EL VALOR DE EDGAR VILLAMIZAR ESPINEL
A los periodistas les pareció más importante y revelador que Edgar Villamizar no recordara cómo se llamaba el parque frente a la casa que habitó hace más de diez años, y vieron sospechosamente criminal que tampoco recordara todas las direcciones y números telefónicos de hace 30 años a la fecha
El valor de Edgar Villamizar Espinel
No, a los periodistas les pareció más importante y revelador que Edgar Villamizar no recordara cómo se llamaba el parque frente a la casa que habitó hace más de diez años, y vieron sospechosamente criminal que tampoco recordara todas las direcciones y números telefónicos de hace 30 años a la fecha
Por Ricardo Puentes Melo
Febrero 26 de 2012
Yo sabía que Edgar Villamizar Espinel no le tiene temor a las balas ni a casi nada, su pericia en defensa personal hace que tenga esa confianza. En la audiencia contra el coronel Edilberto Sánchez, donde lo citaron como testigo, se hizo evidente su sencillez, su calidad de hombre simple apasionado por las cosas básicas de la vida, su trabajo, la labor al aire libre, la enseñanza, el servirle a otros; pero se hizo también evidente un temor que yo no le había descubierto: Villamizar se siente incómodo de hablar en público, de ser el centro de atención.
Ese temor hizo que desde casi el principio su garganta se resecara, se ruborizara y se agudizara una viejísima lesión que tiene en la pierna y que lo obligó a alejarse del frente de batalla desde antes de los hechos del Palacio de Justicia, y a que fuera transferido a la sección de inteligencia del ejército. Pues bien, a la segunda pregunta noté esa fobia y me lamenté de no haberla descubierto antes para darle algunos consejos sobre cómo enfrentarse con la jauría que lo esperaba.
El fiscal Osorio, quien reemplazó a Ángela María Buitrago para los menesteres contra el ejército, también lo notó. Y vaya si se aprovechó de esa situación.
Osorio se acomodó en su silla, cruzó las piernas, se tomó su rostro con aire de suficiencia, y puso todo su interés en confundir a Villamizar para hacerlo caer en contradicciones. Pero no fueron contradicciones sobre lo esencial – que era saber si estuvo en los hechos de Palacio y si dio testimonio ante Ángela María Buitrago- sino sobre fechas en que fue ascendido en el ejército, cuándo terminó la primaria y el bachillerato, los nombres de sus profesores, las direcciones en las que vivió los últimos 20 y más años, y los números telefónicos de ese mismo periodo de tiempo.
Entre las cosas absurdas que le preguntaron repetidamente el fiscal y su amigo del Colectivo Alvear Restrepo (con quien se cruzó varios papeles en plena audiencia), estuvo una que me llamó poderosamente la atención: “¿Cómo se llamaba el parque al frente de su casa donde vivió hace 10 años?”. ¡Caramba, si hubiera respondido eso, Villamizar sería el mismo Funes el memorioso en carne y hueso..!
Le preguntaron una y otra vez lo mismo, tanto el fiscal como el del Colectivo Alvear Restrepo, de maneras diferentes e insinuando respuestas equivocadas, hasta lograr lo que buscaban: que Edgar Villamizar entrara en una especie de pánico escénico que casi lo lleva a un colapso que, afortunadamente, el juez 55 percibió y evitó tomando un receso para que el testigo descansara y tratara de recordar de qué color eran sus medias en la noche de noviembre 5 de 1985.
Cada vez que había una pregunta de éstas, el abogado del Colectivo y su acompañante, el célebre Jorge Molano, se sonreían abiertamente y lanzaban guiños a los periodistas que estaban allí, algunos de los cuales también emitían risitas de burla y cuchicheos que ponían cada vez más y más nervioso a Edgar Villamizar.
Le preguntaron dónde se encontraba para los hechos del Palacio de Justicia y él respondió que en La Uribe, Meta, una base de la Brigada 13, con sede en Villavicencio. Ellos no entendían cómo una base en la Uribe podía ser parte de una Brigada con sede en otro lado, y Villamizar lo explicó con paciencia. También le preguntaron sobre sus razones para haber asistido a la Procuraduría a contar lo que le estaba sucediendo. Villamizar respondió que yo lo había aconsejado a presentarse ante el Procurador Ordóñez debido al temor que estaba sintiendo por varias amenazas recibidas, pero falló en contestar sobre la fecha en que nos habíamos conocido. Él dijo que había sido en septiembre u octubre del año pasado, cuando en realidad fue en el año antepasado. El abogado del Colectivo Alvear y el fiscal Osorio se ensañaron de tal manera con él, basándose en la certeza de que era imposible que nos hubiéramos conocido a finales del año pasado siendo que en mayo lo acompañé a la entrevista que le conseguí en la Procuraduría.
