EUROPA: LAS RAZONES DEL AUGE DE LA EXTREMA DERECHA
Europa se encuentra atrapada entre los pobres que añoran de alguna forma la seguridad que les daba el comunismo y unos nuevos xenófobos que añoran un nazismo que nunca conocieron.
Las razones del auge de la extrema derecha en Europa
Europa se encuentra atrapada entre los pobres que añoran de alguna forma la seguridad que les daba el comunismo y unos nuevos xenófobos que añoran un nazismo que nunca conocieron.
Por Ricardo Angoso
Septiembre 11 de 2015
Un fantasma recorre Europa: el de la intolerancia. De un tiempo a esta parte, pero sobre todo tras la caída del Muro de Berlín y el fracaso de los partidos tradicionales a la hora de resolver la potente crisis económica, se asiste en todo el continente al éxito político de los partidos extremistas que se declaran abiertamente contrarios a toda forma de inmigración y que presentan un discurso claramente xenófobo cuando no racista. Europa se encuentra atrapada entre los pobres que añoran de alguna forma la seguridad que les daba el comunismo y unos nuevos xenófobos que añoran un nazismo que nunca conocieron.
Y es que en la vieja Europa, la que en un tiempo enarboló la bandera de la razón, el populismo ha calado en casi todos los países y ya nadie se libre de este auténtico “virus” contagioso e intolerante. En Alemania, por ejemplo, está la Alternativa por Alemania (AfD), que obtuvo un 4,7% de votos en las últimas elecciones generales, quedando muy cerca del 5% para entrar en el parlamento federal, y el Partido Nacional Democrático Alemán (NPD), que ya consiguió obtener un escaso en el Parlamento Europeo.
Los países nórdicos -Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia- tampoco se han quedado al margen de este fenómenos y fuertes organizaciones de extrema derecha, como el Partido Popular Danés o los Auténticos Finlandeses, han conseguido en recientes convocatorias electorales unos resultados bastante exitosos, que van desde el máximo 26% de los votos de Dinamarca hasta el 13% de los Demócratas de Suecia. En Grecia, los nazis del partido Amanecer Dorado ya son la tercera fuerza política con el 6% de los votos y compiten en agresividad con sus vecinos búlgaros de Ataka y los rumanos del Partido de Rumania Grande.
Hungría, para no ser menos que el resto de los europeos, también tiene su formación de carácter nacionalista, antisemita y racista, el Movimiento por una Hungría Mejor (Jobbik), que en las elecciones europeas llegó hasta el 15%, bastante cerca de los buenos resultados obtenidos por el ultraderechista Partido de la Libertad de Austria (FPO) -20% de los votos- y del Frente Nacional (FN) francés -casi el 25% en los mismos comicios-, partido este último en ascenso a tenor de las últimas encuestas publicadas.
A esta larga lista de grupos, hay que añadir el Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) -26% de los votos en las europeas-; el Partido Popular Suizo (SVP-UDC) -26% en las locales-; el Partido Liberal Democrático de Rusia-12,5% en las elecciones a la Duma-; el Partido de la Ley y la Justicia de Polonia -más del 30% en su lista europea-; el Partido por la Libertad de Holanda -13% de los votos también en su lista al legislativo de Bruselas- y, por último, la Liga del Norte de Italia, que consiguió, ni más ni menos, que sentar a cinco de sus miembros en el Parlamento Europeo en los últimos comicios.
Las razones de este discurso de corte nacionalista y excluyente: nueve razones:
1.La crisis económica ha provocado un sensación de inseguridad, insatisfacción, crispación y malestar, diría que a partes iguales, en los sectores sociales más vulnerables de la población que han visto como perdían sus trabajos, sus prestaciones sociales y el apoyo de un Estado que pasó de ser del bienestar al de “sálvese quien pueda”. Así, muchos ciudadanos comenzaron a percibir a la inmigración como una amenaza directa a sus intereses; faltó pedagogía, por parte de los gobiernos, para explicar las cosas y una regulación más exigente para haber hecho frente al fenómeno migratorio.
