MI CARTA DE RENUNCIA AL CENTRO DE PENSAMIENTO PRIMERO COLOMBIA
La censura de prensa es una violación al sagrado derecho constitucional, es degollar el derecho que tiene nuestro país para conocer la realidad; la censura es atravesar con un puñal el corazón mismo de nuestro pueblo que ve con esperanza cómo algunos vencemos la cobardía para enfrentarnos a este monstruoso régimen
Mi carta de renuncia al Centro de Pensamiento Primero Colombia
Bogotá, diciembre 16 de 2014 Señor Fernando Alameda Director Centro de Pensamiento Primero Colombia CiudadEstimado Fernando:
Por más doloroso e insoportable que me resulta presentar mi renuncia al CPPC, que diriges con tanto éxito, es algo que los dos sabemos inevitable y hasta obligatorio, dados los sucesos ocurridos desde que decidieron apartarme de la Junta Directiva de la fundación sin una sola palabra de agradecimiento, sin una explicación siquiera. Y como lo que yo digo en privado, lo sostengo en público, queda ésta como constancia para evitar posibles equívocos.
Has puesto de moda últimamente el término “alta política”, para justificar ciertas decisiones en aras de un interés que se arrodilla ante concesiones privadas sacrificando la sagrada verdad y los principios que no deberían ser negociados. No estoy de acuerdo con eso que llamas “alta política”, pero esa discusión es otra cuestión pendiente.
No mencionaré conversaciones nuestras donde te garanticé confidencialidad. Yo soy leal a mi palabra. Pero sí te refrescaré la memoria de aquella, en días pasados, donde gracias a un artículo periodístico que publiqué sobre los obscenos manejos que Andrés Villamizar hace en la UNIDAD NACIONAL DE PROTECCIÓN, me llamaste para reunirnos de emergencia en la oficina del senador Alfredo Rangel.
Jamás imaginé que el mismo día de la reunión, la página del CPPC publicara en su primera plana un recuadro resaltado donde se le daba respaldo a Andrés Villamizar y se me desprestigiara acusándome de injuriar a Villamizar expresándole disculpas a él, alabando su gestión y desautorizando mi artículo de prensa que, entre otras cosas, tiene todo el rigor periodístico. Una publicación del CPPC urdida por Villamizar, tú y el senador Rangel en cruce de correos electrónicos y llamadas. Tampoco imaginé que el senador Rangel publicara un trino dándole todo su apoyo a Villamizar.
Pero lo que me sorprendió realmente fue que en la reunión entre tú, el senador Rangel y yo, se me exigiera jamás volver a mencionar a Villamizar ni a los Galán (primos suyos) en los artículos que yo escribía. Lanzaste tu discurso sobre la “alta política” y dijiste que ese artículo estaba ocasionando un daño terrible al Centro Democrático. Yo, ya me conoces, soy poco paciente con los rodeos y las arandelas así que te pregunté de frente cómo era posible que un artículo sobre Villamizar y su corrupción, que incluía maltrato a los esquemas de seguridad del presidente Álvaro Uribe, recortes que exponían la vida del ex vicepresidente Francisco Santos y, en general cómo la UNP fue usada para el fraude electoral que se había producido mediante otorgar esquemas a aliados del gobierno, pudiera causar ese supuesto daño al partido.
Como me dijiste que las directivas del Centro Democrático veían con malos ojos ese enfrentamiento mío con Villamizar, te dije de frente que yo no creía eso y que me dijeran de una vez si había acuerdos secretos con este sujeto. Me contestaste que no, pero yo supe que eso no era verdad y le pregunté al senador Rangel si es que él era amigo de Villamizar y los Galán, a lo que él me contestó que sí y que yo no podía meterlo en esa pelea mía con Villamizar. Y ahí entendí todo. Villamizar había pedido mi cabeza. De nada valió mencionarles al senador Rangel y a ti que este personaje había llegado a la bajeza de aliarse con un delincuente internacional para acusarme de abusar sexualmente de mis hijos. Una infamia rastrera a la que ustedes dos no le dieron importancia alguna.
Debí haber renunciado en ese momento. Pero ustedes sabían muy bien que mi situación financiera es lamentable, y que llegó a ese estado precisamente por esta lucha que estoy dando por la democracia en Colombia ante el peligro de la instauración del castrocomunismo en Colombia, una amenaza tan real que debe exigir compromiso verdadero para esta lucha. Ustedes intentaron poner freno a mis denuncias contra Villamizar en aras de la amistad personal del senador Rangel con este señor y con los Galán. Supongo que también influyó la promesa del director de la UNP de dotar de vehículos blindados último modelo para mostrar su buena voluntad hacia quienes se abstienen de tratar de controlar su maléfica gestión al frente a la UNP.
