“MADURO NO ES DE IZQUIERDA”: ÁLVARO URIBE VÉLEZ (PARTE 1)
¿Existe existe un “ala izquierdista” o unos “infiltrados” que a hurtadillas de Uribe han escalado posiciones hasta coronar la dirección del Centro Democrático? ¿O las alianzas de Uribe son consecuencias de su procedencia política, el Partido Socialista Colombiano, alias ‘partido dizque liberal’?
“Maduro no es de izquierda”: Álvaro Uribe Vélez (parte 1)
¿Existe un “ala izquierdista” o unos “infiltrados” que a hurtadillas de Uribe han escalado posiciones hasta coronar la dirección del Centro Democrático? ¿O las alianzas de Uribe son consecuencias de su procedencia política, el Partido Socialista Colombiano, alias ‘partido dizque liberal’?
Por Carlos Romero Sánchez
Marzo 4 de 2018
@RomSanz
¿Crisis en la primera fuerza del socialismo light en Colombia, el centro “democrático”? La renuncia de Ricardo Puentes Melo, las rencillas internas y en redes sociales contra el candidato Iván Duque Márquez más los ecos aún cercanos de la segunda “convención” que, gracias a una invitación dispensada por Álvaro Uribe, estuvo animada por la presencia del comunista Angelino Garzón, con alocución incluida, son algunos de los sucesos que han suscitado gran inconformidad en militantes y seguidores del expresidente que pregonan, ora sotto voce ora gimoteando, que ha habido un “giro ideológico” en el cd. La inclusión de Angelino generó airadas respuestas en los socialuribistas quienes gritan que tanto Uribe como el cd no se mezclan con izquierdistas. ¿No es mezclarse con la izquierda dura invitar a Angelino? Los aplausos recibidos en su intervención en la “convención” centrista muestran una profunda complacencia. (https://www.youtube.com/watch?v=JeDiDus909c).
Ahora bien: ¿estas cercanías y alianzas de Uribe Vélez con los comunistas son nuevas? ¿En verdad existe un “ala izquierdista” o unos “infiltrados” que a hurtadillas de Uribe han escalado posiciones hasta coronar la dirección del movimiento? ¿O las alianzas de Uribe con algunos sectores y copartidarios de izquierdas son consecuencias de su procedencia política, el Partido Socialista Colombiano, alias ‘partido dizque liberal’, miembro de la Internacional Socialista, del que también provienen Carlos Holmes Trujillo, Juan Manuel Santos y Germán Vargas Lleras?
Citemos algunos episodios del añejo arropamiento político que Uribe ha prodigado a los comunistas como el sucedido en la antesala de las pasadas elecciones para alcaldías y gobernaciones cuando el expresidente y su equipo apoyaron la candidatura del exvicepresidente Angelino Garzón para la alcaldía de Cali. (http://www.centrodemocratico.com/?q=articulo/carta-del-centro-democratico-al-ex-vicepresidente-angelino-garzon). O en octubre de 2008 cuando siendo presidente de la República le ofreció a Angelino, por intermedio de su canciller Jaime Bermúdez, el cargo de embajador ante la ONU y la Organización Internacional del Trabajo, OIT, propuesta que aceptó.
