Hay un electorado dispuesto a creer ciegamente al candidato que más soluciones prometa. Gustavo Petro, sempiterno candidato a la presidencia, quien fuera alcalde de Bogotá, quedó en deuda con sus electores en 30 renglones, según el Espectador, que incluyen sectores como la movilidad, educación, salud, hábitat, servicios públicos y seguridad. En la actualidad Petro tiene más promesas, entre otras, suspender la extracción petrolera y expropiar tierras, como si eso garantizara que los predios confiscados van a ser puestos en producción.
Los encantadores empiezan quitándole a los poderosos sus bienes sin importar como lo obtuvieron. Su justicia no se fundamenta en producir sino en confiscar. Suben impuestos, expropian tierras y fábricas, pagan subsidios con los que endeudan a la nación, disponen controles que afectan la inversión lo que al paso del tiempo solo resultan en mayor corrupción, un clientelismo político que empantana al país y una inflación que afecta la productividad. En una palabra, son acciones que cuando se implementan, solo resultan en una súper producción de pobres.
La mayoría ciudadana de cualquier país es pobre. Vive con dificultades y no dispone del confort y las oportunidades de los que cuentan con grandes recursos, aun peor, hay sectores de la población que sobreviven en pobreza extrema siendo su existencia verdaderamente miserable, lo que genera conflictos sociales de diferente intensidad y la oportunidad a que encantadores ávidos de poder, prometan soluciones que solo empantanan la vida de todos, sin embargo, la miseria no debe apagar la razón.
Ser pobre es duro, abarca una penosa y triste realidad que no debería conducirnos a ser dependientes de un Partido o de un grupo que disponga de la vida y hacienda de todos. Ser pobre es malo, pero ser esclavo es peor
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