Villamizar, muy nervioso por este ataque, y por la manera abiertamente hostil
y amenazante con la que lo acosaba el fiscal, no entendía la contradicción de su respuesta. Le dijeron que cómo explicaba mi acompañamiento al Procurador en mayo del año pasado si, según su aseveración, él me había conocido a finales del mismo. Cuando salió de la audiencia le pregunté y ahí cayó en la cuenta, y confirmó su extremo nerviosismo ante quienes querían asesinarlo a preguntas. (Ver el relato de cómo lo llevé a la Procuraduría en: https://www.periodismosinfronteras.org/la-fiscalia-me-va-a-asesinar-si-hablo-dice-el-testigo-estrella-contra-plazas-vega.html)
Con cada respuesta equivocada sobre sus números telefónicos y direcciones de hace 20 y más años, algunos periodistas sonreían socarronamente mientras trinaban a través de su celular sobre “las contradicciones de Villamizar”.
Le preguntaron nuevamente sobre las amenazas a su familia, y él contó cómo fue llevado a una “casa” de la Fiscalía, a punta de engaños. Los periodistas trinaron que esa era otra contradicción y fecharon esa presentación a la Fiscalía como si hubiera sucedido hace varios años. No hubo forma de que entendieran que ese evento había ocurrido después de su presentación ante el Procurador. Por fortuna en Periodismo Sin Fronteras también habíamos reseñado esto. (Verlo en: https://www.periodismosinfronteras.org/amenazan-a-testigo-suplantado-en-caso-de-plazas-vega.html)
Amenazas que siguieron y que reseñamos oportunamente, no en noviembre como aseguró Villamizar en el juzgado 55, este 23 de febrero de 2012, sino un par de meses antes: https://www.periodismosinfronteras.org/siguen-amenazando-a-familiares-de-testigo-suplantado-en-caso-plazas-vega.html
Pido al fiscal Osorio, al Colectivo Alvear Restrepo y a los periodistas de Semana, Espectador, El Tiempo y afines, que perdonen la vida de Edgar Villamizar Espinel y no lo lleven a la horca por no recordar la fecha exacta de los anónimos y sufragios. Ruego también al abogado melenudo del Colectivo, ese que se parecía a Bob Marley con corbata, que sea benévolo con el cabo por no haberle respondido correctamente qué proveedor de televisión por satélite había en La Uribe en 1985, qué marca de televisor tenía en esa fecha, y cómo se agregan amigos en el facebook.
Porque esas preguntas también se las hicieron, hasta que el cabo confesó su pecado: Él no sabe usar muy bien el facebook, no conoce con exactitud qué es Twitter ni es diestro en el manejo de su Hotmail. Esperemos que eso no lo condene al infierno ni a más editoriales sesudos de Coronel y otros periodistas de su clase.
Edgar Villamizar también nos contó en la audiencia que había firmado un papel. Daniel Coronel aprovechó para engañar a su público asegurando que ese papel que Villamizar firmó casi sin mirar había sido el testimonio donde se le suplanta, el rendido ante Ángela María Buitrago.
Pero no. Ese papel que firmó no fue el testimonio famoso, sino una citación que le entregó Héctor Calderón Parra, su jefe en la Fundación Educativa Lombroso, una academia de criminalística, y miembro de la Fiscalía.
El asunto fue así: Edgar Villamizar trabajaba por horas cátedra en dos escuelas
de criminalística de propiedad de Héctor Calderón, un miembro activo de la Fiscalía que combinaba su oficio con el de empresario de la docencia, algo prohibido; está totalmente vedado para un miembro de la Fiscalía el que tenga esta clase de institutos. Pero Calderón los tenía y los tiene, y al parecer también sigue siendo empleado de la Fiscalía de Viviane Morales.
Villamizar estaba hacía días sin que Calderón le diera horas de clase, así que cuando recibió la llamada de él citándolo a la oficina en el instituto de criminalística, se alegró sobremanera porque, como dice Villamizar, “estaba sin bajar bandera”, es decir, sin recibir ingresos. Cuando llegó a la oficina de Calderón, este astuto hombre le dijo que le firmara rápidamente ese documento porque “estaba de afán”. Villamizar lo firmó sin mirar y sin preguntar, y hasta ahí supo. Este es el momento en que no sabe con exactitud si era una citación o qué. Yo tengo la íntima convicción de que fue el borrador para la falsificación de la firma del documento que escondió irregularmente en su casa Angela María Buitrago, y del cual tiene copia Daniel Coronell. Pero es solo eso: Una íntima convicción.
