SIGUE ADELANTE EL PLAN PARA DESTRUIR AL EJÉRCITO

La estrategia sigue viva. Ya se judicializaron a miles. Ahora se trata de que la imagen favorable de esa institución caiga hasta el piso para poder dar el último paso sin que la opinión pública proteste: La desmembración total del Ejército

Iván Duque saluda al terrorista Lozada

Por Ricardo Puentes Melo
Agosto 1 de 2019
@ricardopuentesm
ricardopuentes@periodismosinfronteras.com

Hasta el hastío lo hemos repetido: Para que el comunismo se instale definitivamente en una nación y ésta pueda ser sometida a los intereses supranacionales socialistas, su ejército debe ser totalmente aniquilado, destruido, y su base ideológica debe ser mutada para aceptar el credo marxista.

En Colombia esa tarea no les ha quedado fácil porque el pueblo ama a esa institución. Por ello, el Foro de Sao Paulo diseñó la estrategia de la persecución judicial para exterminar a los combatientes anticomunistas de sus filas, y colocar en la dirección estratégica a fieles servidores del modelo socialista.

La tarea fue trazada en Colombia por la Fundación Buen Gobierno en un momento clave de la historia: La narcopresidencia de Ernesto Samper Pizano.

José Obdulio Gaviria y Juan Manuel Santos, conspiradores de vieja data

En 1997, Juan Manuel Santos llegaba de Cuba con la tarea impuesta por Fidel Castro, de implementar para Colombia el modelo trazado por el Foro de Sao Paulo, crea la Fundación Buen Gobierno, se reúne con la clase política, generales, “paramilitares”, narcoterroristas de FARC, ELN y otros, empresarios, académicos, religiosos, etc., todos afectos a la perorata marxista, y diseñan un plan de 17 años al final de los cuales Colombia estaría arrodillada ante los Castro, en un gobierno de transición.

Parte vital de ese plan, como lo dijimos, ha sido la persecución al Ejército colombiano, única talanquera real contra el comunismo. Y así lo echan a andar. Juan Manuel Santos entra en contacto con José Obdulio Gaviria, primo hermano de Pablo Escobar, marxista redomado e ideólogo del Partido Comunista-Marxista Leninista Línea Maoísta (PCML), cuyo brazo armado era el Ejército Popular de Liberación, la guerrilla terrorista del EPL, comanda por Pedro Vásquez Rendón.

Uribe les quitó el fuero militar y los entregó a manos de una Fiscalía en poder de la izquierda, bajo el mando de un Fiscal corrupto que el mismo Uribe puso allí para tales efectos

Obdulio ya está trabajando, por orden del comunista Gerardo Molina, con Álvaro Uribe Vélez, un hombre joven que ya descollaba en las filas marxistas del Partido Liberal, y a quien Molina lo ungió con la frase: “Álvaro Uribe, el futuro de la izquierda en Colombia”. Entretanto, le dieron columna en El Tiempo a un jovencito llamado Iván Duque, que usó para alabar a George Soros, la Tercera Vía (socialismo), y para atacar a los más descollantes militares, como fue el caso del General Harold Bedoya, a quien acusó de “fachista”, “demagogo”, “sanguinario” y otras cosas más., al mismo tiempo que defendía con fiereza a Ernesto Samper

Precisamente, la Fundación Buen Gobierno proyectó las dos presidencias de Uribe y, además, la manera de atacar al Ejército. Se dijo en esa reunión de 1997 que en la presidencia de ese “gobernante de mano fuerte” (que ahora sabemos que fue Uribe) se darían golpes militares fuertes a las guerrillas, pero sin llegar a exterminarlas y que, al mismo tiempo, a las ONG internacionales de Derechos Humanos se les abrirían las puertas del país brindándoles lo necesario para fiscalizar al Ejército.

Gerardo Molina, maoísta, padre de las ideas uribistas, en su campaña de 1982 con el frente Firmes-M19. Con Adalberto Carvajal, Carlos Pizarro Leongómez,Antonio Navarro,Angelino Garzón y Carlos Bula

Y así se hizo durante la presidencia de Uribe. Él les quitó el fuero militar y los entregó a manos de una Fiscalía en poder de la izquierda, bajo el mando de un Fiscal corrupto que el mismo Uribe puso allí para tales efectos. Luego, junto a Juan Manuel Santos, quien era su ministro de Defensa, anunció al mundo que nuestro Ejército era el mayor violador de los Derechos Humanos, que ejecutaba humildes campesinos y civiles inocentes a cambio de tener vacaciones de tres días, y otras barbaridades.  Y se inició la más feroz campaña contra el Ejército de que tengamos noticia: Los Falsos Positivos.

Álvaro Uribe con las farianas Gloria Cuartas y Eulalia Yagari. Todos marxistas. Jamás creí que esta foto existiera, hasta que me la enviaron

Teniendo fuera de combate, presos o judicializados, a muchos de los comandantes y los más valientes combatientes contra las narcoguerrillas, se escoge a Juan Manuel Santos para que termine la tarea iniciada por él y Uribe en el gobierno de éste último. Nombra como comandante del Ejército (luego sería comandante del las FF.MM) al General Alberto José Méjía Ferrero, cuyo padre, el General Nelson Mejía Henao, era admirado y querido por Tirofijo. Mejía impone la ideología marxista en sus filas, negando la existencia del comunismo, cambiando la doctrina y mostrando a los narcoterroristas de FARC y ELN como “buenos muchachos” que luchan por un mejor país.

Quien se encarga de consolidar todo esto, los acuerdos y la destrucción del Ejército, es Iván Duque. En un plan pobremente montado, hace que el diario estadounidense The New York Times, de la cuerda de Soros, publique que los “Falsos Positivos” han regresado al Ejército y que éste está ejecutando “líderes sociales” (así llaman a los bandidos desmovilizados y de las milicias). Luego, la Revista Semana sigue la trama con escandalosos titulares, mientras Duque sale a condenar públicamente al Ejército diciendo que no permitirá que los soldados sigan asesinando inocentes.

Juan Manuel Santos y el General Mejía Ferrero

Durante el gobierno de Santos se ordenó a los soldados no responder el fuego de las narcoguerrillas, y muchos soldados fueron asesinados impunemente. En el gobierno de Duque la cosa sigue igual, pero se ha permitido también que, además de indios farianos, muchachos desadaptados y adoctrinados insulten y asalten a nuestros soldados con piedras, cuchillos y otras armas.

La estrategia sigue viva. Ya se judicializaron a miles. Ahora se trata de que la imagen favorable de esa institución caiga hasta el piso para poder dar el último paso sin que la opinión pública proteste: La desmembración total del Ejército.

Toda esta reflexión surge de ver con tristeza cómo unos jóvenes delincuentes atacan a soldados escupiéndolos, lanzándoles piedras, golpeándolos; un episodio que terminaría varias horas después con la muerte de uno de esos jóvenes que fue abaleado cuando ingresó por la fuerza al puesto militar.

El Ejército anunció fuertes medidas contra el soldado que disparó, en correcta respuesta ante el asalto.

Urgentemente necesitamos echar a andar un movimiento de real derecha, con fundamento en los valores cristianos. No hay otra solución

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