¿NO REVOCAR ACUERDOS FARC-SANTOS?
Mi solidaridad con el presidente Uribe, por toda la persecución que ha sufrido él y su familia, sigue también intacta. Pero, no revocar los acuerdos entre Santos y FARC es entregar a la patria como sacrificio expiatorio, es ofrecer nuestras cabezas al enemigo para que, a cambio, se permita la candidatura naranja del amigo y discípulo de Santos
¿No revocar acuerdos FARC Santos?
Mi solidaridad con el presidente Uribe, por toda la persecución que han sufrido él y su familia, sigue también intacta. Pero, no revocar los acuerdos entre Santos y FARC es entregar a la patria como sacrificio expiatorio, es ofrecer nuestras cabezas al enemigo para que, a cambio, se permita la candidatura naranja del amigo y discípulo de Santos
Por Ricardo Puentes Melo
Febrero 20 de 2016
Un insólito trino del ex presidente Álvaro Uribe, sentando la línea central de lo que deberán ser las propuestas del candidato del Centro Democrático, estremeció a todos los seguidores uribistas. A las 8:11 de la mañana de ayer, desde su lecho de convaleciente, trinó: “Centro Democrático no propondrá revocar acuerdos con FARC, pero luchará para introducir los ajustes que taponen el camino castro-chavista.”
Esto significa, ni más ni menos, que el Centro Democrático da su bendición a los acuerdos de La Habana, con algunos ajustes que habría que hacer para “frenar el castro-chavismo”.
El respeto y la admiración que le profeso al presidente Uribe me obligan a decirle que está muy equivocado si piensa que son posibles las “mejoras” a un
Acuerdo que, en sí mismo, es una victoria “castro-chavista”. Las mejoras que propuso Uribe, poniendo a Iván Duque a comandar la vocería del NO, arrastrando tras de sí a otros líderes que querían la anulación total del acuerdo, fueron despreciadas y burladas ya por Santos y su equipo. Las reuniones con el gobierno, las tomadas de cafecito a los que se invitaron públicamente, los encuentros a puerta cerrada tuvieron como resultado que se pusiera en ridículo la decisión soberana del pueblo, que votó mayoritariamente para que se derogara TODO el acuerdo con las FARC, no parte del mismo.
Es latoso hablar tanto en primera persona, pero hay que decir que advertí desde hace mucho sobre las maromas que estaba urdiendo el círculo de la “izquierda democrática” del CD que rodea a Uribe con secretismos mentirosos y que se dio a la tarea desde hace mucho, de convencer al presidente Uribe de las bondades de adherirse a los Acuerdos de La Habana. De este círculo de conspiradores marxistas, que se publicitan como uribistas, salieron dos personajes que se reunieron con delegados del ELN, otro que acudió hasta La Habana a ajustar cosas mientras presionaban a Uribe encarcelando a su hermano Santiago.
Lo que hoy anuncia el presidente Álvaro Uribe Vélez, reviste la mayor importancia para el país, y viene lleno de una enorme gravedad que anuncia la entrega total de Colombia a Santos y las FARC. No revocar los acuerdos con FARC es aceptarlos. No revocar los acuerdos con FARC es pisotear la voluntad de la mayoría, que voto NO a los mismos. No revocar los acuerdos con FARC es conseguir precisamente lo que el presidente Uribe promete tratar de evitar: caer en el “castro-chavismo”, porque TODO el acuerdo, de cabo a rabo, está diseñado para allanar el camino a un régimen castrocomunista. No revocar ese acuerdo entre bandidos es, nada más ni nada menos, que avalarlo.
En la nota publicada seguida de su twitter, el presidente Uribe dice que: “El Centro Democrático tiene claro que hay que proteger y dar todas las oportunidades a los guerrilleros de base desmovilizados, además que la protección de las víctimas quedó a medio camino.”
Acá el presidente Uribe da por hecho una desmovilización que aún no ha sucedido, así lo pregone la propaganda oficialista. No hay guerrilleros desmovilizados, señor Presidente Uribe; todos los guerrilleros siguen armados y lo que dicen que son “zonas de concentración” no son otra cosa que la toma armada de diferentes regiones del país.
