LOS DOS MARXISMOS
El marxismo clásico, disfrazado de “justicia social”, fue programado en el s. XIX, y aplicado en el s. XX. Atacó la economía, y nos pulverizó o nos sometió a las entidades privadas de la sociedad civil, que ahora carecen de recursos suficientes. Nos empobreció y embruteció, en buena medida, como sociedad
Los dos marxismos
El marxismo clásico, disfrazado de “justicia social”, fue programado en el s. XIX, y aplicado en el s. XX. Atacó la economía, y nos pulverizó o nos sometió a las entidades privadas de la sociedad civil, que ahora carecen de recursos suficientes. Nos empobreció y embruteció, en buena medida, como sociedad
Por Alberto Mansueti
Agosto 9 de 2017
En 1848, Marx y Engels escribieron el “Manifiesto Comunista” para resolver las diferencias entre socialistas, comunistas y anarquistas, en base a un “Programa Común” de 10 puntos. Es el marxismo “clásico”. Una lista de 10 políticas, datadas hace más de 150 años, que han aplicado casi todos los gobiernos a lo largo del siglo XX, una por una, paso a paso, en casi todo el mundo.
¿No me cree? Lea punto por punto a Marx y Engels, que cito textualmente primero entre comillas, y enseguida en cada caso le muestro lo que tenemos hoy día, desde hace unos 100 años. Mire el primero, por ejemplo:
(1) “Expropiación de la propiedad inmueble y aplicación de la renta del suelo a los gastos públicos” (M&E). Eso es la reforma agraria.
(2) “Fuerte impuesto progresivo” (M&E). Eso es el impuesto a la renta, con tasa creciente a las porciones más altas de ingresos o ganancias.
(3) “Abolición del derecho de herencia” (M&E). Lo han reducido a su mínima expresión, con altos impuestos, y abundantes prohibiciones y restricciones.
(4) “Confiscación de la fortuna de los emigrados y rebeldes” (M&E). Es la estatización de las grandes empresas capitalistas, extranjeras o no, y expropiación de activos y propiedades privadas.
(5) “Centralización del crédito mediante un Banco nacional, con capital del Estado y monopolio” (M&E). Es el Banco Central, con su monopolio de la emisión de dinero, y bancos estatales.
(6) “Nacionalización de los transportes” (M&E). Son las ferrovías y medios de transporte del Estado. Hoy se añaden las aerolíneas, los trenes subterráneos y aéreos, etc.
(7) “Fábricas nacionales y medios de producción, roturación y mejora de terrenos según plan colectivo” (M&E). Esas son las empresas del Estado, y la planificación central de la economía.
(8) “Proclamación del deber general de trabajar; creación de ejércitos industriales, en especial en el campo” (M&E). Leyes del Trabajo, urbano y rural, fijando los sueldos y las condiciones laborales.
(9) “Conexión de agro e industria, borrando gradualmente diferencias entre campo y ciudad” (M&E). Ya visto: planificación centralizada del trabajo y la producción, y retenciones por el Estado de una cada vez mayor porción de las ganancias de empresas privadas en minería, petróleo, gas, etc., y haciendas agropecuarias.
(10) “Educación pública y gratuita de todos los niños. Prohibición del trabajo infantil en las fábricas bajo su forma actual. Régimen combinado de la educación con la producción material, etc.” (M&E) Ya visto: leyes laborales. Y planificación central de la enseñanza.
Según sus autores, este “programa mínimo” serviría para identificar a “socialistas” y “comunistas” por igual, términos que por tanto serían equivalentes. ¿Y qué pasa hoy día, a más de 100 años de su puesta en práctica? Que con las 9 primeras políticas los gobiernos nos han empobrecido como sociedad; y con la 10 nos han adoctrinado, y cegados para ver la realidad. Vivimos en países socialistas, incluso hasta comunistas, y no lo sabíamos. Pero ahora Ud. lo sabe.
¿Es entonces el socialismo “inviable” o imposible, como Mises argumentó en los años ’20 y ‘30? Es muy posible, lamentablemente, seguir estas 10 políticas; lo que es imposible es esperar que con ellas se va a crear riqueza y alcanzar prosperidad general. Tal como Mises anticipó, y se ha comprobado.
¿Y es el socialismo “un fracaso” como se dice a menudo? El éxito o fracaso de toda “acción humana”, sea económica o política, privada o pública, se mide por el logro o no de sus objetivos. Y el socialismo ha logrado los suyos, sin duda. Son antisociales e indeseables, sin duda, pero esa es otra cuestión.
El marxismo clásico, disfrazado de “justicia social”, fue programado en el s. XIX, y aplicado en el s. XX. Atacó la economía, y nos pulverizó o nos sometió a las entidades privadas de la sociedad civil, por ej. las iglesias, las empresas, escuelas, clínicas y demás asociaciones voluntarias, que ahora carecen de recursos suficientes. Nos empobreció y embruteció, en buena medida, como sociedad.
El marxismo “cultural”, disfrazado de “progresismo”, “humanismo”, y “tolerancia”, fue programado en el s. XX, y aplicado hoy, en el s. XXI. Es el segundo gran experimento de “ingeniería social” marxista a escala masiva y global.
Hasta ahora avanza camino al éxito también. Empobrecidos y confundidos como sociedad, nos están matando, con aborto, eutanasia y demás puntos de la Agenda LGBTI, anti-matrimonio y anti-natalismo (control de la demografía) y la “política correcta”. Las entidades estatales y privadas que impulsan sus políticas, cuentan con fondos directa o indirectamente procedentes de arcas públicas: nuestros impuestos.
Las entidades privadas y voluntarias que se oponen a los objetivos del marxismo cultural, carecen de los donativos que les permitirían ser efectivas; y la gente anda desorientada. La sociedad civil carece de recursos económicos, y una nube de muchas confusiones oscurece su comprensión. Su capacidad de auto-defensa ha sido disminuida.
Es que los marxistas aplicaron la inteligente estrategia militar “por aproximación indirecta”, la del británico Basil Liddell Hart (1895-1970), “el capitán que enseñaba a los generales”: primero hay que debilitar al enemigo poderoso, para después atacarle frontalmente, una vez mermado su poder para defenderse.
Soluciones: las Cinco Reformas. Para rehabilitar a las entidades privadas de la sociedad civil. Esto debe hacerse desde el Estado, mediante la acción política pública, no siendo posible de otra manera.
Por eso creamos y desarrollamos movimientos y partidos políticos, para ganar mayorías en el Congreso, y revertir el Programa del Manifiesto Comunista de 1848, el marxismo clásico.
¿Y el marxismo cultural? ¿Vamos a imponer los valores occidentales desde el Estado, con acción política pública? No; no es así como funciona. Lo que vamos a hacer es frenar la imposición de los valores anti-occidentales desde el Estado y mediante la acción política pública, que es lo que hace ahora el marxismo cultural, con nuestro dinero y con nuestros recursos. Pero la promoción de los principios y valores occidentales es tarea de la sociedad civil y de las entidades privadas, iglesias, empresas, escuelas, clínicas y asociaciones voluntarias, con nuestro dinero y recursos, una vez efectuada La Gran Devolución, y cumplidas las Cinco Reformas.
Esta es la enseñanza de Liddell Hart vuelta al revés: primero fortalecer a la sociedad y a las entidades privadas, para que puedan defenderse por sí mismas, lo que ahora no pueden.
¡Hasta la próxima amigos, y saludos a los buenos!
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