VAMOS DE MAL EN PEOR

Obama procede del ala más radical de la izquierda estadounidense, y está muy poco identificado con los principios, la tradición y el talante de la sociedad que le ha tocado en suerte gobernar

Obama y Chávez

Vamos de mal en peor

Obama procede del ala más radical de la izquierda estadounidense, y está muy poco identificado con los principios, la tradición y el talante de la sociedad que le ha tocado en suerte gobernar

Jesús Vallejo Mejía
Jesús Vallejo Mejía

Por Jesús Vallejo Mejía

Marzo 26 de 2016

Las recientes declaraciones de Obama sobre el conflicto colombiano y el encuentro de Kerry con los capos de las Farc en Cuba se prestan a muy diversos comentarios.

Para los promotores de los diálogos en La Habana, esos eventos resultan muy halagüeños. Según piensan, son espaldarazos decisivos en favor de la gestión de Santos y preludian el buen éxito de la misma.

Pero a los que descreemos de las bondades de este proceso nos parece que estos desarrollos de la política norteamericana le asestan un golpe mortal a nuestra institucionalidad democrática.

A mí, personalmente, no me extraña esta deriva de Obama, pues tengo por bien sabido que él procede del ala más radical de la izquierda estadounidense. En rigor, Obama está muy poco identificado con los principios, la tradición y el talante de la sociedad que le ha tocado en suerte gobernar. Mientras que Putin se identifica a fondo con el alma de la Madre Rusia, Obama es un disidente que carece de todo apego hacia lo que los Estados unidos representan. Hijo de padre keniano y musulmán que lo abandonó desde muy niño, y de una hippie; apadrinado por unos abuelos extremistas que le confiaron su guía a Frank Marshall Davis, a quien el Senado investigó por sus actividades antinorteamericanas a partir de su indudable adhesión al partido comunista; matriculado como musulmán por su padrastro en la escuela católica a la que asistió en Indonesia; y convertido de modo oportunista a una secta bautista con cuyo pastor hubo de romper debido a sus exageraciones, Obama es, por lo menos, un marxista cultural que va a entregar una sociedad con profundos agrietamientos por la persecución que ha desatado desde el gobierno con miras a erradicar los valores cristianos, la cual continuará con más vigor si triunfa Hillary Clinton en las próximas elecciones presidenciales.

De todo ello hay abundante documentación en Google. Basta con buscar “Los mentores comunistas de Obama” para enterarse de su oscuro pasado. Para la muestra, este botón: https://yahel.wordpress.com/2010/10/25/frank-marshall-davis-mentor-comunista-de-obama/

No es extraño, entonces, que Obama simpatice con los hermanos Castro y con las Farc.

Castro y Obama
Castro y Obama

Su afirmación acerca de que está contribuyendo a superar una guerra civil de más de cincuenta años en Colombia muestra no solo su desinformación acerca de lo que sucede entre nosotros, sino su propósito de mutar el Plan Colombia en un plan pro-Farc.

Cualquier observador relativamente bien informado tiene que llegar a la conclusión de que el conflicto colombiano no puede catalogarse como guerra civil. De hecho, es una agresión narcoterrorista y totalitaria contra una institucionalidad democrática débil y a punto de desmoronarse por los ingredientes anárquicos que la afectan.

Basta con leer lo que hoy publica “El Colombiano” sobre las amenazas que aún tiene la paz, para darse cuenta de que nuestro país padece de una profunda debilidad de la institución estatal que no se remediará, sino que se acentuará, con la firma de un acuerdo con las Farc en los términos que parecen haberse convenido en La Habana. Son términos llamados a debilitar la autoridad pública y estimular a quienes la desafían.(Vid. http://www.elcolombiano.com/colombia/las-amenazas-que-aun-tiene-la-paz-HK3804889).

Las encuestas muestran el rechazo profundo del pueblo respecto de las organizaciones subversivas. Ese rechazo es

John Kerry y el terrorista marxista Daniel Ortega
John Kerry y el terrorista marxista Daniel Ortega

explicable no solo porque ellas siguen una ideología totalitaria del todo ajena a nuestra tradición político-cultural, sino por la atrocidad de sus procedimientos. Así los capos de las Farc aleguen que no son terroristas, los hechos de sangre que han protagonizado los muestran como tales. No en vano así se los clasifica en los Estados Unidos y la Unión Europea.

Llama la atención que al tiempo que en Europa se pone de manifiesto el reino de terror que pretenden imponer los extremistas musulmanes, con hechos que han suscitado el repudio del mundo civilizado, Obama, Kerry y Santos se muestren tan indulgentes con quienes han cubierto de sangre inocente los campos de Colombia.

Es todavía menos comprensible a la luz de la sana razón que los gobernantes norteamericanos exhiban esa indulgencia en torno de una de las organizaciones narcotraficantes más poderosas del mundo.

Se acaba de celebrar con boato, por lo menos desde la perspectiva del gobierno colombiano, el decimoquinto aniversario del Plan Colombia. Este plan se gestó para ayudarnos en la lucha contra  el narcotráfico y, como pronto se vio la profunda implicación de las Farc en ese flagelo, de hecho se lo aplicó contra ellas. Sus resultados fueron elocuentes a lo largo del gobierno de Uribe. Pero Obama le restó dinamismo, por lo que ya sabemos, y Santos hizo lo propio con sus claudicaciones. El resultado está a la vista: Colombia ha vuelto a ser el mayor productor de coca en el mundo. Y el Plan ya no se enderezará contra los responsables de ello, sino dizque para convencerlos de que se conviertan en aliados en la lucha contra el narcotráfico. Es decir, tratando de amarrar gato con longaniza.

Yo oro todos los días en mis plegarias por nuestros gobernantes, para que acierten en sus decisiones. Pero, acto seguido, le formulo al Padre Celestial este pedido: que nos proteja de sus desaciertos.

Con lo que estamos viendo, que Dios nos tenga de su mano.

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