Yo, puesto contra la pared por mis anoréxicas finanzas y en gratitud y honrando la amistad que tú y yo tenemos, no quise ponerte en más aprietos. Pero les pedí a ambos que no fueran a dejarme sin el sustento así de repente, les recordé que mi difícil situación me había llevado a ubicar a mis hijos en el exterior, cosa que tuve que hacer obligado por la persecución de Santos y sus amanuenses (entre los cuales está Villamizar), así como por las amenazas de FARC, ELN y toda clase de bandidos aliados, y ustedes, generosamente, aceptaron no entregarle mi cabeza a Villamizar y hablar con él para decirle que yo tendría “mesura” frente a los asuntos de la UNP. Les dije, eso sí, que no iba a abandonar mi pelea judicial porque él tendría que responder ante la justicia penal por sus acusaciones viles que casi me cuestan la vida. Y ustedes aceptaron.
Luego vino el capítulo siguiente. Te manifesté mi extrañeza sobre que, en el debate que montó Cepeda y los aliados de Santos contra Álvaro
Uribe, el senador Rangel llenaba de loas a Horacio Serpa (de quien también es amigo) en vez de respaldar a Uribe Vélez a quien estaban insultando, humillando y atacando de todas las formas esas hienas que se ganó por defender esta patria.
Y después sucedió que Carlos Romero publicó en Periodismo Sin Fronteras un artículo sesudo y juicioso (como todos los que él escribe) y sin ambages me pediste que lo desmontara porque allí se menciona que “Carlos Valverde Rojas, en nombre del MOIR, presentó sus respetos a sus colegas comunistas y extendió su solidaridad al dictador Fidel Castro” en un evento cuyo lugar y fechas no recuerdo. Te dije que no podía hacer eso, excepto si Carlos Romero estaba incurriendo en falsedades, cosa que no era así.
Lo que llenó la copa de la paciencia tuya y del senador Rangel fue verme en el debate que le tenía programada la Comisión Primera del Senado a Andrés Villamizar. Allí coloqué un par de trinos y eso desató la ira del honorable Senador Rangel. Supe que él, Carlos Valverde y tú se reunieron para apartarme definitivamente del camino.
Alberto López me llamó muy afanado y me preguntó qué iba a decidir. Le pregunté: “¿decidir sobre qué’”, y él me manifestó que tú le habías dicho que ibas a exigirme (de acuerdo a la reunión mencionada) que, o cerraba Periodismo Sin Fronteras, o me expulsarían del grupo de trabajo del senador Rangel. El pobre Alberto tuvo que aguantarse mi indignación.
Y lo que le contesté a él, te lo dije a ti: Que la realidad de esa exigencia era que me estaban aplicando una censura de prensa y, lo más grave, una censura para beneficiar los intereses mafiosos del gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC.
No te niego que todo esto me ha dolido en lo más profundo de mi alma. Del senador Rangel no me parecía nada extraño, dada su ambigüedad frente a la tesis suya de que las FARC no son una mafia narcotraficante, aceptando que sus acciones son una condición puramente política, planteamiento que enseña Carlos Gaviria. De Carlos Valverde tampoco me sorprendió porque conozco su animadversión hacia mí; tú fuiste testigo de las agresiones que él me hizo y frente a las cuales tuve que reaccionar con indignación. Pero sí me sobrecogió de pesar saber que a mis espaldas te referías a mí como “de la extrema derecha y amigo de militares”. Doloroso.
No soy de la extrema derecha, mi querido Fernando. El no compartir tu opinión de que el marxismo es bueno, no me hace delincuente; el oponerme tanto a la lucha armada marxista como a sus otros métodos, la guerra jurídica contra los militares, la penetración ideológica, etc., tampoco me hace merecedor de esas acusaciones que me sitúan al lado de hampones que utilizan el asesinato y otros delitos para los fines que fueren.
Me dolió también que me aplicaran la censura de prensa sólo porque las verdades que publico afectan a los amigos del senador Rangel (amigos que son mentirosos enemigos implacables de Uribe Vélez). Y mi aturdimiento por esta realidad hace que no pueda comprender cómo fueron capaces de hacerme eso siendo que los enemigos de Colombia aplicaron la censura de prensa a varios de los combatientes por la verdad, como José Obdulio Gaviria y recientemente Fernando Londoño Hoyos.
