SOBRE LAS CONSECUENCIAS DE VOTAR MAL

La alta clase social bogotana, la rancia clase social bogotana a la que perteneciera en algún momento Juan Manuel Santos, no quiere ver más allá del Polo Club, del Gun Club, del Country Club y de la burbuja social creada por los medios de comunicación como Caracol y RCN porque no les interesa

Sobre las consecuencias de votar mal

(Una reflexión personal sobre la situación en Bogotá)

Rafael Gómez Martínez

Por Rafael Gómez Martínez

Octubre 22 de 2011

A los bogotanos nos debería doler ver a Samuel con cara sonriente a la salida de la audiencia judicial, como si le importara un soberano c… Y nada que renuncia. Pero pareciera que no. Que no nos duele. Y, por eso, nos pasará lo que nos pasará.

Rudolf Hommes en su columna de los viernes en el Tiempo, comentó que “a la ciudadanía le cae la responsabilidad de votar por quien más le convenga a la ciudad”. Con respecto a la posibilidad de que Petro sea el Alcalde de Bogotá. Es más: lo da como un hecho. Si eso sucede, la llegada de Petro al poder, quiere decir que no nos duele lo que pasó en Bogotá.

Si había alguien que se merecía la Alcaldía de Bogotá, ese era David Luna.  Lo acompañé, a lo lejos, con mi voto cuando fue Edil y Concejal más no así como Representante a la Cámara donde tuvo una tibia participación. Me parece que si alguien se la merecía ese era David. Pero la oscura sombra del renovado y sectario partido liberal, con minúscula, y su proceso 8.000 todavía pesan.

Galán, se equivocó en su cálculo. Fácilmente pudo sacar, de nuevo, la votación más alta para el Concejo y ser cabeza de león dentro del mismo para ejercer un control político en un momento crucial para la ciudad. Como no había control político, pasó todo lo que pasó. ¡17! Concejales. Lo dije hace más de un año.

A Gina Parody le quedará en su conciencia haber servido de comodín, de Joker, para la llegada de Petro al poder dividiendo el voto de los bogotanos. Esa era su función y la cumplió a cabalidad. Con tal que no llegara Peñalosa porque tenía el apoyo de Uribe, había que hacer lo que fuera posible y lo lograron.

En el Chile de Allende pasó algo similar. Se dividió a la sociedad permitiendo la llegada del médico al poder. Dos años después, a Chile le llegó su Pinochet.

Petro y los hermanos Moreno no pueden negar sus alianzas

Lo más patético y angustiante de todo este frívolo proceso electoral bogotano, es que las clases sociales media alta y alta y sus matices de “opinión” consideren “atractivo” la llegada de Petro.

La alta clase social bogotana, la rancia clase social bogotana a la que perteneciera en algún momento Juan Manuel Santos, no quiere ver más allá del Polo Club, del Gun Club, del Country Club y de la burbuja social creada por los medios de comunicación como Caracol y RCN porque no les interesa.

A la clase media, mientras tengan asegurado su modus vivendi, tampoco. Y, en términos generales, a las clases sociales bogotanas no les importa el quién llegue al poder mientras no toque sus intereses.

No deja de ser paradójico que 127 conservadores se unan a Petro. El Dr. Fernando Londoño comentó en La Hora de la verdad palabras más, palabras menos: ¿Quién iba a pensar que hubiera conservadores “pensantes”, apoyando a Petro? Y, además, se consideran a la expectativa.

Mientras la sociedad en general está indiferente y egoísta frente a lo que sucede no solo en Bogotá, sino en el país (mataron a 10 militares, otros 10 se encuentran desaparecidos y a nadie le importa) la izquierda, la ultra izquierda chavista, ya se instaló en el poder bogotano y en el país.

Gustavo Petro y su amigo de vieja data, Hugo Chávez

Cuando menos lo esperen tendrán su “bogotazo” versión siglo XXI. De hecho, ya comenzó con los estudiantes de las universidades públicas.

