LIBERTADES PERSONALES EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS
5 años hace Ricardo Puentes MeloEl chinavirus no solo está cumpliendo el objetivo de diezmar a la población más vulnerable e “inservible” (ancianos y niños), al mejor estilo socialista nazi, sino que, en esa misma línea ha provisto de herramientas totalitarias que, bajo la excusa de un pánico irracional ante este ataque del cual nadie quiere saber su origen, han desatado el monstruo de la represión coartando dos derechos fundamentales del ser humanos: La libre expresión y el derecho a la libre movilidad
Por Ricardo Puentes Melo
Abril 7 de 2020
@ricardopuentesm
ricardopuentes@periodismosinfronteras.com
En la segunda mitad del año pasado, comenzaron a rodar por las redes de todo el mundo videos de chinos desgarrando con sus dientes la carne de animales inmundos, comiendo murciélagos, sapos y perros vivos, ratas, gatos, etc., todo un menú de cosas que ellos han consumido durante siglos pero que son repugnantes para Occidente. Fue muy extraño, al menos para mí, que el totalitario régimen chino permitiera la circulación de ese tipo de material que, a todas luces, degradaba el estilo de vida de la “moderna, pujante” y comunista sociedad china.
No falta el despistado que coloque a la China comunista como un régimen que “vio la luz” y decidió implementar el libre mercado en su país. Lo que hay en China no es libremercado. El libremercado no existe en un país comunista, como tampoco existen libertades individuales ni respeto a la vida. Lo que hay en China es un régimen totalitario que incluye en su dieta comunista algunos elementos del capitalismo que, por sí solos, confunden a los más sagaces analistas que aplauden alborozados: “Viva China, que logró unir el socialismo con el capitalismo”. No puede haber un régimen libre que mezcle la dictadura con “un poquito de libertad”. Eso es ridículo. Pero eso será para otro artículo.
El mundo, mientras intenta encontrar el remedio contra el coronavirus, ha puesto en el tapete la pregunta de quién ha sido el responsable de este atentado, o si fue un mero accidente del mundo de la biología. O la teoría del humanista loco que asegura que fue la “naturaleza” la que desencadenó la tragedia en venganza de la “madre Tierra” por andar matando vacas y talando árboles. Una locura.
Sin adentrarme en más explicaciones, yo tengo la convicción de que China desató este ataque feroz contra Occidente.
De un régimen homicida, como el de Mao, quien asesinó a más de 75 millones de ciudadanos en su “revolución cultural”, absolutamente anticristiano y, por ende, despreciador de la vida humana, puede esperarse cualquier cosa. El chinavirus sería un capítulo más (muy aterrador, si se quiere, pero no el único) en la historia de los intentos comunistas por diezmar y controlar la población, especialmente la de Estados Unidos y sus aliados, al mismo tiempo que se libran de sus propios y molestos ancianos y niños, un rango poblacional al cual el Partido Comunista chino siempre ha querido extirpar.
Del tsunami de pánico que llenó rápidamente el planeta, pudimos comprobar con profunda tristeza como varios líderes políticos del mundo no tenían ninguna vergüenza exigiendo sacrificar las vidas de los ancianos en pro de la de aquellos más jóvenes y, por tanto, más productivos y con “más derecho a vivir”. ¡Qué aberrante pedido!
El desdén por los valores cristianos, valores absolutos, contenidos en las Escrituras, ha surgido evidenciando la indigencia moral de quienes, incluso, se precian de ser cristianos.
Los ancianos, señores “cristianos”, tienen igual derecho de vivir que el de un joven, y los valores absolutos morales fijan la pauta para cuidarlos, protegerlos y reservarles un puesto de honor como consejeros para las nuevas generaciones, cuando gozan de otros atributos de sabiduría además del de la edad.
Se debate, también, por las redes, acerca de si esta pandemia es un castigo de Dios, y ruedan por todos lados oraciones, procesiones y golpes de pecho intercediendo a ver si Dios se digna voltear a mirar al planeta para perdonarnos y darnos la cura milagrosa. Histeria pura.
Aunque tampoco dudo de que Dios permite de cuando en vez este tipo de cosas, creo firmemente que esto no es un acto de punición divino ni, como dicen otros, una consecuencia de desobediencia rabínica al comer animales inmundos, como el murciélago.
