UN RECUERDO DE RODRIGO OBREGÓN
El 25 de septiembre de 2019, yo iba conduciendo. Mi amiga Sonia me llamó y me dio la noticia. “Rodrigo Obregón acaba de morir”, me dijo. No pude avanzar muchos metros. Tuve que estacionar el auto como pude. Tenía un dolor muy fuerte en el pecho, una opresión terrible que subió hasta mi garganta y que pronto se convirtió en un llanto intermitente que se negaba a salir, pero que luego fluyó como un torrente ahogado con tantos y tantos recuerdos de esa amistad que nos unió.
Nunca pude decirle lo mucho que lo admiraba, lo mucho que lo quería. Nunca pude decirle que era como mi hermano, ese con el que siempre contaba para mis decepciones, mis alegrías. Él tampoco me lo dijo, pero yo lo sabía. La admiración fue mutua, el respeto también… Y fue mutuo el amor fraterno.
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