LA BAJADA DE PANTALONES DEL GOBIERNO
A Santos le da pavor cualquier cosa que lo obligue a levantarse de la mesa y quedarse sin lo único que cree que le asegura su “paso a la historia”
Bajándose los pantalones
A Santos le da pavor cualquier cosa que lo obligue a levantarse de la mesa y quedarse sin lo único que cree que le asegura su “paso a la historia”
Por Rafael Nieto Loaiza
Julio 12 de 2015
Soy cada vez más pesimista sobre los diálogos con las Farc. Y la entrevista de Humberto de la Calle a Juan Gossaín solo profundizó mis temores. No veo, en contra de lo que se dice, un endurecimiento del discurso gubernamental. En realidad el jefe de los negociadores del Gobierno anuncia un conjunto de gravísimas concesiones a las pretensiones de la guerrilla.
Plazo a la negociación: es aquí donde las interpretaciones ven mayor dureza en la posición del Gobierno. Pero aunque De la Calle dice que “el proceso está llegando a su fin, por bien o por mal”, también agrega que no es “capaz de darle un plazo”. Su declaración confirma que Santos mintió cuando después del asesinato de los soldados en el Cauca dijo que había que “ponerle plazos a este proceso” y anunció públicamente que lo haría. Fue un contentillo a una opinión pública exasperada. Nunca ocurrió. Como dijimos entonces, si el Gobierno no anunciaba públicamente la fecha del plazo, lo embolataría. Y lo embolató. A Santos le da pavor cualquier cosa que lo obligue a levantarse de la mesa y quedarse sin lo único que cree que le asegura su “paso a la historia” y su Nobel anhelado. Por eso le hizo el quite a las declaraciones de su Vicepresidente pidiendo un plazo y a la propuesta de Antonio Navarro y Claudia López de buscar una manifestación ciudadana en octubre, a través de una papeleta, para establecer un término perentorio a los diálogos. Muchos muertos y atentados han ocurrido desde los asesinatos de los soldados y sin embargo la “paciencia” que Santos decía que se le agotaba, sigue intacta. Para usar las palabras de Vargas Lleras después de la masacre del Cauca, más allá de las declaraciones coyunturales del Presidente, las Farc nos siguen “tomando del pelo”.
No habrá cárcel: aunque De la Calle sostenga que “ahora existen el Tribunal de Roma y la Corte Interamericana, la legislación interna también ha cambiado, hay fallos de nuestra Corte Constitucional según los cuales no se puede suspender la totalidad de las penas (y que además) el país exige justicia sin amnistías generales”, anuncia también que el Gobierno está montado en la tesis de que los guerrilleros responsables de crímenes de lesa humanidad y de guerra no pagarán penas privativas de la libertad sino alguna “pena alternativa”.
En efecto, el jefe negociador dice que “lo que se busca es limitar la acción penal a los (crímenes internacionales) y a sus máximos responsables (y que la sanción) podría reducirse a una pena alternativa que se pague en condiciones de dignidad, sin rejas ni piyamas rayadas”. Por cierto, ¿de cuándo acá las “rejas” son indignas para los criminales internacionales?
Extradición: ratifica expresamente que el Gobierno quiere negociar con Estados Unidos un compromiso para no extraditar a los guerrilleros. “Que haya un apoyo internacional a una paz duradera en Colombia, y que eso haga innecesarias las extradiciones”. Y para darle más tranquilidad a las Farc, añadió que “en Colombia quien finalmente decide sobre extradiciones es el jefe del Estado”.
Participación en política: cuando Gossaín le pregunta por curules directas para las Farc, sin ganarlas en unas elecciones, dice que “así me lluevan tomates, en una primera etapa, netamente transitoria, el Estado y el país tienen que abrir la mente a la participación de las Farc como partido político desarmado (y) que los colombianos tenemos que prepararnos para obrar con generosidad en ese momento”. Según De la Calle, eso es abrir “dignamente las puertas políticas para las Farc”.
Triunfo militar: En este punto de la Calle sí fue contundente. Sostuvo que “el predominio militar del Estado es indiscutible” y “que la guerra estratégica ya terminó y que el Estado la ganó”. Y que las Farc deben temerle a las FF. MM. Pero Santos lo borra de un plumazo apenas ayer cuando dijo que “yo sé, porque conozco las Fuerzas Militares como la palma de mi mano, que no somos capaces de desaparecerlos… en los próximos 10, 15 o 20 años”.
El Gobierno pareció mostrar los dientes. En realidad se bajó los pantalones .
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