LAS FARC DEBEN PAGAR POR LA MATANZA DE REHENES DEL 5 DE MAYO DE 2003
Las viudas, hijos, nietos, hermanos y familiares de esas víctimas, tenemos derecho a que este crimen de lesa humanidad no sea olvidado con un pupitrazo en la legislatura extraordinaria de este diciembre del 2016 como colofón del premio Nobel de Paz del presente año
Las Farc deben pagar por la matanza de rehenes del 5 de mayo de 2003
Las viudas, hijos, nietos, hermanos y familiares de esas víctimas, tenemos derecho a que este crimen de lesa humanidad no sea olvidado con un pupitrazo en la legislatura extraordinaria de este diciembre del 2016 como colofón del premio Nobel de Paz del presente año
Por Diego J. Tobón Echeverri
30 de diciembre de 2016
El 21 de abril de 2002, Gilberto Echeverri Mejía, mi tío, ex ministro de Defensa, y Guillermo Gaviria Correa, gobernador del departamento de Antioquia, caminaban para lograr, con el apoyo internacional de organizaciones inspiradas en la “No Violencia”, en Gandhi, Martin Luther King, en la doctrina de la Iglesia Católica e Iglesias Cristianas, terminar con la extorsión y el sitio de las Farc al municipio de Caicedo y a sus 8.000 habitantes, cafeteros, pequeños agricultores y ganaderos, en el occidente de Antioquia.
Trabajaban por la Paz en Antioquia como política de estado. Caminaban desarmados y acompañados por el pastor bautista Bernard Lafayette y una multitud de antioqueños que salieron a pie desde Medellín. Cruzaron el túnel de occidente, durmieron en Sopetrán y Santa Fe de Antioquia. Fueron secuestrados y se les cortó el camino “por ingresar a un territorio de las Farc UP sin su permiso”, dirían después en sus oficinas en Berna, Suiza.
Caminaron hacia Urrao y Frontino, con alias “el paisa” y su cuadrilla. Encontraron varios secuestrados más y compartieron, con dos oficiales del Ejército y de la Marina, así como con diez soldados y policías, su “retención política en calidad de canjeables”.
Era un grupo de catorce víctimas entre las más de 300.000 que estuvieron en los campos de concentración de las Farc, organización que ahora pregona y declara que ellos, esas catorce víctimas, “no fueron víctimas de ejecución sistemática por parte del Secretariado de las Farc”. Sus captores y asesinos serán amnistiados esta semana.
Sin embargo, el 5 de mayo de 2003, esos secuestrados fueron ejecutados por las Farc en cautiverio, a primera hora de la mañana, con sus compañeros de las fuerzas militares y policías, por orden de los jefes de las Farc. “Eran enemigos de clase”, diría “el paisa”.
Las viudas, hijos, nietos, hermanos y familiares de esas víctimas, tenemos derecho a que este crimen de lesa humanidad no sea olvidado con un pupitrazo en la legislatura extraordinaria de este diciembre del 2016 como colofón del premio Nobel de Paz del presente año.
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