EL G2 CUBANO ¿QUÉ TAN CRIMINALES SON?
Los del G2 cubano son gente sumamente peligrosa, criminales entrenados, sin escrúpulos de ninguna clase, y la manera de identificarlos es porque aman la revolución cubana y atizan la hoguera en Colombia de la lucha de clases mientras ellos viven como reyes
El G2 cubano.. ¿Qué tan criminales son?
Los del G2 cubano son gente sumamente peligrosa, criminales entrenados, sin escrúpulos de ninguna clase, y la manera de identificarlos es porque aman la revolución cubana y atizan la hoguera en Colombia de la lucha de clases mientras ellos viven como reyes
Por Ricardo Puentes Melo
Diciembre 29 de 2014
Es posible que las notas sobre integrantes del G2 cubano en Colombia, asistiendo a tertulias y cocteles o abrazándose con el General Rubén Darío Alzate, no hayan tenido el impacto que deberían, sencillamente porque la opinión pública no conoce a fondo qué es en realidad el tenebroso G2 cubano ni qué clase de cosas son capaces de hacer.
El G2 fue creado y entrenado por los asesinos de la KGB y la Stasi de Alemania oriental. Es una agencia de espionaje que se encarga de infiltrar países democráticos con el fin de suministrar información pertinente para difuminar el comunismo en las naciones donde les permiten la entrada, usando todo tipo de argucias sutiles y crímenes necesarios. No se detienen ante nada.
Colombia reviste especial importancia para las pretensiones del comunismo cubano debido a la vital posición geoestratégica que la convierte en la entrada a Suramérica para rutas de armas, droga e ideología. Curiosamente, a pesar de que desde los años 30s Colombia ha sido asediada por el comunismo internacional, es el único país de la región que se ha opuesto firmemente a esa ideología totalitaria marxista. Y el ejército ha sido factor clave para evitarlo.
Siendo parte del Ministerio del Interior cubano, el G2 se fundó en los comienzos de la revolución con el propósito de luchar clandestinamente y cuidar de la seguridad de los líderes castristas. Hoy en día, aparte de lo que ya se mencionó, el G2 protege a los altos mandos de la revolución cubana, lucha y aniquila a los enemigos internos de dicha revolución y se encarga de atacar y prevenir la infiltración de agentes norteamericanos.
Son expertos asesinos, saboteadores, pacientes adoctrinadores ideológicos. Cuando llegan a un país que los hospeda, penetran los estamentos sociales y grupos de artistas, médicos, sindicatos, estudiantes, etc., con el fin de ganar adeptos y militantes para la causa cubana.
En Colombia trabajan cerca de 7.000 agentes del G2 haciéndose pasar por actores, médicos, bailarines, artistas, profesores universitarios, defensores de Derechos Humanos, activistas medioambientalistas, entrenadores deportivos, expertos en seguridad, analistas de propaganda y publicidad.. Todos con documentación legal otorgada por el gobierno de Juan Manuel Santos y, hay que decirlo, por gobiernos anteriores. Tal vez los mandatarios que permitieron la entrada de más agentes cubanos, fueron Belisario Betancur, César Gaviria Trujillo y Juan Manuel Santos. Julio César Turbay los persiguió con denuedo.
Fueron ellos quienes asesoraron y controlaron las elecciones para el fraude monumental que reeligió a Juan Manuel Santos.
En los últimos años el G2 ha puesto especial interés en entrenar personal de la izquierda colombiana con miras a
replicar el modelo marxista cubano en este país. En la información de que disponemos, se sabe que los cubanos no tienen reparo en diseñar una especie de alzamiento armado en Colombia para enfrentar, en cada calle de cada ciudad y pueblo, a colombianos a favor y en contra del proyecto de La Habana. Las instrucciones de los Castro son muy claras: Llegar hasta las últimas consecuencias para desestabilizar al país mediante el crimen organizado, el caos social, la pululación de la drogadicción, la destrucción de la familia, las campañas ideológicas a estudiantes de todos los niveles, la financiación de agentes colombianos al servicio de Cuba, el fomento del odio de clases, la infiltración en las filas uribistas para atacar desde adentro y desmoralizar mediante el complot y la traición a los enemigos del comunismo.
Aumentar el clima de inseguridad y miedo mediante el estímulo de la delincuencia común y el narcotráfico es prioritario para el G2, al mismo tiempo que promueven las artes escénicas y el deporte, o la “cultura, educación y ciencia” mediante el Complejo cultural Andrés Bello, infestado de procastristas.
