GUSTAVO PETRO, EL TERRORISTA, TRAVESTI Y ALCALDE
Ese es Petro, el travesti, el hampón que indultaron para que terminara robando a Bogotá, sumiéndola en el atraso infernal, la delincuencia y la podredumbre que él aprendió de la mano de sus tutores y maestros en el hampa, Everth Bustamante y Carlos Pizarro
Gustavo Petro, terrorista, travesti y alcalde
Ese es Petro, el travesti, el hampón que indultaron para que terminara robando a Bogotá, sumiéndola en el atraso infernal, la delincuencia y la podredumbre que él aprendió de la mano de sus tutores y maestros en el hampa, Everth Bustamante y Carlos Pizarro
Por Ricardo Puentes Melo
Diciembre 31 de 2015
Asegurar que Petro es tan cobarde como peligroso no es ninguna contradicción. Él es ambas cosas.
Nacido en Ciénaga de Oro, tierras de Córdoba, por allá en 1960, sus padres se fueron a vivir a Zipaquirá, población que poco después sería el feudo del M19 en cabeza de otro bandido del grupo, Everth Bustamante. Su innata inclinación criminal hizo que pronto se dedicara a una vida de ocio que lo llevaba a pararse en las esquinas y reunirse con cafres de todo tipo que lo vincularon a la guerrilla. Tenía 17 años y su lamentable aspecto físico ya había causado estragos en su personalidad insegura y taimada. Como suele suceder con este tipo de criminales, el rechazo sufrido en su infancia y juventud lo llevaron a rechazar y odiar visceralmente a la sociedad.
Esto fue aprovechado serpentinamente por los reclutadores de la organización terrorista, que ya le habían puesto el ojo a las capacidades nefastas de Petro. Así que a tan solo un
año de haber entrado a la guerrilla, en 1978, es encargado de guardar algunas de las armas que el M 19 había robado del Cantón Norte en Bogotá. No lo descubrieron, así que este delincuente juvenil se creyó el cuento de ser una especie de Robin Hood en Zipaquirá y, en medio de las drogas y el desenfreno sexual, Petro empezó a desinhibirse y dio sus primeros pasos como travesti. Vestido como mujer, precisamente, sería atrapado por el ejército unos años más tarde. Entretanto, Petro seguía alternando sus clases en la Externado con el entrenamiento en armas muy cerca de su casa en Zipaquirá, junto a otros muchachos reclutados por los bandidos.
En 1981, los terroristas le financiaron su elección como Personero de Zipaquirá y luego como concejal, en 1984.
Siendo aún estudiante en la Universidad Externado de Bogotá, la misma que siempre ha defendido a ultranza a los bandidos del M19, termina sus estudios en ese mismo año y decide hacer pública su militancia terrorista aprovechando que Belisario Betancur había indultado a varios criminales de las guerrillas e iniciaba un proceso de diálogos de paz con ellos. Secretamente, el M19, financiado por Pablo Escobar, estaba planeando tomarse en poder mediante el asalto al Palacio de Justicia.
Everth Bustamante, alias “Marcos” como especie de ‘canciller’ del grupo terrorista fue el encargado de gestionar el apoyo de los sandinistas, de buscar ayuda en Francia, Austria y Suecia para que abrieran sus puertas a los criminales en caso de que algo fallara y, por supuesto, de facilitar el flujo de armas para el asalto, procedentes de Nicaragua, El Salvador, Venezuela y la Libia de Gadafi. Bustamante confió en su cuasi paisano y subalterno Petro el transporte de algunas armas que entraron por Ecuador.
Así, cuando el 20 de junio de 1985 el M19 decide romper la tregua con el gobierno de Betancur, ya estaba suficientemente armado y creía que podía tomarse el poder “a la vuelta de la esquina” como decía entonces Pizarro, alias “carroloco”. Petro se lanza a la clandestinidad muy asustado porque siempre fue cobarde y jamás se imaginó en combate contra el ejército. Su temor lo llevó, no al monte, sino a esconderse en una casa de Zipaquirá llena de armas en donde fue capturado en una de sus reuniones pervertidas, vestido de mujer, con peluca, pintorrejeado como vagabunda, y hasta con pistolita en sus ligueros de mujer. Un cuadro realmente surrealista.
