LAS NOBLES RAÍCES DEL MARXISMO
¿De dónde los socialistas sacaron que el sistema industrial capitalista perjudicaba a los pobres y a los obreros? ¿Y de dónde tomaron sus falaces argumentos?
Las nobles raíces del marxismo
¿De dónde los socialistas sacaron que el sistema industrial capitalista perjudicaba a los pobres y a los obreros? ¿Y de dónde tomaron sus falaces argumentos?
Por Alberto Mansueti
Junio 26 de 2016
De propósito puse este título para llamar tu atención, si eres marxista. Y si no lo eres, probablemente sabes cómo pienso y escribo, y por eso el título ha llamado tu atención, de todos modos.
Este artículo trata del industrialismo, uno de los blancos favoritos de la izquierda en sus embestidas contra el capitalismo, en especial contra la Primera Revolución Industrial. Trata de la leyenda negra marxista sobre Manchester, primera ciudad industrial en Inglaterra, a fines del siglo XVIII.
La “Liga de Manchester” fue fundada por dos cristianos “cuáqueros”, Richard Cobden y John Bright, contra las leyes “proteccionistas” del mercantilismo y contra el imperialismo inglés, a favor del libre comercio. Fue sede de la Escuela de Manchester, que profesaba la Cámara de Comercio de la ciudad. La palabra “manchesteriano” como despectivo, fue acuñada por Ferdinand Lassalle, fundador del socialismo alemán.
Los marxistas siempre han atacado el industrialismo, alegando no solamente la explotación de los obreros, sino también la polución ambiental, pretexto nada nuevo; y eso desde sus comienzos. Los “luditas” atacaban las fábricas y rompían las máquinas; se supone que el obrero Ned Ludd (quizá un seudónimo), hacia 1811 incendió unas textileras. El cine se ha hecho eco del cuento, y varias películas hay sobre las “pésimas condiciones de trabajo” y la “explotación del “proletariado”, etc. Ya en 1936 el socialista Charles Chaplin hizo “Tiempos modernos”, sobre el obrero víctima de la “línea de montaje”, o sea la producción en cadena de artículos populares y de consumo masivo.
Pero la producción masiva abarata los artículos para la venta, y la oferta abundante a precios económicos beneficia principalmente a los más pobres, que además en esa época (como ahora), iban a las fábricas sin que nadie les obligara, porque esos empleos eran mejores para ellos que las opciones en campos y caseríos: los varones como peones en las fincas de la nobleza rural, y las mujeres como fregonas y lavanderas en las casonas de los hacendados.
¿De dónde los socialistas sacaron que el sistema industrial capitalista perjudicaba a los pobres y a los obreros? ¿Y de dónde tomaron sus falaces argumentos?
Para responder a los ataques marxistas, varios autores liberales clásicos escribieron “El capitalismo y los historiadores”, libro de 1954, editado por Friedrich Hayek. La obra desmonta la “leyenda negra” sobre Manchester. El mito de la explotación de los obreros, y de las mujeres y los niños “sometidos a extensas y agotadoras jornadas laborales”, fue forjado por los propagandistas del socialismo, sobre la base de las quejas y lamentos de la aristocracia. Fue que los industriales manchesterianos dejaban a los nobles señores rurales sin peones para sus haciendas; y a las baronesas y ladies sin fregaplatos, costureras y peluqueras.
Las izquierdas describen siempre aquel trabajo como “inhumano”, casi de esclavitud. El libro cuenta la realidad: sueldos y condiciones laborales en las primitivas fábricas no eran de lo mejor, comparadas y juzgadas con criterios de hoy. Pero eran buenas, comparadas con las pocas y más pobres alternativas disponibles por entonces. Los hombres preferían trabajar como obreros en las ciudades industriales, antes que en los campos. Sus esposas, hermanas e hijas, preferían ser obreras antes que cocineras y mucamas. Y llevaban consigo a sus hijos e hijas, porque pensaban que no es malo para los niños aprender a trabajar desde pequeños.
Pero en el Parlamento, sobre todo en la Cámara de los Lores, los “Tories” (nobleza conservadora) presentaban informes terribles y horripilantes, sobre la “condición insalubre de trabajo en las fábricas”, que titulaban “Libros Azules”. Los editaban y reeditaban cada uno o dos años. Y los socialistas repitieron todos esos libelos de los terrateniente anti-manchesterianos.
Marx lo escribió de su puño y letra en su “Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores” (Primera Internacional), que fundó en Londres, el 28 de septiembre de 1864. Puedes leerlo en Internet: declara allí sin complejos ni rodeos, que sus fuentes eran los “Libros Azules”. O sea: los socialistas, aliados de la aristocracia, contra los empresarios industriales y el capitalismo liberal. ¿Se ven las “nobles” raíces del marxismo?
Desde entonces hasta hoy, las “pésimas condiciones de los trabajadores en el sistema fabril” ha sido tema favorito de las izquierdas, aun cuando ya el sistema fabril como tal ha pasado a la historia en muchas partes del mundo. Pero cuando en países atrasados como China e India, y algunos de América latina, el capitalismo industrial asoma o levanta cabeza, vuelven otra vez los marxistas con la misma leyenda negra acerca de las “miserables condiciones laborales, “explotación de mujeres y niños” (que ahora llaman “trata o tráfico de personas”), “salarios de hambre”, etc.
Claro, los liberales clásicos tenemos que decir algo: lamentablemente las “maquilas” les dan mucho argumento a las izquierdas. Pero nosotros no defendemos las maquilas, esos galpones que alquilan los Gobiernos estatistas y mercantilistas a las firmas multinacionales para hacer o ensamblar productos exportables, sino el capitalismo liberal completo, que no es lo mismo. Mediante Las Cinco Reformas.
Muchísimas gracias por tu atención, saludos cordiales, ¡y hasta la próxima!
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