La Fiscalía en Colombia, por ejemplo, no está infiltrada por el G2. Literalmente está pagada, sobornada, corrompida por los hermanos Castro. Los tiranos de Cuba saben que es mucho más sencillo corromper con dinero que asesinar, y eso hacen con los funcionarios de Colombia.
César Gaviria fue quien sin ningún recato abrió las puertas para miles de cubanos del G2 en pago a Fidel Castro por haber salvado la vida de su hermano, Juan Carlos Gaviria, secuestrado por un subgrupo del M19 conocido como JEGA.
Dos personajes siniestros “Gobin” y “Lázaro” reclutaron en Colombia durante mucho tiempo para el G2 cubano. Fueron ellos los que se llevaron los premios por montar la historia de “las chuzadas del DAS”, destruir el DAS (Departamento Administrativo de Seguridad) y llevar a la cárcel a José Miguel Narváez. No lograron involucrar a Álvaro Uribe Vélez pero sí consiguieron que María del Pilar Hurtado tuviera que huir del país.
La realidad era que José Miguel Narváez había logrado en el DAS recopilar una voluminosa carpeta donde estaban relacionados todos los agentes cubanos, los miembros de las FARC, el ELN y otras bandas que estaban actuando como políticos en varios partidos; también tenía Narváez la relación de las empresas de propiedad de las FARC y todo el dossier de las finanzas “legales” de los bandidos, accionistas de reconocidas empresa de millonarios que siguen con apariencia de legalidad.
Así que los agentes del G2 “Gobin” y “Lázaro” reclutaron a Rafael García en un viaje a la costa donde este par, a sabiendas de la homosexualidad de García, lo enamoraron y lo convencieron en medio de la orgía, para que colaborara dando los falsos testimonios que el país ya conoce.
Importante mencionar a Tony López, el terrorista vivo más importante de Cuba, amigo incondicional de las FARC. La inteligencia colombiana sabe quién es él pero, inexplicablemente nadie le ha metido mano. Es un hombre sumamente peligroso y llegó a Barranquilla hacia 1998 bajo el disfraz de diplomático y empresario. Él sostiene a muchos espías cubanos.
También increíblemente, tres congresistas colombianos –uno de ellos del partido conservador- saben de esto y ayudan a financiar a los cubanos que nos envía Castro. E inexplicablemente el sistema de protección a la oposición ha sido controlado por el “agente Arturo”, un colombiano reclutado por Cuba y pago por las FARC. Y ni para qué recordarles a alias “Santiago”.
En el mundo de las artes escénicas también tenemos nuestros cubanos del G2 quienes se hacen llamar “maestros” y
adoctrinan las mentes febriles y pasionales de nuestros actores de teatro y televisión con cuentos románticos de la lucha por los pobres; estos G2 lloran cuando hablan de niños mendigos en las calles de Bogotá pero no dicen nada de la miseria que hay en Cuba gracias a su admirado Fidel; relatan sus guerras en Angola, su amor por el teatro y la libertad de pensamiento; cuentan que alfabetizaron ancianos y huérfanos y dedicaron cientos de horas al servicio social, pero guardan el secreto de que son agentes de Fidel Castro con una misión específica de fomentar el odio de clases y desatar la violencia entre los colombianos.
Son gente sumamente peligrosa. Son criminales entrenados, sin escrúpulos de ninguna clase, y la manera de identificarlos es porque aman la revolución cubana y atizan la hoguera en Colombia de la lucha de clases mientras ellos viven como reyes y se la pasan en cocteles de personalidades que admiran sus trabajos como directores y actores.
La revista digital Confidencial Colombia, junto con la embajada Suiza en Colombia, tuvieron como invitado de honor al criminal activo del G2, Juan Roberto Loforte, y nadie dice nada. Hasta Camilo Gómez, comisionado de paz durante el gobierno de Andrés Pastrana y fórmula vicepresidencial en la candidatura de Marta Lucía Ramírez, posó orgullosamente para que lo fotografiaran a su lado.
Y ni qué decir del General Alzate abrazado con Rodolfo Benítez Verson, otro de la misma banda.
Así es. El G2 no es una historia pintoresca de espías; es una realidad macabra que estamos viviendo en Colombia.
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