SODOMÍA CONSENSUADA ¿Desviación anormal o asunto de discriminación..?

Los sodomitas, agolpados en el Polo Democrático y el Partido Liberal –donde hay muchos dirigentes de esta clase- pretenden no sólo que se legalice la sodomía, sino que también se proteja esta práctica. Pero Las leyes sobre derechos humanos no se crearon para proteger la inmoralidad, sino a los grupos neutralmente morales

SODOMÍA CONSENSUADA ¿DESVIACIÓN ANORMAL O ASUNTO DE DISCRIMACIÓN?

Samuel Moreno Diaz fue candidato de los homosexuales en Bogotá a quienes les mantuvo la entrega que les hizo Lucho Garzón de barrios enteros en Bogotá

Por Ricardo Puentes Melo

Para quienes les parezca extraño el término “Sodomía consensual”, éste es el que están utilizando homosexuales alrededor del mundo pretendiendo que las leyes que protegen a grupos minoritarios  contra la discriminación, sean aplicadas a ellos en búsqueda de ciertos privilegios legales especiales. Básicamente, la diferencia estriba en que “consensual” es un contrato formado por el consentimiento de los contrayentes, es decir, para el tema que estamos analizando, la sodomía es aceptada por las dos partes (en caso de que no sean más); mientras que la ausencia de este aditivo “consensual”, haría que la sodomía se convirtiera en violación, bajo cuya categoría está el sodomita Luis Alfredo Garavito quien, además, es pedófilo, o sea que siente atracción sexual por los niños (aunque solamente por los niños de su mismo sexo). Garavito es, de esta manera, un homosexual que comete crimen al no cumplir con el permiso “consensual” de sus parejas; también es criminal porque sus actos homosexuales los comete en menores de edad. Esto, sin tener en cuenta que Garavito ha asesinado a todas sus víctimas.

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Garavito, el homosexual violador de niños que promete trabajar por la niñez

Como ya lo he dicho en numerosas ocasiones, es cuestión de preferencias personales el enunciar positivamente un nexo racional de conducta –como lo es la sodomía- en términos de su incompatibilidad; (en casos de esta especie, un tipo de enunciados se transforma en otro diferente, por obra y gracias de las palabras que se escojan para enunciarlo).

Teniendo esto presente, ustedes podrán imaginarse la dificultad que tiene un antropólogo cuando pretende explicar una sociedad –o grupo-  o un rasgo de ésta, especialmente si el investigador forma parte de dicha sociedad o grupo.

Sin embargo, con perdón de mis colegas que derivan su sustento de ejercer el oficio con salario estatal, podemos tener un punto de encuentro entre lo que diferencia algo “normal” de algo “anormal”, en términos de convivencia y tratando de alejarnos de cualquier preconcepción religiosa.

Tomemos un caso sencillo: En Bogotá, la delincuencia ha subido casi al mismo ritmo en que la corrupción estatal y la desigualdad social lo han hecho.

Esta correlación, como las correlaciones análogas entre la presión económica y la delincuencia, viene muy a propósito para explicar el punto de si los sodomitas consensuales deberían ser considerados como un grupo discriminado.

En el ejemplo de la delincuencia, las presiones económicas impiden un fin deseado por cualquier ser humano, y éste es la consecución de las cosas necesarias para la vida. Esto significa que el respeto “normal” a la propiedad, la vida y la ley, al ser reemplazado por un modo de actuar completamente “anormal”: y ese es el delito. No se necesita ser muy inteligente para inferir que cualquier acción “anormal” trae indiscutiblemente efectos negativos en la sociedad que ha escogido diseñar leyes para proteger los derechos fundamentales y que siempre apuntan a la “consecución de las cosas necesarias para la vida” o su disfrute de ésta. Cuando hay delito siempre habrá desajuste, “anormalidad” o fracaso, dependiendo –repito- del lente con el que se mire.