2.Asociada a esa crisis económica, el desempleo creció de una forma alarmante en todo el continente, creándose unas bolsas de descontento social, desamparo y contestación ante una situación nueva y a la que los gobiernos no le sabían dar la respuesta adecuada. Este grupo de desempleados, muchos jóvenes con escasa formación y nulos recursos, constituyeron el sector más vulnerable al discurso ultra y donde más calaron las consignas populistas. Lógico.
3.Paralelamente a estos fenómenos descritos, los partidos tradicionales se vieron incapaces de responder a una crisis económica de una magnitud desconocida hasta ahora. Tanto los partidos de corte socialdemócrata como los liberales, junto con otros de corte derechista o izquierdista, no supieron dar las propuestas que las sociedades demandaban y haber reformado el Estado del Bienestar sin haber generado el rechazo casi unánime de la sociedad. Hubo una crisis de la política tradicional que originó estos “daños colaterales” en lo político que padecemos ahora. Sobre las ruinas del viejo Partido Comunista Francés, que un día llegó a contar con el 20% de los votos, nació el Frente Nacional, que absorbió a una buena parte de su electorado de origen social humilde.
4.El Estado de Bienestar, en las formas y financiación, entró en una crisis aguda, grave y de carácter irreversible. En un periodo de una crisis tan persistente y larga como la que vivió y vive todavía Europa, los Estados no pudieron mantener la presión fiscal de antes y hubo que sacrificar prestaciones y servicios, lo que generó revueltas, un desgarrador desencanto ante el sistema y el castigo electoral de una sociedad que vio en sus políticos de siempre a gente insensible a sus demandas y también a sus penurias.
5.La descomposición social como fruto de todo lo descrito anteriormente también fue parte del problema, ya que numerosas capas medias que habían pertenecido a los sectores sociales beneficiados por el sistema veían como su calidad de vida mermaba y pasaban a estratos inferiores. Esos estratos sociales fueron carne de cañón de los nuevos movimientos ultras y pasaron a engrosar las filas de electores de la extrema derecha.
6.El final del Estado superprotector, tanto en su vertiente comunista como en lo que fue el ya difunto Estado del Bienestar, tuvo como primera consecuencia la creación de una gran bolsa de desamparados y náufragos en términos sociales. El comunismo era una dictadura pero al menos garantizaba un trabajo -mal pagado, pero seguro-, una vivienda de mala calidad y unos mínimos que las nuevas sociedades capitalistas no garantizaban; ese ejército de abandonados por los nuevos sistemas pasaron a engrosar los votantes de los nuevos movimientos populistas.
7.Falta de liderazgo europeo. Se echaron en falta líderes como los de los ochenta, al estilo de los Mitterrand, Kohl, Thatcher y González, que pusieran orden en el desconcierto europeo y fueron capaces de afrontar el desafío migratorio con Leyes y Derechos. No hubo esa respuesta reflexiva, se generó la angustia y el caos y los nuevos tahúres del orden y la ley, la mano dura y el recetario de librillo, se abrieron paso con facilidad e impartiendo doctrina.
8.La escasa capacidad para regular los fenómenos migratorios por parte de los Estados generó la alarma social y el malestar en países que, como España, pasaron de tener apenas unos miles de migrantes a más de cinco millones entre legales e ilegales. La oleada migratoria se desbordó y, como consecuencia de todo ello, llegó el tsunami racista.
9.Finalmente, el factor islamista se vino a unir a todo este conjunto de fenómenos novedosos que causaron sorpresa, cierta zozobra y un sentimiento de inseguridad frente a una fe que la gente no comprendía en profundidad. Luego el Islam que llegó a Europa, quizá por su carácter marginal y periférico dentro del mismo mundo musulmán, tampoco ayudó mucho a “vender” una imagen de tolerancia, integración y respeto a la pluralidad en el continente europeo, sino más bien todo lo contrario, generando un rechazo en muchos sectores que dura hasta el día de hoy.
@ricardoangoso
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