¿UN ROBOT CONTROLADO A DISTANCIA?
Los plumíferos tratan de impedir ese necesario debate metiéndoles miedo a todos afirmando que el sólo acto de preguntar lo de Soros es “calumniarlo” y asegurando que el ex presidente Uribe “preparó” durante años a Iván Duque para que un día sea el “presidente de la esperanza y de las redenciones institucionales”
¿Un robot controlado a distancia?
Los plumíferos tratan de impedir ese necesario debate metiéndoles miedo a todos afirmando que el sólo acto de preguntar lo de Soros es “calumniarlo” y asegurando que el ex presidente Uribe “preparó” durante años a Iván Duque para que un día sea el “presidente de la esperanza y de las redenciones institucionales”
Por Eduardo Mackenzie
7 de febrero de 2017
La nueva táctica que adaptó el senador Iván Duque Márquez para esquivar las preguntas candentes que formulan quienes lo acusan de ser un caballo de Troya del millonario George Soros es poner a sus amigos a escribir editoriales con una tesis muy llamativa: que Iván Duque es intocable, que criticarlo y molestarlo con preguntas y reproches es totalmente inaceptable. ¿Por qué? Porque Iván Duque es, nada menos, que el “pupilo”, el “compañero”, el “asesor”, el “consultor económico” del expresidente Álvaro Uribe. Desnudar a tal portento de 39 años sería pues, según esa leyenda, atacar personalmente al ex presidente Álvaro Uribe.
Entonces Iván Duque es intangible. Es una especie de vaca sagrada que no puede ser requerida, interpelada. A pesar de sus incongruentes compromisos, nunca negados por él hasta ahora, con la organización del multimillonario izquierdista húngaro-americano, financiador del ala más izquierdista del Partido Demócrata americano, el auto-elegido candidato presidencial del Centro Democrático no puede ser cuestionado. Su caso no puede ser ventilado ante la opinión pública.
Los plumíferos tratan de impedir ese necesario debate metiéndoles miedo a todos afirmando que el sólo acto de preguntar lo de Soros es “calumniarlo” y asegurando que el ex presidente Uribe “preparó” durante años a Iván Duque para que un día sea el “presidente de la esperanza y de las redenciones institucionales”. Vaya, vaya. ¿Iván Duque es entonces una creación personal del senador Álvaro Uribe? ¿Un muñeco? ¿Una especie de robot controlado a larga distancia por el líder del Centro Democrático para salvar a Colombia?
Esa tesis es ridícula, si no fuera, sobre todo, un insulto a la inteligencia de los miembros del Centro Democrático, comenzando por el mismo ex presidente Uribe, quien aparece, a la luz de ese embuchado, reducido a poca cosa ya que él habría conquistado su estatura de gran estadista colombiano, no gracias a su talento político, a su viva inteligencia y a su valentía personal, sino a las orientaciones geniales de un “asesor”, “consultor” y “compañero”. Iván Duque sería, entonces, el verdadero pero oculto héroe de una larga historia que nadie conocía. Tonterías. Nunca el ex presidente Uribe fue un hábil (y secreto) fabricante de robots, de muñecos vivos y articulados, como sugiere el escribano del “mejor senador de 2016”, para ponerlos a su servicio personal, a la manera de un diabólico Gepetto, el carpintero creador del infantil y mentiroso Pinocho.
Sería muy injusto y muy fácil decir que si en este asunto hay un Gepetto éste sería, más bien, el jefe de la galaxia de la Open Society. Pero no. Así como Iván Duque no es la creación del senador Álvaro Uribe, tampoco es la creación de Soros. Es un ser humano que se ha determinado de manera libre y que tiene derecho a tener opiniones y a defenderlas. Lo que se le pide es legítimo: que él, en su calidad de actor político que está pidiendo votos a los colombianos para ocupar el más importante cargo público, explique por qué está vinculado a una organización extranjera que ideológicamente está en las antípodas de la agenda del Centro Democrático. Su silencio es incomprensible.
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