En su presente vida, Petro se vende como un gato. Un gato doméstico. Hace un ronroneo simpático y atractivo. Aparentemente, parece un gatito manso pero si hay algo que duela y un arañazo o un mordisco de un gato.

En Venezuela, pasó algo similar a lo que está pasando en Bogotá y en el país. Las clases sociales media alta y alta, las “pensantes” y los matices de “opinión” consideraban “atractiva” la llegada de Chávez al poder. Consideraban atractivos los ronroneos de la izquierda porque al fin y al cabo qué más tenemos que perder. Más de diez años han pasado desde la llegada al poder de Chávez. ¿Qué pueden decir ahora los venezolanos?

Sobre todo, después de la sanción a Globovisión. La sociedad no reacciona. América del Sur, se encuentra anestesiada. Ni en Colombia, ni en Argentina, ni en Ecuador, ni en Bolivia, ni en Nicaragua, ni en la insulsa OEA se reacciona frente a los arañazos que manda Chávez.

Es que al comienzo parecen unos gatitos mansos y después sacan sus uñas…sus garras. La sociedad, en general, se hace la de la vista gorda. Mientras mis intereses no se afecten, no importa que llegue Petro al poder. Como no importó que llegara Chávez.

Mientras tanto, se guarda un silencio cómplice. Por ejemplo: En Colombia, ni un solo pronunciamiento del CPB, ni de los medios de comunicación, ni de la otrora SIP frente a la embestida contra Globovisión. Ni de Enrique Santos. Ni de la revista Semana. Ni de Coronel. Ni de Samper. Ni de Caballero ¡Que se pudran! esos capitalistas de Globovisión. Como se está pudriendo la esposa de un periodista en las cárceles cubanas sin la ayuda de nadie (https://www.periodismosinfronteras.org/fidel-castro-secuestra-a-esposa-de-periodista.html). No hay solidaridad gremial.  Se guarda un silencio cómplice.

Llevamos ocho años con la izquierda en Bogotá y Bogotá está, como está. Sucia, rota, humillada, sin vergüenza, sin respeto, abandonada a su suerte, saqueada y asquienta llena de grafitis por todos lados y con los estudiantes de las universidades públicas haciendo lo que se les da la gana en medio de una anarquía y caos.

Es cierto que no ayuda para nada la clase política bogotana, desprestigiada hasta más no poder. Pero lo mismo pasó en Venezuela. Y eso, nos debería servir de experiencia. Pero la sociedad bogotana, la rancia sociedad bogotana, quiere seguir como está.

Lo más angustiante es que, según las encuestas, se va a premiar a la izquierda ultra chavista. Las consecuencias a futuro para la ciudad de esa elección serán funestas. Como si no tuviéramos suficiente con lo que está pasando en Venezuela. Porque detrás de esa elección se encuentra la llegada del chavismo al poder.

Yo, prefiero quedarme con mi conciencia tranquila. Votaré por Peñalosa. No permitiré que mi voto sea un silencio cómplice de la llegada al poder del chavismo a Bogotá.

Como no se quiere ver más allá de lo que eso significa, tendremos que padecer las consecuencias. Como bien comenta el joven Saavedra, votar mal es un peligro. Si gana Petro, nos espera un largo y oscuro túnel en el cual ya nos encontramos.

Europa tuvo que vivir en un largo túnel, 10 años, para salir de Hitler y 20 años para remediar todos sus males. Bogotá, ya tiene ocho años viviendo mal y, al parecer, vamos para doce. Después no se quejen.

Puntilla: ¿Se acuerdan de la foto de Chávez con Gadaffi? Menos mal que Chávez es un factor de estabilidad para la región. Y pensar que viene al partido de fútbol entre Colombia y Venezuela. Otra vela al diablo. ¿Y Cano?

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