El robo, por ejemplo, entre habitantes de la antigua Calle del Cartucho, es visto como un logro cuando se comete contra la sociedad que los rechaza, pero se convierte en delito cuando es practicado contra uno de ellos mismos.

Igual sucede con la guerrilla y los paramilitares: Es delito contra la humanidad cuando los afectados son ellos, pero es acción legítima cuando lo cometen ellos contra otros. Igual con los del Polo Democrático: cuando las ideas de sus activistas no son escuchadas, es una afrenta contra el libre derecho a la expresión; pero cuando son los del Polo los que no respetan ni escuchan opiniones ajenas, es debido a que las ideas extrañas a ellos sólo pretenden causar daño a la “causa”, además de “violar los derechos fundamentales” y otras sandeces que se han inventado para camuflar sus vergüenzas.

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Marcha pública de la facción gay del comunista Polo Democrático

Así, espero que haya claridad en que la evaluación de las situaciones siempre dependerá de la objetividad del observador.

Ahora sí vamos al grano con el asunto que preocupa y divide a tanta gente: Los privilegios legales para los homosexuales.

Los gays reclaman para sí la aplicación de leyes sobre Derechos humanos que se han concedido a grupos minoritarios, alegando que ellos mismos –los gays- son un grupo minoritario y que –por tanto- son objeto de discriminación.

Yo no sé mucho de derecho, como sabe el Dr. Carlos Gaviria, ni tampoco sé de demagogia como saben don Gustavo Petro y el resto de la cúpula del Polo; sin embargo, asegurar que los homosexuales –o sodomitas consensuados, como se están haciendo llamar- son un grupo perseguido por sus ideales humanitarios, no sólo es un exabrupto jurídico, sino un irrespeto desproporcionado a quienes han dado su vida en la lucha por lograr el reconocimiento de los Derechos Humanos para los grupos que han sido discriminados.

Los homosexuales han aprovechado el sentimiento general que existe para apoyar los Derechos humanos con el fin de capitalizarlo a su favor consiguiendo diversos privilegios que, a mi manera de ver, no tienen justificación en las leyes en las que ellos se apoyan para autodenominarse como grupo discriminado.

Los grupos discriminados, históricamente siempre ha tenido que ver con unas condiciones o estatus incambiables, como la raza, la etnia, el lugar donde se nace. Las leyes de los Derechos Civiles siempre –también- han requerido un balance sensitivo de los intereses sociales (o colectivos). Y su objetivo ha sido el de brindar alivio a aquellos que han sido víctimas del prejuicio sin limitaciones del derecho de las personas de tomar decisiones basadas en criterios “razonables”. En la misma línea, estas leyes que protegen derechos civiles, prohíben tajantemente las acciones que causen daño a inocentes.

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Marcha de los homosexuales del Polo Democrático

Así, la discriminación tiene que estar demostrada más allá que en la colección de una serie de actos aislados. Por ejemplo, un lustrabotas sin educación formal, como Lucho Díaz, es concejal de Bogotá, podría alegar ser discriminado por su falta de título universitario ya que cuando se presentó a una entrevista para ser presidente del Banco Agrario, a quien hizo la entrevista le pareció que Lucho no tenía la educación necesaria para ese cargo. Luego, el famoso ex lustrabotas podría asociarse con otras personas que no tienen educación formal en economía o ingeniería, y presionar al legislativo para que expida leyes que los protejan de esta supuesta discriminación y que obligue a la sociedad a que sean ellos quienes conformen la Junta del Banco de la República. Terrible..

Esta situación hipotética puede ser muy triste, pero eso no demuestra que ni Lucho Díaz ni los lustrabotas sean objeto de discriminación. Por supuesto, puede que los dirigentes del Polo, o su simil Moreno de Caro, utilicen los votos de estas personas y que luego, cuando son elegidos, ni los volteen a mirar. Esto también es triste pero no aplica como para rotular la infamia bajo la “discriminación”.

Las leyes de derechos civiles son para proteger a los grupos que sufren discriminación, y tales leyes se han promulgado cuando existen daños sustanciales causados a las personas como consecuencia de pertenecer o tener un estatus o condiciones incambiables. Así, los afroamericanos no necesitan esforzarse mucho para demostrar que han sido objeto de discriminación, igual que los indígenas. Incluso, la religión puede ser un factor considerado como de discriminación porque, a pesar de su aparente condición de cambiable (uno puede cambiarse de religión pero no de raza), se ha comprobado que las personas están dispuestas a morir por su fe y eso lo pueden atestiguar siglos y siglos de asesinatos en nombre de la religión, contra quienes piensan diferente a los que detentan el poder; tampoco es difícil demostrar las matanzas contra “herejes” ni las medidas autoritarias contra quienes pensaran diferente a la religión Católica (igual para otras religiones dominantes). Eso es una cosa; pero si a un evangélico le dio por darle en la “jeta” a un católico, sería muy difícil que éste último alegara ser objeto de discriminación. Tendría serios problemas para tratar de demostrar que los católicos han sido discriminados, por lo menos en el mundo occidental.

Los sodomitas, agolpados en el Polo Democrático y el Partido Liberal –donde hay muchos dirigentes de esta clase- pretenden no sólo que se legalice la sodomía, sino que también se proteja esta práctica. Alegan los liberales y los polistas, que la sodomía es una convicción ideológica y que los maricas se equiparan con los afroamericanos, los indígenas y los religiosos perseguidos, para reclamar ese estatus de condición incambiable cuando, en realidad, la sodomía no es una convicción ideológica sino una simple y llana preferencia sexual.

Y aquí viene a entenderse lo que enuncié al principio: Las leyes sobre derechos humanos no se crearon para proteger la inmoralidad, sino a los grupos neutralmente morales. No es inmoral en sí ser negro o indio, ni ser costeño o cachaco. No hay defecto moral o “delito” en esto.

¿Y qué o quién define lo moral y lo inmoral..? No sé. Supongo que lo hace la sociedad, la mayoría de sus integrantes.  Lo inmoral aquí puede ser una cualidad deseable en otra parte del mundo. Aquí, por lo menos, debido a razones religiosas o lo que sea, la homosexualidad es considerada por la mayoría como una “anormalidad”, una “inmoralidad”; hasta ha sido históricamente considerada como un “delito”.

¿Por qué..? Por muchos factores que no consideraré aquí pero que tienen que ver con nuestra tradición judeo cristiana. Aunque el Islam, tan admirado junto al hezbollah por el señor Bula y otras personas importantes del Polo Democrático, también condena el homosexualismo; lo mismo sucedía con los indígenas americanos –por citar sólo un caso-, quienes sentenciaban a muerte a los maricas precolombinos.

Me atrevo a asegurar que la “moralidad”, es un asunto intrínseco del ser humano. No hace falta saber de leyes como el Dr. Carlos Gaviria para saber que quitarle las pertenencias a alguien no está bien; ni que asesinar a otro ser humano, incluido los humanos en gestación –a quienes los del Polo y el Partido Liberal ya les dictaron sentencia de muerte- no es algo que esté bien ni que edifique al ser humano.  Puede ser un cazador recolector como un Nukak Makú, o un egresado de Oxford como Marco Palacios, pero ambos –Palacios y el Nukak- tienen algo inherente que los lleva a calificar las acciones como morales o inmorales.

Por supuesto, a lo largo de la historia, estas consideraciones y apreciaciones sobre la moralidad y la inmoralidad, han producido las leyes, que no son otra cosa que la adecuación de la moralidad grupal para que la sociedad conformada pueda existir con la garantía de que los derechos fundamentales –además de otras regulaciones- de los individuos sean protegidos.

