Las niñas ya conocían de memoria la historia, pero la escucharon una vez más, con el respeto que siempre le han sentido a su padre.
Hernando vio que era mejor entrar a continuar su trabajo, pero horas más tarde el sonido de la revuelta, que pasaba frente a su empresa, y el olor de los gases lacrimógenos, los obligaron a buscar de nuevo el aire que les brindaba la azotea.
Justo en ese momento, él pudo ver cómo los personajes mencionados antes, estaban repartiendo dinero y otras cosas a los miembros de la Primera Línea, que recibían los fajos de dinero y corrían a pagar, a su vez, a los delincuentes bajo su mando.
Hernando sacó su celular y comenzó a grabarlos “in fraganti” desde su privilegiado observatorio, sin poder saber que esa primera acción sería la excusa de los delincuentes para atentar contra su vida y la de su familia.
Lo otro que no le perdonarían vendría a eso de las 5:30 pm de ese mismo día.
El ESMAD ya había sido acorralado en la calle frente a su casa. Un pequeño grupo de agentes antidisturbios estaba siendo atacado por todos los flancos. Los delincuentes, armados con cuchillos, pistolas, piedras y bombas incendiarias, estaban dispuestos a masacrarlos. La orden había sido dada por alias 19, mote acomodado en honor al M-19, banda terrorista del hoy presidente Gustavo Petro. Cuando supo la posición privilegiada de sus bandidos, y la desventaja del ESMAD que, además, había recibido órdenes del gobierno de Iván Duque de no defender sus vidas y someterse a lo que los delincuentes quisieran hacer con ellos, ordenó a sus hampones quemarlos vivos.
Y eso estaban a punto de hacer. Sin embargo, Hernando, como sargento combatiente del glorioso Ejército Nacional, analizó velozmente las posibilidades y no tuvo duda del desenlace fatal para los miembros del ESMAD.
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