AÑO DEFINITIVO PARA COLOMBIA MÁS ALLÁ DE LAS ELECCIONES

Otros cuatro años más de Santos pueden ser una catástrofe para todo el país

Un año definitivo para Colombia más allá de las elecciones

Colombia tiene indicadores socio-económicos muy negativos, como por ejemplo en el Indice del Desarrollo Humano que mide el Programa de las Naciones para el Desarrollo (PNUD), en donde ocupa el puesto 91 sobre un total de 186 por detrás de otros países de la región, como Argentina, Uruguay, Venezuela, Ecuador, Perú e incluso Cuba, por citar solo algunos

Ricardo Angoso
Ricardo Angoso

Ricardo Angoso

Febrero 11 de 2014

Más allá de quien sea el próximo presidente del país, algo que los colombianos decidirán con su voto en el próximo mes de mayo, Colombia tiene ante sí una agenda ambiciosa plagada de retos y desafíos, pero también de acuciantes problemas y asuntos que ya no se pueden dilatar en el tiempo. El desarrollo social es una demanda impostergable y hacer frente de una forma efectiva a la inequidad es también un desiderátum que ya no admite más retrasos. Como dice el senador Jorge Enrique Robledo, “en Colombia no cabe ni un pobre más”.

Pero también está el proceso de paz. Las negociaciones entre el ejecutivo de Bogotá, presidido por Juan Manuel Santos, y la organización terrorista Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han dado todavía unos pobres resultados, aunque ya se han dado pasos para la futura participación política de este grupo alzado en armas en próximos procesos electorales. Sin embargo, la paz está todavía muy lejos y los atentados, junto con otros hechos delictivos perpetrados por los terroristas, así lo atestiguan.

El reciente atentado cometido en la localidad de Pradera, en la región del Valle, en que resultaron heridas sesentas personas y hubo una víctima mortal, muestra a las claras la fragilidad del proceso y las inciertas perspectivas que todavía genera, pese al optimismo del presidente Santos y sus colaboradores. El ejército está hastiado por esta situación, y así lo ha hecho saber en varios foros, y hoy casi nadie confía en las FARC en la sociedad colombiana.

A nadie se le escapa que para algunos contradictores de Santos, como el ex presidente Álvaro Uribe, que lidera una lista al Senado

Álvaro Uribe Vélez, el principar opositor al gobierno de Santos (Foto Angélica Torres, Periodismo Sin Fronteras)
Álvaro Uribe Vélez, el principar opositor al gobierno de Santos (Foto Angélica Torres, Periodismo Sin Fronteras)

con algunas posibilidades electorales para las elecciones legislativas previstas para el 9 de marzo, el proceso se está desarrollando en unas condiciones que solo benefician a las FARC. Y, además, muchos consideran que lo está en juego es la impunidad total de los terroristas a cambio de la “delación de las armas”. El problema es que Santos, cuyos resultados en casi todas las materias son muy pobres tras estos años de gobierno, necesita un acuerdo con las FARC como agua de mayo y tan solo la firma de unos mínimos le permitiría la reelección; su continuidad como presidente está ligada a ese acuerdo, y él lo sabe. También Uribe.

Colombia, ¿nubarrones a la vista? Todo parece indicar que la famosa “locomotora” colombiana muestras signos de agotamiento, de inconsistencia de su proyecto económico y de una escasa concreción en sus objetivos estratégicos. Por ejemplo, este año la economía colombiana crecerá apenas un 4%, muy lejos de los “tigres” del continente, como Chile, Panamá y Perú. Una buena parte de su crecimiento colombiano está ligado al “boom” de las comodities y a la burbuja -que todo el mundo niega- que vive el sector inmobiliario.

Colombia tiene indicadores socio-económicos muy negativos, como por ejemplo en el Indice del Desarrollo Humano que mide el Programa de las Naciones para el Desarrollo (PNUD), en donde ocupa el puesto 91 sobre un total de 186 por detrás de otros países de la región, como Argentina, Uruguay, Venezuela, Ecuador, Perú e incluso Cuba, por citar solo algunos. También está muy mal situado en lo que es desigualdad social, que lo mide el Coeficiente Gini, y se encuentra situado entre los países más desiguales del mundo y en América Latina tan solo es superado por Honduras y Haití. Por no hablar de la educación, donde según el informe Pisa, que mide los niveles de preparación de los jóvenes de los países más desarrollados del mundo, Colombia está en el puesto número 63 sobre 65 en el ranking; peor que los colombianos solo están los peruanos, en un indecoroso último lugar.

