salidos o ya veteranos que sueñan con un premio de periodismo, realmente no son conscientes de que solo son peones de ese carro lleno de porquería que se echó a andar tan pronto nació la prensa como medio de comunicación.

Sin lugar a dudas, la explicación frente a la pregunta de por qué los periodistas tragan entero, favorecen los intereses del globalismo, y aborrecen todo aquello que tenga que ver con valores morales, se puede rastrear hasta el sistema educativo.

Desde pequeños, somos bombardeados por maestros adoctrinados que nos impiden pensar, que nos censuran si nos atrevemos a pensar diferente. Cuando llegamos a las universidades, el sistema está tan bien montado que se nadie puede salir del laberinto sin frustrar su título universitario, su futuro, su subsistencia.

La primera facultad de periodismo, al igual que los premios diseñados para halagar a los más obedientes y efectivos, fueron diseñados para hacer esa labor de adoctrinamiento, de venta de mentiras y espejismos que idiotizan a quienes las escriben y a quienes las leen.

Los periodistas, en su mayoría, son como prostitutas gratuitas del globalismo

En casi todas las escuelas de periodismo se enseña sobre Habermas, Marcuse, Gramsci; pero se les muestra como teóricos descubridores de la manipulación de los medios. Jamás se cuenta que son precisamente ellos quienes han diseñado y puesto en marcha el gran engaño a través de los medios. Se habla de la Escuela de Frankfurt como si fuera un “salón de la justicia” desde donde los héroes de la filosofía vigilan las tramoyas de la élite, pero ocultan que en realidad la Escuela de Frankfurt es el laboratorio donde nace el engaño, y lo más preocupante es que estudiantes de periodismo y periodistas se traguen los cuentazos sin ahondar más, sin investigar más.

Un profesor enseña algunas frases de Marcuse y Habermas y les dice a sus alumnos: “No se compliquen buscando teorías ni nada de esa vaina de autores sino tomen lo que yo expliqué en la clase y hagan un análisis de cómo los medios engañan a la gente”, pero, de nuevo, les oculta que esos filósofos son los arquitectos de ese engaño.

En las facultades de periodismo se hablan bellezas sobre Marcuse y Habermas, y se menciona tímidamente la “Escuela de Frankfurt”, y ningún periodista tiene la perspicacia -ni la tendrá- de leer acerca de esos teóricos que son unos de los más importantes alfiles del “marxismo cultural”, ese conjunto de ideas (que pueden llamarse progresismo, socialismo, corrección política), una forma de subversión contra los valores fundamentales de Occidente: la familia, el sexo, el arte, la creencia en el Dios de la Biblia. Marcuse y Habermas llaman a todo esto valores “atrasados”, “obsoletos”, “opresivos”, una subversión cultural que se disfrazó para el término eufemísticos de “Teoría Crítica”. Marxismo cultural es igual a socialismo

Precisamente, Periodismo Sin Fronteras nace para combatir principalmente ese marxismo cultural que todos los grandes medios, sin excepción alguna, propagan por radio, prensa, televisión y redes sociales.

Facsimil de una publicación de Periodismo Sin Fronteras

En nuestra sociedad moderna, las élites de las ciudades están constantemente bajo el influjo y adoctrinamiento de los medios de comunicación, entre los que incluimos, el sistema educativo, por supuesto; todos, instrumentos del marxismo cultural, ese principal producto de la Escuela de Frankfurt. A Marcuse hay que sumarle nombres como Lukacs, Benjamin, Fromm, etc.

Cómo empezó todo. Todo surge a principios del siglo XX cuando marxistas y anarquistas, se enojaron mucho al observar que las masas no se levantaban en una revolución sangrienta por Europa. Antonio Gramsci (el padre de todo esto) aseguraba que los obreros no hacían una revolución sangrienta porque estaban impregnados de la cultura occidental.

En tal cultura, los hombres se comportaban como hombres y las mujeres como mujeres; se creía en Dios y los europeos estaban muy orgullosos de su historia, en cada nación. Por ello, Gramsci dijo que había que destruir ese sistema de valores, extirpar la cultura cristiana en un combate cultural que él llamó “la marcha larga”.