La “izquierda democrática” del CD está dichosa. Ya salieron a llamar “traidores” a quienes no estemos de acuerdo con la orden de Uribe de acatar los acuerdos de La Habana. El resto, los uribistas incondicionales, los seguidores de la doctrina de seguridad democrática, estupefactos.
La línea que está ordenando Uribe, de avalar el acuerdo FARC Santos, deja por fuera una posible candidatura en el CD de cualquier aspirante que tenga intenciones de revocar la infamia, y también da un portazo en las narices de quienes busquen una alianza o intenten un aval del Centro Democrático.
Desconozco las condiciones en las cuales Uribe tomó esta decisión, pero reconozco ahí las mismas manos de quienes apoyan y promueven la candidatura de Iván Duque, quien con renovado ímpetu se desbocó sin riendas en el twitter para pontificar sobre los otros acuerdos con bandidos, los del ELN, sobre los cuales ya dicta cátedra avalándolos pero con ciertas “condiciones” tan volátiles como las que se pregonan para las FARC. Es evidente que Duque quiere tomar la vocería en los diálogos con el ELN, igual que su antiguo jefe y amigo, Juan Manuel Santos, la tomó en los diálogos con las FARC. Un sueño de la Fundación Buen Gobierno (donde ambos conspiraron) hecho realidad.
Yo, aún con todo el respeto y aprecio que siento por Álvaro Uribe, no comparto esa directriz. Es un error garrafal, lo repito, una entrega total a lo que Uribe precisamente quiere evitar, y que llama “castro-chavismo”, que no es otra cosa que el marxismo-maoísmo-leninismo que profesan varios de sus consejeros, los mismos que llevaron a Santos al seno del uribismo, y que luego hicieron lo propio con Duque.
Tengo una profunda admiración por Álvaro Uribe, y agradezco su sacrificio en favor de la Patria. Pero mi deber, por sobre las preferencias personales -ya lo he dicho muchas veces- es con mi país, con los perseguidos, con los soldados que han sido sacrificados, con los exiliados a causa de esta lucha contra lo que hoy el presidente Uribe pide avalar. El holocausto de tantos y tantos compatriotas no puede ser pisoteado ni por arreglos bajo la mesa, ni por claudicación bajo ninguna circunstancia.
No revocar los acuerdos de La Habana es claudicar ante el terrorismo. Prometer “mejorar” los acuerdos es un sofisma retórico que nos conducirá al mismo hoyo donde hoy agoniza Venezuela.
Multitud de soldados que defendieron la seguridad democrática del presidente Uribe, quedaron muertos, lisiados de por vida, empobrecidos y tratados como escoria por la misma institución; miles más se pudren en las cárceles por la misma razón, acusados injustamente, con trampas, testigos falsos, y sin apoyo de nadie para pagar abogados ni sostener sus familias. Varios civiles más han salido huyendo del país, perseguidos por apoyar las tesis de Uribe y otros están arrumados en las prisiones, olvidados por aquellos por quienes se sacrificaron.
Mi admiración por Álvaro Uribe sigue incólume, pero como jamás pretendí ser de la camarilla de cortesanos -esos que lo han hecho equivocar en el pasado y ahora- sino que me considero como un fiel guerrero sin salario, seguidor del sueño que nos entregó acerca de una Colombia mejor, hago un llamado para que tanto el presidente Uribe como el CD recapaciten esta directriz.
Mi solidaridad con el presidente Uribe, por toda la persecución que han sufrido él y su familia, sigue también intacta. Pero, no revocar los acuerdos entre Santos y FARC es entregar a la patria como sacrificio expiatorio, es ofrecer nuestras cabezas al enemigo para que, a cambio, se permita la candidatura naranja de quienes, junto a Juan Manuel Santos y desde las mismas entrañas de la Fundación Buen Gobierno, planearon y ejecutaron los acuerdos que el presidente Uribe hoy pide no revocar.
Como guerreros de la causa, como víctimas de las FARC y sus aliados, le rogamos que recapacite, presidente Uribe.
@ricardopuentesm
ricardopuentes@periodismosinfronteras.com
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(1) ¿ÁLVARO URIBE BEBERÁ LA CICUTA ENVIADA DESDE LA HABANA? https://www.periodismosinfronteras.org/alvaro-uribe-bebera-la-cicuta-enviada-desde-la-habana.html
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