Recuerda Angelino en su libro Agradecido con la vida que durante su gobernación en el Valle (2004-2007), el entonces presidente Uribe le manifestaba su disposición de
estrechar relaciones con el tirano Hugo Chávez y lo alentaba a “que le informara a la guerrilla de las FARC y del ELN que lo aprovechara porque él [Uribe] era, ante todo, un soldado, y que así como sabía hacer la guerra también sabía hacer la paz” (p. 113). Así es, es así: Uribe deseaba “dialogar” con el PCC-FARC y seguir abrazándose con el dictador comunista. En la siguiente página rememora que con ese anhelo de ser aprovechado Uribe se reunió en el despacho presidencial con el alcalde de Bogotá y exmiembro del comité ejecutivo central del PCC-FARC Luis Eduardo Garzón, alias ‘lucho’; con el alcalde de Medellín y prominente líder de la izquierda suave Sergio Fajardo; con el ministro de Interior y conservador de avanzada Fabio Valencia Cossio; con el alto comisionado para la paz Luis Carlos Restrepo y, por supuesto, con el también exmiembro del comité ejecutivo central del PCC Angelino Garzón para escuchar de ellos recomendaciones y sugerencias para pergeñar un “acuerdo de paz” con el ELN. Otro comunista que Uribe integró como mediador del Gobierno ante el ELN, que trabajó mancomunado con Luis Carlos Restrepo, fue el exmilitante del PCC y asiduo articulista de Voz Proletaria en los años 80’s, Moritz Akerman, a quién el hoy senador invitaba con frecuencia a su casa de Rionegro. (https://www.elespectador.com/opinion/opinion/carta-al-expresidente-uribe-columna-625104).
El texto de Garzón contiene otros datos interesantes: además de declarar que fue miembro del comité central y del comité ejecutivo central del PCC (p. 41), antecedentes importantes que evocó en la “convención” socialuribista obteniendo beneplácitos, sonrisas y aplausos por parte de los asistentes y la dirección del centro socialdemocrático, cuenta su trayectoria en el comunismo iniciándola en la JUCO invernadero marxista que germinó en diversos cargos como pertenecer a la Comisión Nacional Sindical del Partido Comunista, siendo a su vez coordinador del Comité Intersindical de Trabajadores del Estado, CITE, que derivó en su elección, en 1978, a la secretaría general de la Federación Nacional de Trabajadores del Estado y seguidamente a la secretaría de relaciones exteriores de la Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia, CSTC, “central sindical” creada y dirigida por el Partido Comunista Colombiano en 1964 con los objetivos, oculta Angelino, de sojuzgar y amarrar a otras centrales obreras a los dictados de Moscú, de continuar preparando y eslabonando huelgas artificiales en empresas estatales y privadas robustecidas con sabotajes, destrucciones de maquinaria y palizas y amenazas de muerte contra los empleados, anudándolas con las tropelías de las células clandestinas del PCC en las universidades y colegios más la invasión a fincas y haciendas bajo el eslogan tramposo de que “la tierra es para quien la trabaja”, para impulsar, con la matraca de la “defensa de Marquetalia” que pretendía desvirtuar la victoria del Ejército colombiano en Marquetalia y Riochiquito sobre las bandas armadas del PCC, a toda esa organización simultanea a una presunta “situación revolucionaria” que daría paso a la ilusoria “insurrección de masas” que culminaría en la instalación de un régimen comunista.
También aparecen varias declaraciones curiosas. Examinemos algunas. Advirtiéndonos que ha ocupado diversos cargos a lo largo de su vida concluye que: “Nada me han regalado y menos he tenido que hipotecar mi conciencia para lograrlo” (p. 38). Las dos afirmaciones causan risa proviniendo de una persona que ha prestado notables servicios al comunismo internacional pues para ejercer los múltiples cargos que ocupó, sin miramientos debió obtener la autorización de sus amos de la plana mayor del comunismo moscovita, manipuladores de las marionetas del comité ejecutivo central del PCC, conciliábulo criollo al cual él integró antes del derribamiento del muro del Berlín: es decir: debió hipotecar su conciencia. Tanto así que en 1982, en La Habana, fue elegido suplente del buró de la Federación Sindical Mundial, organización engendrada y dirigida por el PCUS, liga internacional socialista a la que estaba afiliada la CSTC.
