Uno de mis amigos comentó sobre la virulencia de algunos partidarios del presidente Trump, una realidad innegable que queda balanceada por la mordacidad de quienes rechazan al Presidente, como lo muestra la convocatoria a boicotear los productos de la fábrica Goya porque el dirigente de esa empresa elogió al mandatario. Es ilógico que personalidades públicas, líderes políticos, clamen por ese boicot y rechacen un embargo a una dictadura de 60 años.
Nadie debe pagar un precio por sus opiniones. Tenemos derecho a pensar por nuestra cuenta, por el hecho de vivir en una sociedad de leyes. Personalmente rechazo tajantemente que exista una agrupación que defiende la pedofilia arguyendo que es otra orientación sexual y que un sacerdote manifestara que “La pedofilia no mata a nadie y el aborto sí”, considero que eso es más alarmante que las palabras del CEO de Goya.
El malvado pero talentoso Vladimir Erich Lenin, escribió, que el extremismo es la enfermedad infantil del comunismo, un padecimiento presente en todas las ideologías, porque aun en el ambiente de libertades y derechos que vivimos en este gran país se cuentan partidarios de ambos extremos que amenazan con conducirnos al Gulag soviético o al campo de exterminio nazi.
Llevamos unos años de demasiada pugnacidad y crispación, se ha estado gestando un ambiente donde es muy difícil permanecer distante del debate, condición que en cierta medida impele al ciudadano a tomar partido, algo parecido ocurrió en la España de la Guerra Civil y en la Cuba de Castro, donde los residentes tuvieron que sumarse a una facción aunque tuvieran reparos con algunas de las características de su elección, ojala, votemos por el mejor, no por el mal menor.
Bajo un régimen tiránico la política está en todas partes, en una democracia no debe ser así. Los partidarios de unos y otros no deben intoxicarnos con sus discursos y propuestas. José Martí escribió hace más de 100 años, “Hay hombres que aman y construyen y otros hombres que odian y destruyen” no dejemos que los segundos impongan sus odios sin que importe la tendencia que defiendan.
Tengo amigos partidarios del presidente Donald Trump, que de solo conocer que una persona podría votar por el candidato Joe Biden se molestan y descalifican al individuo, mientras, otros amigos, de solo saber que Biden tiene partidarios entre los cubanos, se disgustan amargamente.
Los amigos escribidores son de ambos partidos. Los dos están muy preocupados por el futuro de este país y solo anhelan que retorne la paz social y las libertades y los derechos cada día sean más amplios y fuerte
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