Esa “marcha larga” debía dirigirse hacia todas las instituciones para tomar el control de universidades, iglesias, medios de comunicación, museos, academias, etc., para propagar una anti-cultura que destruyera todos los cimientos de la cultura occidental cristiana. Solo así, dijo Gramsci, sería posible debilitar esas convicciones para que la gente se adhiriera a los ideales marxistas.

Así, en el 1923 nace en Frankfurt (Alemania)  la “Escuela de Frankfurt” dirigida por el húngaro Georg Lukacs y financiada por Félix Weil para diseminar y llevar a la practica la estrategia concebida por Gramsci.

Vi la destrucción revolucionaria de la sociedad como la única solución para las contradicciones culturales de la época. Tal regresión mundial de valores no puede ocurrir sin la aniquilación de los antiguos valores y la creación de otros nuevos por los revolucionarios”, dijo Lukacs en su momento. Pronto se unieron a esta idea: Adorno, Marcuse, Fromm, Benjamin, Horkheimer, etc.

Vino una pausa con la Gran depresión, la Segunda Guerra Mundial. En ese tiempo varios de los diseñadores de la Escuela de Frankfurt llegaron a la Universidad de Columbia en Nueva York y esperaron el momento ideal.

Jürgen Habermas, Escuela de Frankfurt

Llega la década de los 60, con jóvenes empezando a ser idiotizados desde las escuelas, que desconocían la historia de su país y que habían dejado sus Biblias cerradas, y eso fue aprovechado por los teóricos de la revolución cultural. La obra de Marcuse “Eros y civilización” se convirtió en la base doctrinal del movimiento hippie, lleno de drogas, rock and roll y sexo desatado. Marcuse dejó claro que el máximo objetivo debía ser ganar y adoctrinar a los universitarios de las clases media y alta.

Fromm decía que la masculinidad y la feminidad no eran reflejo de diferencias biológicas, sino que era imposición debida a la “opresión” que los heterosexuales ejercían en la sociedad. Todo eso fue producto de la Escuela de Frankfurt, que, junto a la prédica de destrucción de valores, redefinió todo y aseguró que las personas de la cultura occidental son por definición una clase opresora y malévola por naturaleza, mientras que la nueva clase oprimida y buena está formada por “todos los individuos de cultura, religión y etnias no occidentales o por las minorías que contradicen en sus acciones y pensamiento lo tradicional cristiano: todas las razas no blancas, homosexuales, inmigrantes del tercer mundo, feministas, ateos “científicos”, musulmanes, etc.

En su ensayo ‘Tolerancia Represiva’, Marcuse da origen a lo que se convertiría después en el concepto conocido hoy como lo ‘políticamente correcto’, es decir, la dictadura del pensamiento que condena con el rechazo, la vergüenza pública, y la cárcel a aquel que se atreva a cuestionar los nuevos paradigmas creados por el marxismo cultural.

Escribe Marcuse: “La realización del objetivo de la tolerancia exige intolerancia hacia orientaciones políticas, actitudes y opiniones dominantes y en cambio, la extensión de la tolerancia a orientaciones políticas, actitudes y opiniones puestas fuera de la ley o eliminadas… (esto es) intolerancia hacia los movimientos de la derecha, y tolerancia de movimientos de la izquierda (…) se extendería a la fase de acción lo mismo que de discusión y propaganda, de acción como de palabra” (Tolerancia Represiva, Marcuse).

Hay que tener presente que el marxismo cultural tiene como base primera las ideas de Marx y de Sigmund Freud.

Marx y Freud

Lo que realmente hacía Marcuse era simplemente actualizar las consignas y directrices de órganos comunistas, como el Comité Central del PCUS que ya en 1943 instruía a sus fichas, a sus cuadros, con la consigna: “Nuestros camaradas y los miembros de las organizaciones amigas deben continuamente avergonzar, desacreditar y degradar a nuestros críticos. Cuando los obstruccionistas se vuelvan demasiado irritantes hay que etiquetarlos como fascistas o nazis. Esta asociación de ideas, después de las suficientes repeticiones, acabará siendo una realidad en la conciencia de la gente”.