Petro preso y, por tanto inhabilitado para ejercer cargos públicos. Acá se debe mencionar que Gustavo Petro fue capturado por un delito grave, introducido en el Decreto 1038/84 debido al asesinato de Lara Bonilla. Fue una respuesta contra el terrorismo. Este delito de “porte ilegal de armas”, considerado de suma gravedad en esas circunstancias, fue añadido al Decreto mencionado mediante el D. 1056/84 y estaba bajo jurisdicción de la Justicia Penal Militar, según lo había definido ya la misma Corte Suprema de Justicia
El mentiroso terrorista Petro siempre ha dicho que fue capturado por una “contravención” y no por un delito, razón por la cual sí podía ser congresista y posteriormente alcalde de Bogotá. Pero las contravenciones están muy bien definidas en el Decreto 1058/84: “andar encapuchado, con gasolina, permanganato de potasio, precursores químicos”, etc., cosas que estaban a cargo de inspectores de policía y alcaldes.
Así que Petro, capturado por el grave delito de porte ilegal de armas, pasa a manos de la Justicia Penal Militar y es condenado a 18 meses de cárcel. No hay tal de que ese decreto se haya inventado exclusivamente para él, como afirma demencialmente, sino que se expidió más de un año antes de su captura. Y tampoco es cierto que el porte ilegal de armas hubiera tenido conexión con la rebelión. Igual condena habría esperado un raponero o un vendedor de droga a quienes se les hubiera encontrado un arma.
El día de la condena de Petro, sucede lo del Palacio de Justicia. Ese 6 de noviembre de 1985 Petro, en su delirio, cree lo que ha dicho Pizarro, que la toma del poder está cerca, y trata de organizar infructíferamente una insurrección carcelaria. Le sale mal.
Los nefastos resultados del Palacio de Nariño, ya el país los conoce. Varios de los terroristas salen del país y Everth Bustamante, un asesino de lo peor de ese grupo, les consigue asilo en varios países. De eso hablaremos en un libro próximo a publicar.
Petro termina su sentencia y sale libre por pena cumplida y, flojo y cobarde como todos esos bandidos, lleva sus credenciales ante las autoridades judiciales para acogerse a Ley de Indulto de 1989 (Ley 77/89 Dto.206/90) para hacerse acreedor a los multimillonarios auxilios que el gobierno empieza a proveerles.
Este Decreto nace de una orden expresa de captura que el Juzgado 31 de Instrucción criminal Ambulante expidió contra Gustavo Petro, Everth Bustamante, Otty Patiño, Carlos Erazo, Gerardo Ardila, Libardo Parra, Eduardo Chévez, Rosemberg Pabón, Jesús Artunduaga y Vera Grabe por los delitos de REBELIÓN, HOMICIDIO, TENTATIVA DE HOMICIDIO, SECUESTRO y FALSEDAD. Obviamente por los hechos del Palacio de Justicia, que todos estos bandidos han negado sistemáticamente.
Así que el Decreto 206 del 90 salva a los terroristas de su justo castigo. Alguien cercano al M19 convence al entonces senador Álvaro Uribe Vélez de ser ponente del indulto total. Y el senador cae redondo en la trampa, alimentando a los buitres que de ahí en adelante solo intentarán asesinarlo o encarcelarlo.
Entonces, con base en la legislación actual y de la época, nadie que haya sido condenado –como lo fue Petro- y pagado su pena –como la pagó Petro- podría ser elegido congresista ni a cargo alguno de elección popular. Pero el Consejo Nacional Electoral se hizo el de la vista gorda.
En septiembre de 2010 el Tribunal Superior de Bogotá reafirmó que los delitos como el secuestro, que son de lesa humanidad, no pueden ser indultables. Pero Petro, Everth, Otty, Navarro y los otros siguen por ahí, como si nada, a pesar de haber cometido delitos de lesa humanidad.
En 1992, ya gozando del botín de sus delitos, Petro y los otros bandidos del M19, incluido Everth, ayudan a Hugo
Chávez y el resto de militares golpistas y posibilitan el traslado de estos hacia Ecuador y Perú, donde son asilados. En 1994 Chávez y los otros insurrectos son indultados por el presidente venezolano Rafael Caldera y nace la estrecha amistad con el tirano venezolano que, luego, financiaría las campañas políticas del Polo Democrático, creado por el M19.
En sus días de bandido en la clandestinidad, Petro administró algunas de las “cárceles del pueblo”, lugares infames donde tenían a los secuestrados. Se acusa a Petro de haber participado en la violación de una de las secuestradas, “y cuyo dinero pagado por su rescate pasó a sus cuentas personales, a las de Navarro, a las de Otty Patiño…”
Una fuente de inteligencia nos relató que Petro, personalmente, haciendo gala del sadismo que lo caracteriza, quemó vivos a varios policías que secuestraron en el Cauca..
Los mismos acusadores de la violación de una secuestrada, dicen que Petro, Everth Bustamante, los hermanos Antonio y Jaime Navarro Wolf, Ramiro y Carlos Alonso Lucio, y otros, fueron los inauguradores de un base del Cartel de Medellín en Cuba, como mandaderos de Escobar Gaviria.