Más adelante asevera que la finalidad o la búsqueda de la “guerrilla” y del Estado es la “paz, la democracia y el mejoramiento del bienestar social de la población” (pp. 189-190). No: la finalidad de los comunistas es, como está consignado en los estatutos de PCC-FARC, ELN, MOIR y demás sectas izquierdistas, la implantación del comunismo, sistema antidemocrático, antiliberal, antihumano y anticristiano. Además de revelarnos una vez más su estatolatría, insiste en lavarle la cara al socialismo y a sus adoradores al escribir que para que reine la “tolerancia” en Colombia es un error “pretender que quienes piensan distinto renuncien o renieguen de su propia historia”. (p. 209). Este guiño, empacado en palabras bonitas de la “diferencia en la unidad” o “por la paz que se merece el país”, tan en boga en el “postdiálogo” habanero bendecido por la “oposición”-colaboración con sus críticas cosméticas, palabrería políticamente correcta o socialdemocracia, tan difundida en medios de comunicación y la academia, es una forma de proclamar: militantes del PCC-FARC, su objetivo es loable, lo terrible es uno de sus métodos, revindiquen su pasado, que también es el mío, y persigan su meta, que también es la mía: enchufar el socialismo. Por otra parte: los comunistas, los marxistas, los anarquistas, los socialistas “no piensan distinto”: ellos fabrican discursos ideológicos para pervertir el pasado, el presente -la realidad- para violentar todo lo que no se acomoda u obedezca a sus pretensiones y así emitir y cumplir juicios condenatorios para anular o quebrantar o eliminar a quienes sí pensamos distinto.
Prosigamos viendo como la manta socialdemócrata de Uribe ha ido cobijando a uno de los miembros de su familia izquierdista, los comunistas. Tras posesionarse como presidente de la República el 7 de agosto de 2002, el PCC-ML-EPL, Carlos Franco, fue nombrado como coordinador presidencial para los DD.HH y DIH, cargo que ejerció de la mano del entonces vicepresidente Francisco Santos. Amistad de vieja data, se afianza el 15 de agosto de 1995, fecha en la que el dúo Santos-Franco realizó la marcha nacional No más para apoyar el proceso de paz que se adelantaba en el Urabá y para presionar por un cese al fuego y por el respeto al DIH. En su libro Rebelde con causa Francisco Santos recuerda que en 1998 trató de organizar con el humorista eleno Jaime Garzón una lista única al Senado en la que se destacaban el M-19 José Otty Patiño Hormaza, Ingrid Betancourt Pulecio y, por supuesto, Carlos Franco de quien afirma “fue un hombre importantísimo en todo lo que tiene que ver con la política de seguridad democrática. Viajaba a todas las regiones y miraba donde se cometían abusos”. Ya que sin la supervisión atenta del maoísta hubiera sido imposible diseñar los protocolos que evitarían los “abusos” por parte de la Fuerza Pública, subraya el exvicepresidente de Uribe. (pp. 169-170). Pues, puntualiza, junto con Carlos Franco “detectamos los falsos positivos alrededor de 2005”. (p. 195).
En el libro también menciona otras sabrosas referencias. Revela que durante la conformación de la Unión Patriótica, otra de las máscaras del PCC-FARC, ésta “no tenían [sic] ningún espacio en los medios –olvida el dinero proveniente de la URSS para sus títeres colombianos- y yo le ayuda metiéndoles información en El Tiempo. Gracias a esos ‘goles’ que metía me volví amigo de Diego Montaña Cuellar, de Angelino Garzón, entre otros”. (p. 55). Para páginas después declarar su admiración por Angelino. (p. 71). Como vemos, en la cúpula uribista la debilidad por Angelino se dilata en el tiempo.
El círculo de amistades no quedó ahí. En una entrevista del 3 de septiembre de 1998 recogida en el libro Conversaciones de paz: frente al horror acuerdos humanitarios, en la que se molesta, como buen socialdemócrata, que lo “estigmaticen” de derecha, revela que “en tiempos del presidente [Virgilio] Barco iban a comer a mi casa personas como Diego Montaña Cuellar, Antonio Navarro, Carlos Pizarro, [y] Carlos Franco…”. (p 136). Sobre el abogado y agitador marxista Diego Montaña Cuellar hay que decir que fue miembro del comité central del PCC-FARC hasta finales de los años sesenta y fundador, a finales de los años 70, junto con Luis Carlos Pérez y Gerardo Molina, opaco personaje, éste último, cuya biblioteca privada estaba presidida por una talla en madera de Karl Marx y con quien Uribe hizo política a mediados de los 80’s, del Movimiento Socialista Firmes.