Lo que logró el marxismo cultural usando los canales ya mencionados, como la educación y los medios de comunicación, es que la homosexualidad, la infidelidad, el aborto, la promiscuidad sexual, y cualquier conducta contraria a la esencia de la familia tradicional, se ofrezca en telenovelas, noticieros, películas (y premiada por hacer eso), igual que en programas de opinión, teleseries, tertulias, como expresiones de inteligencia y progreso que son merecedoras de un puesto destacado en la historia del intelecto humano, mientras que la defensa de la propiedad privada y el capitalismo son mostrados como elementos anacrónicos y entorpecedores del progreso. Cualquiera que se atreva a disentir del dictado del marxismo cultural configurado a través de estas consignas, es tachado inmediatamente de reaccionario, fanático o, si persiste en su empeño, de fascista.

Otro de los citados por los profesores en las facultades de periodismo, es Jûrgen Habermas, que también contribuye a avalar la “tiranía del consenso”. Después de haber anunciado -como es costumbre- la destrucción de los fundamentos de la filosofía tradicional, el filósofo alemán acepta la posibilidad de reconocer normas universales. Pero no de normas creadas por Dios, sino subordinadas al consenso, que es el que determina, dice Habermas, “el actuar comunicacional”. Habermas usa el engaño al decir que la libertad de expresión, el respeto por las ideas de otro, son esenciales para la democracia pero que todo debe aceptarse y ser pactado por la mayoría; “la tiranía de la mayoría” que, aún por encima de la verdad establece como verdad lo que decida esta tiranía.

Habermas asegura que la democracia descansa en la igualdad de todos, en la libertad de pensamiento, de expresión de asociación, pero esos valores dependerán de la preponderancia de la mayoría de votos, no de derechos dados por Dios. Los valores, votados en un Congreso o en una sala de justicia, por la mayoría de los votos de sus integrantes serán impuestos a la mayoría (no votante directo) en nombre de una paradoja: La voluntad general, así ésta vaya en contra de la mayoría.

No es gratuito que Habermas sea uno de los autores preferidos en los folletines de las FARC

La tiranía de la “mayoría legítima”, el aporte de Habermas es la tiranía absoluta, el desconocimiento de una verdad que puede no ser popular pero no por ello deja de ser verdad.

No es gratuito que Habermas sea uno de los autores preferidos en los folletines de las FARC. Él enseña que el conocimiento solo es posible mediante la cooperación estrecha entre investigador y actores sociales a través de una acción comunicativa. No le importa la verdad sino la construcción de una que, así sea mentira, sea el producto de los votos de la mayoría.

Hay que leer completo el Manifiesto Comunista para darse cuenta de que los autores detestan el matrimonio y la familia porque saben que son instituciones ligadas a la propiedad privada. Aunque en esos 10 puntos no se encuentre nada directamente referente al matrimonio y la familia, ni contras las iglesias, excepto el punto 10 sobre la educación, sabían que primeramente había que aplicar medidas económicas (inflación, reformas tributarias para subir impuestos) para empobrecer a la gente, aplicar el lavado de cerebro en la educación para desarmarlos mentalmente, y Marx y Engels dejaron para las próximas generaciones el frontal ataque contra la familia, el matrimonio, los niños, y contra el cristianismo.

Todo ese marxismo cultural, cuyas bases fueron puestas por Lenin y Stalin, y desarrolladas por Gramsci y la Escuela de Frankfurt, de donde proceden estos teóricos que los educadores de periodistas ponen a disposición sin explicar quiénes son realmente, fueron también usados por Mao y Pol Pot en China y Camboya, y por supuesto por Marcuse en Berkeley, California, y por Habermas desde Alemania para el mundo.

Los profesores de periodismo ocultan malévolamente, que las “problemáticas” que mueven a la izquierda, son -precisamente- implementadas por este par de maestros del engaño al que siguen multitudes de idiotas.

¿Y la “Agenda Setting”? Nada… Más de lo mismo. Solo maneras de distribuir y vender esa propaganda del engaño, para la misma multitud de idiotas.

Periodismo Sin Fronteras nace como respuesta a la tiranía del marxismo cultural. Todas sus publicaciones e investigaciones más importantes son prueba palpable de ello. Por eso sufrimos los ataques de medios de comunicación, de periodistas afamados, de jueces.

Ninguno de ellos pensaba que un pequeño y desfinanciado medio de comunicación, independiente, se lanzara contra ese Goliat sin más armas que un teclado de computador y la verdad como escudo. Y, por supuesto, la certeza divina de estar en el camino correcto.

Comentarios

Loading Disqus Comments ...
Loading Facebook Comments ...

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *