!ERNESTO Y HUGO PROHIBIDOS EN CUBA!
Esta historia, que no deja de ser picante, gira francamente al ridículo cuando uno recuerda que Ernesto Guevara se preocupaba muy poco por la limpieza
¡Ernesto y Hugo prohibidos en Cuba!
Por Benoît Villiers
9 de diciembre de 2014
(PARIS) En un intento para escapar a las consecuencias más graves de la crisis de la economía cubana, Raúl Castro ha recurrido al fomento de las actividades privadas: taxis, restaurantes, peluquerías, etc. podrán ser desarrolladas hasta la próxima revisión retrospectiva de la centralización ante el surgimiento de una “nueva clase capitalista”. Ya conocemos esa canción.
En este sentido, un artículo publicado el 26 de septiembre de 2014 por el diario español El País se nos había escapado. Vale la pena, sin embargo, que el público francés lo conozca. Se ve que la mayoría de los cubanos se ven afectados por la mini-NEP (nueva política económica) de Raúl Castro ya que se invita a que incluso las empresas estatales sean rentables. Empero, el artículo nos da un maravilloso ejemplo de las limitaciones de esos estímulos emprendidos por un Estado incapaz de salir de los carriles del marxismo-leninismo.
Los investigadores de un laboratorio estatal no encontraron nada mejor para aumentar la rentabilidad de su negocio que poner en marcha dos perfumes para hombres. El primero fue llamado “Ernesto”, y es “más fuerte y más dulce” que el segundo, el denominado “Hugo”, que es más bien “suave y afrutado”. Muy orgullosos de sus creaciones, la dirección de Labiofam, un laboratorio especializado en medicamentos homeopáticos, plaguicidas biológicos y productos veterinarios y de limpieza, presentó esos perfumes durante una conferencia profesional. Por desgracia, la reacción oficial fue violenta y los funcionarios creadores de esos perfumes tuvieron problemas con la justicia de Castro! “Las iniciativas de esta naturaleza nunca serán aceptadas por nuestro pueblo ni por el gobierno revolucionario”, tronó el Consejo de Ministros. “Los símbolos de ayer, de hoy y de siempre, son sagrados”, añadió.
Esta historia, que no deja de ser picante gira francamente al ridículo cuando uno recuerda que Ernesto Guevara se preocupaba muy poco por la limpieza. En la década de los años 1960 él no le permitió al pueblo cubano que perdiera tiempo y dinero en la compra de desodorantes y cosméticos.
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