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Matrimonio Gay. A punto de ser aprobado en Colombia

En ninguna civilización, en ningún grupo humano, la sodomía ha sido vista como algo digno de imitar. Puede que sea tolerada pero no he sabido de ejemplos históricos donde la sodomía haya sido legalizada. Excepto, claro en nuestra sociedad actual. Países como Holanda, España y otros han decidido, (¿por mayoría…?) legalizar la sodomía.

Y es que, a pesar de que la mayoría de la humanidad no es gay (si lo fuera, no habría crecimiento poblacional), la mayoría –que es heterosexual- se ha comido el cuento de que los homosexuales son un grupo discriminado.

Como ya mostré, una cosa es tener una preferencia sexual, y otra muy diferente tener una condición o una convicción ideológica incambiables.

Si las preferencias sexuales fueran catalogadas como objeto de discriminación, no tardaríamos en ver a quienes prefieren el sexo oral exigiendo preferencias legales, o quienes prefieren el sexo con burras u otros animales, alegando ser discriminados por la sociedad. ¿Qué hay de los que prefieren masturbarse espiando a sus vecin@s, o a quienes prefieren el exhibicionismo al sexo “normal”..? Todos ellos cabrían dentro de esta categoría de discriminados por sus preferencias sexuales..! Y habría infinidad de categorías para igual número de preferencias sexuales…

Comparar a Malcom X o Martín Luther King con Norberto –el peluquero- o con los travestis de Chapinero y Chicó, es una deformidad.

Ahora, quienes no somos homosexuales, debemos ser tolerantes con estas personas sin que ello signifique que merezcan un trato legal preferencial, como el que sin conseguirlo jurídicamente, lo tienen ya de hecho.

Decir que los homosexuales son un grupo discriminado, es negar que hemos tenido presidentes, juristas, senadores, concejales, alcalde y políticos gays.

¿Alguien puede negar que la administración Distrital, además de tener gente de la comunidad gay en su gabinete, también les ha dado millones (más de 500 millones por año) a los gays para que realicen su carnaval por las calles de Bogotá, o para que publiquen sus revistas, videos, etc….? Eso sucede hoy día. Y nada me extrañaría que los que fornican con animales también pretendan conseguir partida presupuestal para desfilar con sus burras, gallinas y demás… Lo mismo para los exhibicionistas, los sadomasoquistas, etc.

¿Es eso justo…? No lo creo.

Y es que el asunto de “legalizar” la sodomía, tiene implicaciones bastante serias al reclamar, como ellos reclaman, ser considerados como grupo minoritario discriminado.

Tendrían los mismo privilegios que los afrocolombianos y los indígenas (grupos que sí han sido minoritarios y discriminados), es decir, podrían salir elegidos para cargos con votación popular, con muchísimos menos votos que los demás ciudadanos, serían elegidos por circunscripción nacional; tendrían preferencias a la hora de otorgar terrenos baldíos, podrían acceder con condiciones más favorables que la mayoría de los ciudadanos a las universidades públicas;  etc.

Y no sólo eso. Podrían adoptar niños. Y eso, digan lo que digan, es absolutamente inmoral. Como es inmoral el aborto. Pretender que un niño es una mercancía y que, además, no teniendo derechos fundamentales, deba aceptar su destino de ser adoptado por una pareja de gays, es aberrante.

Porque no me vayan a decir que un homosexual es menos propenso a violar un niño que un heterosexual. Y ojo: Cuando alguien viola un niño, además de homosexual, es depravado y delincuente, como Garavito. Así, tampoco tardaríamos en ver a los violadores de niños alegando que son un grupo discriminado por sus convicciones sexuales. Es más, Luis Alfredo Garavito YA tiene esas aspiraciones. En El Tiempo del 30 de junio de 2006, página 1-2, dice textualmente: “Cuando me llegue la libertad física, en la clandestinidad empezaré a prepararme intelectualmente para llegar algún día, así como van a llegar de pronto unos señores paramilitares o han llegado los señores del M-19, al Congreso de la República. Yo aspiro a llegar allá, para trabajar por la niñez desamparada..”

