OBLIGACIÓN MORAL
En Bogotá, no se gobernó con acierto durante estos últimos cuatro años. Se perdió el respeto del gobernante hacia los gobernados
OBLIGACIÓN MORAL
Por Rafael Gómez Martínez
Diría Friedo Riken, en su obra Ética General, que el punto de partida de la vida humana consiste en tomar una serie de decisiones. Riken, comentaría que la ética investiga la decisión de obrar recto. ¿Se obró recto en el caso de la calle 26 en Bogotá?
Las acciones o caracteres de las personas están regidas desde el punto de vista de la bondad o de la malicia. Por eso, se habla de la certidumbre moral y suele darse como ejemplo: tenía la obligación moral de hacerlo. ¿No era una obligación moral administrar adecuadamente los recursos públicos destinados para tal fin?
Lo público, a su vez, se define como todo aquello perteneciente o relativo a un pueblo, común del pueblo o ciudad. Lo notorio. Lo que es notoriamente público en Bogotá es el tema de la calle 26 y del cómo se encuentra la ciudad. Su imagen pública ha quedado por el suelo.
La imagen pública de Bogotá quedó tan bien plasmada en un artículo de la revista The Economist, la mejor informada en el mundo económico. La más seria de todas. Claro que, según Samuel, The Economist está desinformada.
En Bogotá, la calle 26 es lo más notorio. Porque también nos dejaron tirada y abandonada la obra por concepto de valorización en la carrera novena con calle 153. Curiosamente, se llama Avenida Laureano Gómez. Tal vez, sea por culpa de Laureano. Pero también nos dejaron tirada y abandonada la obra en la calle 170, costado occidental. Da pena ajena esa vía totalmente abandonada y destrozada.
Un principio básico, fundamental para cualquier sociedad, debería ser el que le infundiera Juan Pablo II a los polacos cuando estaban siendo subyugados por la antigua URSS. Diría Juan Pablo II que el ser humano es libre cuando vive con la verdad: “la verdad os hará libres”.
¿Nos han dicho toda la verdad, y nada más que la verdad, sobre la calle 26? ¿Somos libres los bogotanos en estos momentos?
En Bogotá, no se gobernó con acierto durante estos últimos cuatro años. Se perdió el respeto del gobernante hacia los gobernados, la rigurosidad moral y la ética individual. Se rompió con la armonía de la sociedad, como diría Platón.
Para rematar este vergonzoso episodio, por lo menos debería darles vergüenza pero ni eso; en medio de una sesión que brilló por su desorden, desfachatez, informalidad y desvergüenza diecisiete concejales se declararon impedidos para elegir al nuevo Contralor Distrital. Cuando un funcionario público se declara impedido es porque tienen algún conflicto de interés. ¿Con quién?
Finalmente, ¿cómo así que el actual contratista de la calle 26 va a entregar la obra sin terminar 800 metros dizque porque la plata no le alcanzó? ¿Otro contratista nulo?
Puntilla. ¿No tenían la obligación moral de obrar recto?
Marzo 16 de 2011
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