La censura de prensa no es instrumento de quien tiene la verdad de su lado, sino arma de aquellos que ocultan procederes vergonzosos o sienten temor de ser expuestos en delitos.
Un periodista que calla, mi estimado Fernando, es cómplice de toda la maldad que se cometa contra su patria y contra sus conciudadanos. Un periodista que calla lo hace por debilidad complaciente o por humillación cobarde.
Muchas veces me he preguntado cómo pudo suceder este horror que estamos viviendo, cómo fue posible que nadie atendiera mis advertencias cuando empecé a publicar sobre el evidente cariz marxista de Santos, su proclividad a la traición que se podía explicar por ese marxismo frente al cual todos los crímenes, incluso el asesinato, son aceptables si sus fines son establecer ese modelo político en una nación.
Gracias a esas denuncias y advertencias de lo que se nos avecinaría apoyando a Juan Manuel Santos, me dieron la espalda en el naciente Partido de la U, me trataron de apátrida, enemigo del uribismo, me dedicaron cientos de mensajes de desprecio y me empujaron al ostracismo tratándome como si fuera un leproso ideológico. Pero el tiempo me dio la razón.
Hoy me está sucediendo lo mismo. Ciertos sectores dentro del Centro Democrático –pocos, por fortuna- me ven como una molestia. No dudan en utilizar y aplaudir mis columnas de investigación periodística, pero no mueven un solo dedo para que se haga justicia en mi caso; no sienten ningún tipo de solidaridad con el horror que vivieron mis hijos ni con la destrucción de su infancia. Mucho menos se perturban porque hayan tenido que huir del país frente a las amenazas de muerte, y que yo no tenga manera de proveerles su sustento. La crueldad mostrada por el senador Rangel, por Carlos Valverde, y por ti mismo, me tiene sumido en una tristeza profunda.
La navidad de ustedes pasará en medio de jolgorios. El senador Rangel en Cartagena, en medio de playa, brisa, mar, comilonas y daikiris, seguramente ni se perturba por la mezquindad con que me trató. Mientras las fiestas decembrinas transcurrirán para ustedes con alegría y holgura, para mis hijos será de preparación para otro año de incertidumbres y persecuciones. Por fortuna aún quedan amigos que nos han apoyado como pueden, que han acogido a mis hijos sin ninguna otra pretensión que la de ayudar, y a ellos doy infinitas gracias.
Entiendo que el senador Rangel, Valverde y tú no estén obligados a sentir solidaridad conmigo. Esta lucha la inicié por mi cuenta y no responsabilizo a nadie de los destrozos que el régimen ha causado en mí y mi familia. Pero lo que nunca comprenderé es cómo utilizaron de esa manera su poder para intentar callarme y beneficiar al régimen al que deberíamos oponernos.
Sería natural que con este ataque yo diese un paso atrás, perdiera la fe en la lucha por la verdad y en la naturaleza buena del ser humano. Pero esto no ha sucedido. Los mensajes de solidaridad, de apoyo y agradecimiento a mi labor como periodista me siguen sosteniendo. Entendí que mi trabajo y sacrificio han ayudado a abrir los ojos de muchos colombianos que me fortalecen para que continúe investigando y escribiendo, contribuyendo a que mis compatriotas vean la verdad.
La censura de prensa, apreciado Fernando, no solamente es una violación a la sagrada carta constitucional, sino que es degollar el derecho que tiene nuestro país para conocer la realidad, la verdad histórica; la censura es atravesar con un puñal el corazón mismo de nuestro pueblo que ve con esperanza cómo algunos vencemos la cobardía para enfrentarnos, como David frente a Goliat, a ese monstruoso y todopoderoso régimen que, junto a las FARC y otros bandidos, nos están conduciendo a la esclavitud marxista que ya triunfó en Cuba y Venezuela.
No siento temor de seguir investigando y escribiendo nuestra historia para que muchos descorran el velo que les ha impedido darse cuenta de la maldad que gobierna a Colombia. Lo veo como un deber, y como una obligación para que mis hijos jamás sientan vergüenza por haber tenido un padre cobarde y arrodillado que transigió por un plato de lentejas o un carro blindado último modelo.
