LA VÍA DIFÍCIL

El ex-Presidente Álvaro Uribe, nos dice que estamos cansados, y que por eso su partido no buscará revocar los acuerdos ilegítimos que él mismo se negó a refrendar en el Congreso, ausentándose del recinto para no incurrir en una ilegalidad

La vida de Alejandro Ordóñez está en serio peligro

La vía difícil

El ex-Presidente Álvaro Uribe, nos dice que estamos cansados, y que por eso su partido no buscará revocar los acuerdos ilegítimos que él mismo se negó a refrendar en el Congreso, ausentándose del recinto para no incurrir en una ilegalidad

Lía Fowler

Por Lía Fowler*
3 de marzo de 2017

Ha llegado la hora. Este será o nuestro mejor momento, o el más sombrío.

La Constitución ha sido suplantada; la voluntad del pueblo silenciada. Las Cortes, el Congreso, y hasta el autocrático Juan Manuel Santos rinden cuentas sólo a la “Comisión de Seguimiento”, entidad constituida por genocidas y sus propagandistas, que no representa a nadie, más que a los delincuentes y a los beneficiarios de las fortunas del narcotráfico.

Frente a tan oscuro escenario se vislumbran, para las mayorías que rechazan este golpe de estado, dos caminos:

El ex-Presidente Álvaro Uribe, nos dice que estamos cansados, y que por eso su partido no buscará revocar los acuerdos ilegítimos que él mismo se negó a refrendar en el Congreso, ausentándose del recinto para no incurrir en una ilegalidad. Escribe en su cuenta de Twitter que piensa en el 2018 y se imagina un pueblo aburrido del tema, cansado de “pelear.” Y propone, entonces, acoger los acuerdos y “corregirlos.”

Álvaro Uribe Vélez reunido con Alejandro Ordóñez

Y nos ofrece el ex-Presidente Uribe, en vez de lucha, descanso. Nos presenta un candidato que saca un rompecabezas de su mochila y distrae la mente con ideas “naranja” – según el candidato el color de la felicidad. Nos habla de cultura, arte, cine, y danza. Habla de transparencia y de la luz del sol. En un momento difícil y confuso nos ofrece un metafórico té reconfortante de hojitas de felicidad.

Por otro lado, Fernando Londoño Hoyos nos dice esta semana en su editorial de La Hora de la Verdad, que el alma de los colombianos está gravemente enferma, y lo sustenta con las encuestas que muestran a un pueblo defraudado y pesimista con respecto al futuro. Nos dice el Dr. Londoño que los colombianos no sienten que tienen partidos ni líderes que los representen, y lo respaldan tanto las cifras como la fragmentación entre aquellos que dijeron, en algún momento, oponerse a la entrega del país.

Nos ofrece Londoño un camino muy distinto: No el camino amable de la capitulación ante este golpe, ni el camino fácil del descanso.

“Alguien tiene que ejercer un liderazgo,” dice Fernando Londoño, y al decirlo, nos da él mismo un rayo de esperanza. “Hay que mostrar un camino de redención por difícil que sea la cuesta que haya que subir.”
La primera vía es un sueño, tentador pero engañoso. Se parece a la opción que ofrecían los Santistas: ¿no prefieren la paz a la guerra? Así mismo esta vía ofrece “conciliación” en vez de lucha. Este camino nos llevará tranquilos e ilusionados a la ruina de un narcoestado fallido.

La segunda vía es dura y trabajosa: requiere enfoque y vigilancia continua, protesta sostenida y elocuente, y el desgaste físico y moral de librar la batalla con valentía. Pero es el único camino que nos llevará a la victoria y reestablecerá la república.

“Cuando hay ánimo de lucha hay esperanza,” nos dice Fernando Londoño, y debe ser éste nuestro grito de batalla.

Uribe nos presenta un candidato que saca un rompecabezas de su mochila y distrae la mente con ideas “naranja” – según el candidato el color de la felicidad

Tiene el enemigo las armas, la propaganda, la plata y el poder. Pero tiene el lado del bien a la gran mayoría de los colombianos y el momento histórico por el que atraviesa el mundo. Estados Unidos, que ayudó a imponer este régimen bajo la administración de Obama, rechaza hoy bajo el gobierno Trump la ideología detrás del acuerdo FARC-Santos. Europa también empieza a dar un giro a la derecha, y su respaldo a este nefasto acuerdo empezará a menguar.

El primero de abril, los colombianos saldrán a la calle. Ese esfuerzo podrá ser una de dos cosas. Si seguimos la primera vía, será un evento político más para dejar constancia del inconformismo de la oposición.

Si seguimos la segunda, será apenas el comienzo de un movimiento popular que luchará con todos sus recursos para tumbar esta dictadura y revocar los acuerdos ilegales. Como dijo bien el ex-Procurador Alejandro Ordoñez, el pueblo deberá “salir permanentemente, con militancia.” Esta es la vía difícil – y es la vía recta.

Ha llegado la hora. ¿Comenzaremos a recobrar la patria o la dejaremos perder definitivamente?

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