Estoy más cercano a creer que el coronavirus es un acto criminal de la China Comunista contra el mundo occidental, liderado por Estados Unidos. Para nadie es un secreto que China ha dedicado muchas décadas a idear un plan de aniquilamiento en masa contra Estados Unidos y todo lo que represente cristiandad. No es esta la primera vez, ni tampoco será la última que lo intente. El daño casi imperceptible que sufrió ese país por esta pandemia contrasta tremendamente con el poder devastador que ha tenido en Estados Unidos donde, también, se han viralizado videos de seguridad donde se ven ciudadanos chinos escupiendo sobre alimentos y objetos, y esparciendo su saliva en ascensores, supermercados, tiendas de tecnología. Uno no puede entender ni los videos de chinos devorando murciélagos y ratas vivas, ni los de chinos en Estados Unidos, Australia, Italia o España esparciendo sus líquidos adrede, si no es en el contexto de un plan malvado de la ideología más criminal de los últimos 100 años.
A ciencia cierta sabemos que el gobierno español -aliado del partido comunista chino-, y el gobierno de Colombia -también aliado, admirador y socio del mismo partido comunista chino- ya tenían conocimiento desde finales del año pasado de la existencia mortífera de este coronavirus que estaban perfeccionando en Wuhan. Y callaron.
En el caso colombiano, Iván Duque (un profundo admirador de Mao y su doctrina), en cumplimiento de acuerdos hechos entre el Partido Comunista chino y el Centro Democrático, no solo no cerró las fronteras ante China, sino que les entregó los más rentables y multimillonarios contratos de infraestructura a los comunistas chinos y, de ñapa, le quitó puestos de trabajo a los colombianos para entregárselos a los ciudadanos chinos autorizados por el Partido Comunista. No es gratuito que tanto Álvaro Uribe como José Obdulio Gaviria hayan iniciado intercambio ideológico con China desde que eran apenas unos mozalbetes activistas del comunismo que hizo girar definitivamente el Partido Liberal hacia esa vertiente de bandidos.
También sabemos que, desde los mismos inicios del gobierno de Uribe, éste enviaba frecuentemente a José Obdulio Gaviria a estrechar lazos con el comunismo chino y con el chavismo venezolano. No fue gratuito que, tan pronto el Centro Democrático se inauguró como partido con congresistas, José Obdulio viajara de inmediato a dar parte de victoria a sus jefes chinos, mismos con quienes luego el mismo Centro Democrático oficializara sin pudor alguno sus estrechos lazos con el Partido Comunista chino.
No me extenderé más por ahora. Pero baste decir que esta pandemia les ha servido a los chinos para estrechar sus “lazos de cooperación” con sus objetivos del Tercer Mundo (enviándoles el cáncer y luego regalándoles los paliativos), cuyos gobiernos han demostrado la máxima comunista de que el ser humano, al serle aplicado el miedo irracional, estará dispuesto a ceder sus libertades personales en aras de un beneficio irreal de soluciones ante cualquier peligro (una guerra, terrorismo, pandemias, hambrunas, etc).
Durante toda la existencia de Periodismo Sin Fronteras no nos hemos cansado de advertir sobre los peligros de esta ideología homicida, y tampoco hemos ahorrado esfuerzo para anunciar que durante estos gobiernos de transición se ha ido trabajando en la ausencia de respeto por los derechos humanos, la necesidad de reprimir libertades, en especial la libertad de circulación, la de expresión y opinión y, por supuesto, las represiones que conllevan estas medidas.
Esos mismos medios que se postran ante “la madre tierra”, abortistas que hoy extrañamente defienden el derecho a la vida, callan ante la catástrofe financiera que se avecina sobre el mundo. Y todo, “made in China”
El chinavirus no solo está cumpliendo el objetivo de diezmar a la población más vulnerable e “inservible” (ancianos y niños), al mejor estilo socialista nazi, sino que, en esa misma línea ha provisto de herramientas totalitarias que, bajo la excusa de un pánico irracional ante este ataque del cual nadie quiere saber su origen, han desatado el monstruo de la represión coartando dos derechos fundamentales del ser humanos: La libre expresión y el derecho a la libre movilidad.
Fíjense que esos gobiernos represores han estado haciendo esto al mismo tiempo que ensalzan las bondades de China (por ayudar a los países del Tercer Mundo en la lucha contra la pandemia), y degradando el papel de liderazgo de Estados Unidos en el gobierno de Donald Trump, a quien los medios de comunicación al servicio de la izquierda satanizan publicando mentirosamente que Trump prefiere la productividad a la vida humana. ¡Mentira cargada de cinismo proveniente de la ideología genocida por excelencia!
Esos mismos medios que se postran ante “la madre tierra”, abortistas que hoy extrañamente defienden el derecho a la vida, callan ante la catástrofe financiera que se avecina sobre el mundo. Y todo, “made in China”.
Una vez más, lo estamos advirtiendo.
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