Darío Mejía Agudelo, oriundo de Envigado y miembro destacado del PCC-ML-EPL del que llegará a ser miembro de la dirección central en 1983, ingresa en 1974 a esa banda político-terrorista como estafeta en zona rural de Antioquia. Miembro de la “comisión internacional” de esa pandilla comunista, busca diálogos bajo el gobierno del socialista César Gaviria y días antes de iniciar la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 el grupo Esperanza, Paz y Libertad, conformado por desmovilizados del EPL, lo nombra, junto con Jaime Fajardo, su representante. Y es durante ese proceso de reinserción en Antioquia donde entabla amistad con el entonces gobernador Álvaro Uribe. En 2001 ingresa a la campaña Uribe presidente acompañando al candidato en diversas correrías por Cundinamarca y el Urabá antioqueño, colaboración que le fue recompensada al nombrarlo como asesor de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz.
Otro ínclito personaje arropado es Eduardo Chávez. En 1977, siendo estudiante de ingeniería de la Universidad del Valle, entra en contacto con la JUCO e ingresa a la banda terrorista comunista M-19, una simbiosis de socialismo nacional y socialismo internacional, adoptando el alias de ‘gregorio’ o ‘goyo’. Informa el periodista Raúl Benoit en su libro Prohibido decir toda la verdad que en Cali Chávez era el encargado de reclutar personal para las milicias del M-19. (p. 45). Tras desmovilizarse, persiste en hacer la revolución desde otras formas de lucha. Es nombrado primer secretario de la embajada de Colombia en Francia y en París conoce a Ingrid Betancourt asesorándola para la campaña presidencial de 2002, pero tras algunos altercados rompe con ella e integra el equipo asesor de la campaña Uribe presidente 2002-2006, ayuda premiada al instalarlo como asesor de la primera ministra del Medio Ambiente de su gobierno, la socialista Cecilia Rodríguez.
Como observamos, Ever Bustamante García, alias ‘marcos, que entre los años 2005 a 2006 se desempeñó como asesor de Uribe Vélez en asuntos Municipales, Departamentales y de minorías étnicas y entre el 2006 a 2010 fue director del Instituto Colombiano de Deportes, y Rosemberg Pabón Pabón, alias ‘francisco’ y/o ‘comandante uno’, capo del escuadrón terrorista que secuestró y asaltó a los huéspedes de la embajada de República Dominicana en Bogotá y designado por Uribe en 2006 director del Departamento Administrativo de la Economía Solidaria, no son los únicos que comparten honores en la añeja deferencia de Uribe por el M-19.
Otros invitados por Uribe a su campaña presidencial 2002-2006 fueron el eleno de la Corriente de Renovación Socialista, Adolfo Bula, quien trabajó en temas de paz y el maoísta y exmilitante del Partido Revolucionario de los Trabajadores, José Matías Ortiz, incorporado al equipo de la reforma política. (http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1370400). Otro eleno de la Corriente de Renovación Socialista cortejado por Uribe fue León Valencia Agudelo, alias ‘gonzalo’. Esa amistad surgida en 1994 llevó, informa Patricia Lara Salive, a que el entonces candidato presidencial le propusiera que le colaborara en su campaña, invitación que el comunista declinó. Tozudo, Uribe volvió a insistirle y, estando en el solio presidencial, le ofreció el ministerio de Cultura obteniendo la misma respuesta. (https://www.elespectador.com/opinion/salve-su-amigo-presidente-columna-14955).
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