Haciendo un balance de lo que han sido estos cuatro años de Santos se puede afirmar sin lugar a errar el tiro que hubo escasos avances en materias tan fundamentales como la salud, la educación, el desarrollo de un plan de infraestructuras y la lucha contra la inequidad social. Resulta increíble que a estas alturas todavía haya un 22% de los colombianos que no tenga una red de alcantarillado en sus ciudades y pueblos, más de un 10% esté en el desempleo y que la pobreza se sitúe entre el 30 y el 40% ciento (datos del Gobierno, pero quizá más altos).

Esta humilde mujer de Turbo, Antioquia, abandonada por el gobierno de Santos, a pesar de ser víctima de las FARC, es una pequeña muestra del nivel de pobreza en Colombia (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Esta humilde mujer de Turbo, Antioquia, abandonada por el gobierno de Santos, a pesar de ser víctima de las FARC, es una pequeña muestra del nivel de pobreza en Colombia (Foto Periodismo Sin Fronteras)

A pesar del triunfalismo que exhibe la actual administración Santos, que no ha tenido una auténtica política social más allá de las supuestas casas gratis que iba a entregar a los colombianos más pobres, Colombia sigue anclada en unos indicadores y un estado de cosas claramente tercermundistas. Mientras que para llegar a París desde Bogotá apenas se tardan 12 horas en avión, si uno toma un coche para ir desde la capital hasta la ciudad de Cali -468 kilómetros- tendrá que emplear 14 horas.

Una gestión mediocre para un país que demanda cambios No hay una verdadera red de transportes y comunicaciones en este país, el servicio de correos fue privatizado y enviar un paquete o un sobre postal tiene un coste desmesurado, el tren ya hace años que desapareció y los servicios públicos, casi todos privatizados en aras de satisfacer a los grandes monopolios que manejan la nación, son un caos. También Colombia está a la cola en inversiones en investigación y desarrollo científico, donde apenas gasta un 0,49% de su producto interior bruto, muy por debajo de casi toda la región y un puesto tercermundista a nivel mundial. Brasil y Chile gastan, por ejemplo, cuatro veces más que Colombia.

Santos, de rumba mientras el país se derrumba
Santos, de rumba mientras el país se derrumba

“En lo económico, y por ende en lo social, cómo ser peor que Santos en relación con los TLC, las EPS, la tutela, el salario mínimo, las pensiones, los impuestos, la educación, la concentración de la riqueza, la desigualdad social, el desempleo, la pobreza, la industria, el agro, los baldíos, la minería, el medio ambiente y la desnacionalización de la economía”, señalaba recientemente el ya citado senador Robledo, del izquierdista Polo Democrático Alternativo.

Otros cuatro años más de Santos, en el sentido de no que se avancen y diseñen grandes políticas a nivel de Estado para hacer frente a los grandes desafíos en los que tiene que estar presente lo público, como es la salud, la educación, la investigación y las infraestructuras, pueden ser una catástrofe para todo el país. Colombia puede estar entre los grandes líderes del continente pero para ello tiene que hacer más esfuerzos y modernizarse a un ritmo más rápido; en la sociedad global ya nadie regala nada y la competencia es cada vez mayor.

Precisamente en lo que es la competitividad económica tampoco los indicadores de esta nación son de los mejores del mundo: se encuentra en el puesto 69 y están por delante de Colombia países de la región como Chile, Panamá, Costa Rica, Brasil, Uruguay y México. En lo que respecta al futuro del país, señalaba muy atinadamente el embajador Germán Bula, al que cito textualmente: “Ha habido muchos desaciertos en la gestión de Santos que son sorprendentes para un hombre con tanto olfato político. Le quedan menos de un año para introducir esos cambios, para que sitúe a Colombia en un buen lugar América Latina y consiga que la opinión pública también lo perciba así. Es decir, Colombia puede ser líder, pero tendrá que trabajar y su puesto entre los grandes del continente no está asegurado”. ¿Será capaz de lograrlo en su próximo mandato el presidente Santos tras haber fracasado en estos cuatro años pasados sin rumbo a ninguna parte?

rangoso@iniciativaradical.org

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