VENEZUELA: TERROR, HAMBRE Y REPRESIÓN EN LA AGONIA DEL RÉGIMEN
Se utiliza el terror contra el pueblo, empleando los tanques, incluso, y las armas contra los jóvenes indefensos, se apela a la violencia en vez de emplear el diálogo, se utiliza el lenguaje del odio frente a la desnuda realidad de un pueblo humillado, hundido, mancillado
Venezuela: terror, hambre y represión en la agonía del régimen
Se utiliza el terror contra el pueblo, empleando los tanques, incluso, y las armas contra los jóvenes indefensos, se apela a la violencia en vez de emplear el diálogo, se utiliza el lenguaje del odio frente a la desnuda realidad de un pueblo humillado, hundido, mancillado
Por Ricardo Angoso
Abril 20 de 2017
ricky.angoso@gmail.com
@ricardoangoso
Ni siquiera la dictadura de Augusto Pinochet, tan atacada en su momento por la izquierda que ahora calla frente a la brutal represión del régimen chavista, había llegado tan lejos. Utilizar al ejército y a las fuerzas de seguridad contra su pueblo es una ignominia, por mucho que los dirigentes de Podemos y Juan Carlos Monedero traten de negarlo. Cuánta miseria política hay en sus palabras para justificar lo injustificable. Y armar a sus partidarios sólo tiene parangón en la historia de América Latina con los tonton maocutes del sanguinario dictador haitiano Francois Duvalier. Cuando uno no tiene la razón y sabe que se encuentra perdido irremediablemente, siempre utiliza la violencia porque es el único recurso de todo incompetente, como es el máximo líder venezolano Nicolás Maduro. Lo peor del chavismo, ya se sabe, los chavistas y la escoria que les jalean.
Utilizan el terror como única arma frente a los argumentos de la oposición, frente a las demandas de todo un pueblo hambriento y cansado de escarbar en las basuras para llevarse algo a la boca en esa gran ergástula en la que se ha convertido la antaño prospera y rica Venezuela. Han destruido un país, lo han arrasado para llevarlo a los estercoleros de la historia en nombre una utopía tantas veces fracasada -el socialismo- y qué tantos millones de crímenes cometió para supuestamente crear un hombre nuevo. Cuánta mentira, cuánto sufrimiento para nada. Recrearon las recetas fracasadas del socialismo real para llegar al mismo punto de partida que Cuba: el naufragio de todo un proyecto, de todo un país, de todo un pueblo.
Se utiliza el terror contra el pueblo, empleando los tanques, incluso, y las armas contra los jóvenes indefensos, se apela a la violencia en vez de emplear el diálogo, se utiliza el lenguaje del odio frente a la desnuda realidad de un pueblo humillado, hundido, mancillado, saqueado y arrojado a la más abyecta de las satrapías. Ya no se puede caer más bajo, Venezuela no se merecía esta suerte. No hay derecho tanta vileza, ya no se pude callar ante tanta villanía. Ni siquiera en Cuba se llegó tan bajo, al menos la gente puede salir a las calles y gozar de una seguridad que hoy es una quimera en las ciudades de Venezuela, atrapadas por una violencia sin límite que el año pasado se llevó la vida de más de 30.000 venezolanos y una impunidad vergonzante sobre la que nadie responde. Caracas es una de las ciudades más peligrosas del mundo, mucho peor que Kabul y Bagdad, un infierno en la tierra por obra y gracia de esa revolución fracasada que algunos todavía defienden en nombre del “socialismo del siglo XXI”.
Pero lo que realmente produce sonrojo a estas alturas es que todavía haya una cierta izquierda europea defendiendo lo indefendible: la peor de las dictaduras de América Latina en décadas. El régimen de Maduro no es de izquierdas, aunque intenta presentarse como tal y dice luchar contra la “derecha parasitaria”, es una cleptocracia que ha enviado a Venezuela a la Edad Media. Si ese el modelo político de algunos, pues estamos listos, ¡qué Dios nos coja confesados!
El pueblo venezolano está luchando finalmente. Dicen que hay una “guerra económica” contra Venezuela pero lo que realmente hay es una guerra del régimen contra su pueblo, al que le ha impuesto una dictadura cuartelera del ordeno y mando. También impuso el hambre para todos y así igualarlos en la miseria y destruir a la clase media para siempre. Así, necesitados del asistencialismo del Estado, los venezolanos se convertían en vulnerables, en meros lacayos de un régimen demoníaco y perverso. Los resultados obtenidos por la satrapía chavista en estos largos tres lustros y pico a la vista están y son claramente perceptibles si uno viaja a Venezuela.
Las infraestructuras ya no merecen tal nombre, sino que están abandonadas desde hace años y nadie repara ni arregla nada. La salud pública y privada ha sido destruida, nadie encuentra medicinas básicas, ni siquiera anestesia para las operaciones, y la gente se muere en las colas de los hospitales. No hay principios ni valores, la educación está abandonada, los poderes políticos se confunden, la policía y el ejército están absolutamente corrompidos. Los ministros y los generales son los capos del narcorégimen. Los beneficiados del régimen, como la familia Chávez y su interminable prole, se pasen por medio mundo, incluyendo a su odiado “imperio”, a cargo de los fondos del Estado venezolano. Todo es un caos, un cambalache digno del tango de Carlos Gardel. Venezuela está en los peores puestos en todos los indicadores sociales, políticos y económicos de todas las organizaciones internacionales.
Ahora utilizan el terror porque están muertos de miedo, saben que el día final está cerca y tendrán que irse para siempre de su paraíso socialista. Tendrán que responder ante el pueblo venezolano y ante la historia por sus crímenes, desmanes y tropelías. También por el saqueo continuado de la riqueza de este antaño rico país por algo más de 110.000 millones de dólares que se han volatizado de las arcas del Estado y nadie sabe a ciencia donde están. Pero como les espera un largo exilio, piensan, pues su reino no es eterno, necesitan ingentes cantidades de dinero para seguir llevando su vida de ensueño y lujo hortera al más puro estilo de los nuevos ricos de las telenovelas latinoamericanas. Sin embargo, su radicalización, su violencia desenfrenada y, sobre todo, su desespero no les evitarán el final de su régimen y de esta pesadilla ya casi eterna. Veremos si Cuba o Corea del Norte les acogerán algún día o no les darán una patada en el culo. Ya se presiente, en los albores de la batalla, la aurora que devora a los monstruos del pasado y devolverá la esperanza a millones de venezolanos cansados de privaciones y penurias. El final está cerca, Venezuela está luchando por la libertad y la dignidad con sangre, sudor y lágrimas.
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