Imagínense..! Garavito dice que trabajará desde el Congreso por la niñez desamparada..! Ya lo podemos imaginar presentando proyectos de ley para despenalizar la pedofilia activa (o violación de niños). Si ya hay en el Congreso un proyecto recurrente de ley para dar privilegios legales a los homosexuales, ¿quién garantiza que personas como Garavito no obtengan la adopción de niños, poniendo en peligro la vida de estos?  ¿Por respetar las preferencias sexuales de Garavito, vamos a poner en riesgo la integridad de niños inocentes..?

Evidentemente, a quienes propenden por el aborto, o asesinato de infantes, poco les puede interesar la opinión de los niños ya que –según sus razonamientos- estos tendrían menos derechos que una persona adulta. Según ellos, los fetos no tienen derecho a que se les respete la vida simplemente porque no han salido del vientre materno; de igual manera, un niño no tendría derechos hasta que no llegue a la edad adulta (18 años). Esto es absurdo.

Resumiendo: Si alguien quiere ser gay, ¡pues que lo sea..! Nadie debe meterse en su intimidad siempre y cuando sus actuaciones no causen daño a otras personas ni vulneren los derechos de otros más débiles. Si alguien prefiere deleitarse con revistas porno a leer un buen libro de cocina, ¡pues que se deleite..! Pero que no pretenda exigir su “derecho” para que las revistas porno sean obligatorias en las escuelas de primaria.  Afortunadamente la ley castiga al homosexual que tenga relaciones “consensuadas” o no, con un niño. Y considero que esto ha sido un logro. Un logro que no sabemos cuánto tiempo perdure porque, en contra de la mayoría, se pretende obligar al país a que se les otorgue privilegios legales especiales a los homosexuales, aceptando implícitamente que ellos son un grupo perseguido por sus convicciones ideológicas. Ojalá no se pretenda que el carnaval gay deba ser institucionalizado en colegios del Distrito. Aunque ya estamos a un paso de ello.

La otra opción es la del ejemplo de Sitgy, una ciudad cercana a Barcelona, puramente gay. En ese orden de ideas, y conforme a la tendencia del Polo, Bogotá podría convertirse en la Sitgy latinoamericana.  Pero eso lo tendríamos que decidir por votación, no por alcaldada, como se ha hecho hasta ahora con los carnavales gays y con la entrega a estos aberrados de extensas zonas como Chapinero y la Avenida Primero de Mayo –donde existe prostitución infantil que funciona bajo el manto protector del alcalde de Bogotá, Samuel Moreno (“Sammy”, le dicen sus amigos) quien fue elegido -¡oh casualidades!, con el apoyo de las FARC -abusadores de menores-, y de la poderosa comunidad gay capitalian. De la manera como vamos, estamos alentando a que surjan más “Garavitos”, como el “monstruo de los cañaduzales” a quien se le pronostican sólo 4 años de cárcel por violar y asesinar a más de una veintena de niños.

Además de todas estas aberraciones, el Polo Democrático no sólo se regodea con patrocinar el abuso infantil, sino que también se ha empecinado en legalizar la droga para poder expenderla en los centros educativos, que están bajo el control de la izquierda.

Que se le haga un examen de polígrafo a Carlos Gaviria, candidato a presidente por el Polo Democrático.. y que se le pregunte si es sodomita y si le gusta consumir drogas ilegales. Y salimos de dudas.

Septiembre 16 de 2009

CARLOS GAVIRIA
Carlos Gaviria Díaz, ex candidato presidencial del Polo Democrático, ex director de dicho movimiento comunista. Debería decirle claramente al país sobre sus intereses para que se apruebe el matrimonio homosexual y la adopción de niños por parte de parejas gay en Colombia

 

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