El abogado del Colectivo también acusó soterradamente a Villamizar de ser un “maestro del disfraz y la mentira” soportando su afirmación en que el cabo había tomado un curso de inteligencia básica y que en dicha clase –como examen- tuvo que disfrazarse de vendedor de raspado y tinto. Esta única ocasión en la que Villamizar se disfrazó fue utilizada por la fiscalía y el Colectivo Alvear para “demostrar” que el testigo era una especie de superdotado en el manejo del disfraz; argumento que seguramente utilizará para asegurar que el cabo, maestro del disfraz y la mentira, pudo ingresar a la Escuela de Caballería a dar su testimonio a Ángela María Buitrago sin que nadie lo advirtiera. De nada sirvió que el cabo explicara y recalcara que su curso de inteligencia había sido algo muy básico y que nunca estuvo disfrazado aparte de esa ocasión, para el examen de este cursillo. También dijeron los Alvear Restrepo y la Fiscalía que Villamizar era experto en Criptografía y en engañar polígrafos. Una sarta de verdaderas tonterías.
Además de las pasaditas de papeles entre fiscal y Colectivo Alvear, y de los cuchicheos entre estos y algunos periodistas –contacto que, según entiendo, está prohibido en cualquier diligencia de este tipo- pude notar también que algunos honorables comunicadores ni siquiera sabían de qué se estaba hablando allí. Hubo uno que afirmó sin sonrojarse que no sabía nada del tema y que estaba haciendo un reemplazo. Otros se burlaban y decían que el coronel Plazas Vega y el cabo Villamizar seguramente irían a aparecerse por ahí vestidos de monjas. Un par de personajes redactaban, con la ayuda de los del Colectivo, la nota de prensa para desprestigiar al testigo.
En uno de esos cuchicheos entre Jorge Molano y algunos periodistas, tomé una fotografía del extraño evento. Se me acercó entonces una muchachita que trabaja para Vicky Dávila, según pude ver en un papelito que le envió a Villamizar con su hijo para que le concediera una entrevista, y me reclamó retadoramente por tomarle fotos a ella y a Molano. Le dije que no la había fotografiado a ella y me contestó que: “entonces dígame a quién le está tomando fotografías”. Le dije que eso no era asunto suyo, y entonces ella y otra periodista –con quien ya aclaramos la situación- se pusieron a tomarme fotografías en una especie de represalia. Pensé que el asunto había quedado ahí pero al otro día me enteré de que algunos periodistas me habían acusado, de manera anónima, de que yo los había amenazado y tomado fotografías de primerísimo primer plano, plano medio y plano americano en un “evidente” trabajo de inteligencia. Gustavo Gómez aprovechó para editorializar sobre lo “delicadísimo” del asunto. (Escuchar el audio en: http://www.caracol.com.co/audio_programas/archivo_de_audio/periodistas-judiciales-denuncian-insultos-a-traves-de-twitter-del-tambien-periodista-ricardo-puentes-del-blog-periodismo-sin-fronteras-quien-se-defiende-de-los-senalamientos/20120224/oir/1633966.aspx)
Pero en la cuestión de fondo, nadie parece estar interesado. Edgar Villamizar ratificó ante el juez 55 que no conocía personalmente al Coronel Plazas Vega, que no había estado en los hechos del Palacio de Justicia en noviembre de 1985, y que jamás había declarado en contra de Plazas ni de ningún otro militar en la diligencia que Ángela María Buitrago realizó en la Escuela de Caballería de Bogotá, en donde surgió el documento espurio con firma falsificada de Villamizar. También le restaron importancia al hecho de que Villamizar aceptó gustoso que peritos grafólogos del CTI le tomaran más de 18 páginas de firmas y abecedario para la prueba con la seguridad de que él nunca estuvo rindiendo declaración alguna ante la Buitrago ni ante nadie. Ni siquiera Villamizar tuvo tiempo de cuestionarse que precisamente miembros del CTI fueron quienes habrían falsificado su firma.
No, a los periodistas les pareció más importante y revelador que Edgar Villamizar no recordara cómo se llamaba el parque frente a la casa que habitó hace más de diez años, y vieron sospechosamente criminal que tampoco recordara todas las direcciones y números telefónicos de hace 30 años a la fecha.
Si eso es ser criminal, que la Fiscalía se apiade de mí. Porque no recuerdo el día exacto en que me puse en contacto con Villamizar, y tampoco sé qué almorcé el día que el M-19, la banda terrorista del alcalde de Bogotá y el esposo de la Fiscal, estaba asaltando el Palacio de Justicia y asesinando más de un centenar de colombianos inermes.
Cereza: Reitero mi admiración por Edgar Villamizar Espinel quien demostró su valor enfrentándose a la jauría para dar a conocer al mundo la verdad sobre ese proceso nauseabundo del Palacio de Justicia. Eso merecería una medalla en un país con justicia decente.
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