REDEFINIENDO LA ‘PAZ’: ¿TRIUNFARÁ EL TERROR EN COLOMBIA?
Así son las cosas: Las FARC siembran las minas; los civiles y los militares mueren y son mutilados pisándolas; los militares mueren desactivándolas; se condena al Ejército por su existencia; y a las FARC se les premia con impunidad y puestos en el gobierno
Redefiniendo la ‘Paz’: ¿Triunfará el Terror en Colombia?
Así son las cosas: Las FARC siembran las minas; los civiles y los militares mueren o quedan mutilados pisándolas; los militares también mueren desactivándolas; se condena al Ejército por su existencia; y a las FARC se les premia con impunidad y puestos en el gobierno
Por Lía Fowler*
Diciembre 14 de 2015
En febrero de 2008, Javier Benavidez y sus dos pequeños hijos, Andrés y Mauricio, caminaban por un sendero rural en el suroccidente de Colombia, cuando Andrés pisó una mina. Temporalmente ciego por las esquirlas y con quemaduras en su cuerpo, Javier cargó a su hijo sobre su hombro y caminó de regreso a casa a buscar ayuda. Lo guiaba su hijo menor. Javier no se percató de que la explosión le había arrancado las piernitas a Andrés y le había abierto el abdomen. En una entrevista televisada en el 2014, Javier dijo que su hijo le pidió que lo bajara porque le dolía la barriguita y tenía frío: “Dame un abrazo- dijo. Y dame un beso. Y ahí sí ya se acabó, pobrecito,” recordó Javier. Andrés murió. Tenía 13 años.
Desde 1990, más de 11.212 personas en Colombia han sido mutiladas o han muerto a causa de las minas, según
estadísticas del gobierno. La mayoría de éstas han sido sembradas por el grupo narco-terrorista FARC.
Por eso, a principios de marzo, cuando las FARC accedieron a un proceso de desminado humanitario -llevando ya tres años negociando la ‘paz’ con el gobierno de Juan Manuel Santos– la noticia recibió apoyo mundial. Humberto de la Calle, negociador del gobierno, dijo que era “un paso gigante hacia la paz.”
No fue tal.
Pocas semanas después, Rodrigo Granda, negociador de las FARC, aclaró que el grupo terrorista sólo se había comprometido a ‘acompañar’ a las Fuerzas Armadas a desminar cuatro zonas del país; pero continuarían sembrando minas antipersona en el resto del territorio. Los terroristas de las FARC también argumentaron que aunque ellos sabían fabricar minas, no sabían cómo desactivarlas.
A pesar de ser anunciada como una tarea conjunta, la labor sería realizada, como siempre lo ha sido, por los soldados colombianos, principales víctimas de las minas antipersona. Desde 1990 más de 6.900 soldados han sido víctimas de las minas antipersona.
En julio, la iniciativa de Santos y FARC cobró su primera víctima: El soldado Wilson de Jesús Martínez, quien había trabajado nueve años erradicando minas con el Ejército, murió desminando una zona en Antioquia. Según su hermana, en una entrevista en El Tiempo, Martínez había sufrido ya dos accidentes anteriores desactivando explosivos de las FARC.
Ya para agosto fue claro que el acuerdo “transcendental” de las FARC y Santos sobre el desminado humanitario era una farsa. El Coronel Héctor Rodríguez anunció que las FARC seguían sembrando minas en Alto Mira, una comunidad afro-colombiana en el suroccidente de Colombia. Estimó que unas 1.500 minas antipersona habían sido sembradas por las FARC en los caseríos, caminos veredales y escuelas de la zona. El Coronel Rodríguez también denunció la muerte de dos niños, quienes fallecieron al pisar una mina a la salida de la escuela.
“Me tocó denunciar a mí la muerte de esos niños porque los padres de familia no lo hicieron por temor a ser asesinados,” dijo. “¿Quien lo hizo? Las FARC!”
Y en noviembre, el terrorista de las FARC, alias “Gabriel Ángel” admitió por medio del portal web de las FARC que, efectivamente, el grupo terrorista seguía sembrando minas, argumentando que era un “mecanismo de defensa propia.”
Es un argumento engañoso. Las minas sembradas en Alto Mira, como en muchas regiones de Colombia, tenían como objetivo a la población civil. El 20 de mayo, una niña de siete años murió al pisar una mina cerca de una escuela en el Cauca. En junio, minas desactivadas por el Ejército en Santander estaban ubicadas a pocos metros de una cancha de fútbol y una escuela. En julio, dos minas de las FARC fueron descubiertas a 45 pies de otra escuela en el Putumayo. En fin, el sembrado de minas alrededor de escuelas, parques y senderos rurales por parte de las FARC ha sido una de sus más efectivas tácticas de terror.
En un episodio particularmente grotesco, en mayo, el soldado Edwin Ávila vigilaba la construcción de un parque infantil cuando pisó una mina, perdiendo ambas piernas. Los terroristas del ELN – grupo que ha colaborado con las FARC en el pasado – colgaron las piernas del soldado como un trofeo en una cerca alrededor de una escuela. Cuando ocurrió el hecho, el entonces Ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón acertadamente llamó a los terroristas del ELN “ratas humanas”.
En cambio, Santos describe al líder de las FARC, ‘Timochenko,’ como confiable y “agradable.” Y a pesar que las FARC continúan sembrando minas, las negociaciones en La Habana siguen sin problema. De llegar a refrendarse los acuerdos, los terroristas rasos serían amnistiados y a los líderes se les castigaría con “servicio comunitario.” Los pactos también les garantizarían curules en el Congreso.
Las Cortes colombianas añaden ofensa a los daños, condenando al Ejército colombiano por las minas sembradas por las FARC. En octubre, por ejemplo, el Consejo de Estado condenó al Ejército Nacional por un caso en el cual un civil sufrió la pérdida de su pierna al pisar una mina sembrada por las FARC cerca de un batallón del Ejército. Aquí el argumento absurdo: la existencia misma del batallón ponía en riesgo a la población. Usando es lógica, las escuelas serían entonces responsables también por las minas de las FARC, teniendo en cuenta que han sido un blanco histórico para el minado por parte de las FARC.
Así son las cosas: Las FARC siembran las minas; los civiles y los militares mueren o quedan mutilados pisándolas; los militares también mueren desactivándolas; se condena al Ejército por su existencia; y a las FARC se les premia con impunidad y puestos en el gobierno.
Si eso es “Paz,” el terrorismo está ganando en Colombia.
*Lia Fowler es una periodista Americana y ex-Agente del FBI
@lia_fowler
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