No escribir la verdad es hacer alianzas con la mentira. Callar por miedo, demagogia o complacencia es elevar la mentira a su categoría más alta, que es la violencia criminal. Quien calla, miente. Y quien miente es un criminal. Ya lo dijo Solzhenitsyn, un soldado del ejército rojo de Stalin que vio la verdad y comenzó a escribir sobre las atrocidades del comunismo, ganándose censuras, persecuciones y carcelazos. Solzhenitsyn (Nobel de literatura), escribió el monumental “Archipielago Gulag” valiéndole una acusación de traición a la patria. Él dijo: “Lo más sencillo que puede hacer un hombre honesto y valiente es no participar en la mentira, no apoyar el engaño”.
Así que, mi querido Fernando, no me sorprendió cuando me declaraste la decisión que habían tomado el senador Rangel, Valverde y tú. Ya había observado la manera inexplicable como me dieron la espalda excluyéndome de reuniones del Centro de Pensamiento Primero Colombia, y cómo cedieron mi lugar en la junta Directiva a personajes más comprometidos con las ideas marxistas.
Yo interpreté ese gesto como una incompatibilidad moral entre el CPPC y lo que yo he defendido, y como una descalificación de parte de la fundación hacia mí. Descalificación que, como ya lo mencioné, culminó en trinos del senador, en publicaciones del CPPC y, por último, en mi expulsión del grupo de trabajo.
Otras cosas de las que me he enterado nos la narraré nunca por el cariño y simpatía que he tenido hacia ti. Pero sí mencionaré que las ideas uribistas de integridad, lealtad, democracia y amor a la patria, están siendo utilizadas por ustedes como simple papel higiénico.
No me atrevo a preguntar quién te estará aconsejando o qué te estarán prometiendo para que actúes así, defendiendo los intereses de Villamizar y los Galán, los propósitos de Santos en esta triste hora para Colombia y para la libertad de prensa en el país.
Mi lugar en el Centro de Pensamiento Primero Colombia, aunque ya no tengo alguno, queda disponible para quien mejor les parezca. Serví con placer y mucha alegría a este Think Tank que estaba presidido por mi amigo José Obdulio Gaviria hasta que fue elegido senador, y desde esa trinchera ideológica libramos muchísimas batallas que contribuyeron a constituir el Centro Democrático y a nombrar a la pléyade de senadores que tenemos.
No renunciaré al Centro Democrático porque sigo creyendo en que la solución para esta patria es el liderazgo del mejor presidente que Colombia ha tenido: Álvaro Uribe Vélez. Él es la esperanza para este país. Y en la medida en que el Centro Democrático se constituya como un partido fuerte, con ideologías claras y diferenciadoras, las ideas uribistas trascenderán la persona de Uribe Vélez.
Esa convicción es la que me lleva a concretar mi postulación para el Concejo de Bogotá, algo que no desean ni Valverde, ni tú, ni el senador Rangel. Espero llegar al final del proceso de selección sin que éste sea mancillado por la intervención de poderosas manos que no solo censuran y acallan, sino que conspiran en lo oculto para allanar el camino de intereses mezquinos y deleznables.
Renuncio al Centro de Pensamiento Primero Colombia con la satisfacción de que siempre fui abierto, leal y honesto con ustedes y que nunca, ni
por interés o cobardía, tuve alianzas corrompidas para conspirar contra los amigos y apuñalearlos con la traición o el silencio complaciente. Mi independencia de criterio me ha conseguido el honor de la lealtad sin salario y, aunque me ha cerrado puertas y causado toda suerte de desgracias, tengo la satisfacción de jamás haberme acomodado en la “alta política” moviéndome como un caballo de ajedrez que avanza dos cuadros hacia el gobernante que triunfa y otro cuadro al costado por si acaso hay acuerdos secretos con los enemigos que muevan a traicionar a los amigos. También renuncio reconociendo agradecido que en una sola oportunidad protestaron por lo mismo que hoy me dieron la espalda: el abuso y el actuar canalla de Andrés Villamizar Pachón.
Mi amistad sigue dispuesta para ti, si la quieres, aunque ésta necesita de un tiempo en el refrigerador que ayude a sanar las heridas causadas y que me llevaron a pensar por un segundo que sí hay causas perdidas.
Con mi reconocimiento de que el poder de Andrés Villamizar, el dedo de la parca del santismo, ha logrado penetrar y ganar adeptos en el uribismo, lo cual augura lamentablemente que el Centro Democrático está en peligro de convertirse en la segunda parte del Partido de la U, quedo
Con afecto,
Ricardo Puentes Melo
@ricardopuentesm
Comentarios