El M19 no se desmovilizó jamás. Y por supuesto Gustavo Petro tampoco. “Quedó un comando clandestino dedicado a conseguir dinero para las campañas políticas de Navarro, de Vera y de Petro”, como lo declara un bandido que confiesa esto. “Y en las operaciones de ese comando se violaron muchos derechos humanos…. (por ejemplo: los derechos humanos de los banqueros que se secuestraron en Panamá para apropiarse por las malas de los dineros consignados en cuentas bancarias y de claves cifradas no reveladas por los comandantes del M-19 fallecidos). La Dirección del M-19 denominó a ese comando Asterix, el reponsable en la legalidad era Gustavo Petro y es la razón por la cual Petro pasa de ser un anodino militante del M a representarlo en la “vida legal” y esos recursos recuperados o conseguidos en otras acciones se conocieron en la intimidad de los ex comandantes como Petro dólares.”
Hay que mencionar también que este terrorista, Petro, se inventa la calumnia de que fue torturado cuando lo capturaron en 1985, y que torturador personal fue el entonces Teniente Coronel Alfonso Plazas Vega, entre el 4 y el 8 de octubre de 1985. Petro “recordó” exactamente el bigote de Plazas, su uniforme, las condecoraciones. “Recordó” bajo juramento cómo Plazas Vega ordenó cada una de su torturas. Pero este malévolo y demente criminal y asesino no pudo imaginar que Plazas Vega, a menos de un mes antes del asalto al palacio de Justicia, pudiera estar de vacaciones en España, como lo demostró ampliamente el Coronel con las documentaciones del caso.
El bandido Petro no tuvo más remedio que ofrecer disculpas públicas a Plazas Vega en un programa de radio.
Saco un extracto de otro artículo mío que vale la pena recordar: “Sé de varias reuniones del M-19, durante el “proceso de desmovilización” con el gobierno Gaviria, donde dejaron muy clara su intención de engañar al pueblo colombiano con el artilugio de la paz, como una combinación de sus formas de lucha, pero me referiré en esta ocasión a una, ocurrida el 24 y 25 de septiembre de 1989, en Santo Domingo, Cauca, a la que llamaron: “Conferencia nacional del M-19”, y que tenía como propósito la preparación para la X Conferencia nacional guerrillera.
“Allí asistieron Carlos Pizarro, Antonio Navarro, René Guarín, Gustavo Petro, Marco Antonio Chalitas, Everth Bustamante García, Libardo Parra Vargas, José Otty Patiño Hormaza, Jesús Arjad Artunduaga, Germán Rojas Niño, Fabio Alejando Mariño Vargas, Tatiana Rincón Covelli, Vera Grabe, Gerardo Ardila Serrano, Jorge Navarro Wolf, Glicerio Perdomo Vélez, René Ramos Suárez, Alberto Cancelado Borda, Isaías Tristancho Gómez, Martha Botero, Adriana Velásquez (hermana del coronel Alfonso Velásquez, verdugo del ejército), Jaime Arias, Marco Aurelio Alvarez, Ricardo Arévalo, Bernardo Chinchilla, junto a delegados del Barrio Bolívar 83 de Zipaquirá “casas de paz” y delegados de las Universidades Nacional, Distrital, Pedagógica y Javeriana.
“En esta reunión clandestina, que se celebraba para conspirar a ritmo simultáneo con las conversaciones y últimos ajustes para la entrega del M-19, Antonio Navarro Wolf exclamó con voz enardecida en un discurso que fue aplaudido a rabiar por el bandalaje de sicarios, que “Las armas del ejército serán del M-19”.
Extraña arenga para quienes supuestamente buscan acogerse a la legalidad, ¿verdad?
Y también dijo Navarro que “la desmovilización del M-19 no será total”, y que quedarían reductos a cargo de las finanzas para la subsistencia y permanencia del movimiento M-19.”
Ese es, a grandes rasgos, el bandido indultado Gustavo Petro. El secuestrador, el violador, el asesino, el homicida, el terrorista indultado que fue congresista y alcalde de Bogotá, que impulsó la candidatura de Antanas Mockus a la Alcaldía, que apoyó a tantos criminales. Ese es Petro, el ladrón, el encubridor de los Nule, el alcahueta de sus parientes destructores del medio ambiente, urbanizadores piratas.
Ese es Petro, el travesti, el hampón que indultaron para que terminara robando a Bogotá, sumiéndola en el atraso infernal, la delincuencia y la podredumbre que él aprendió de la mano de sus tutores y maestros en el hampa, Everth Bustamante y Carlos Pizarro.
@ricardopuentesm
ricardopuentes@periodismosinfronteras.com
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