A REVERSAR EL MARXISMO

Se debe reducir el Estado a sus funciones propias: seguridad, justicia e infraestructura física, hoy ausentes. Con un solo impuesto, en vez de todos los actuales

Pobreza en Colombia (Foto Periodismo Sin Fronteras)

Micro-reformas

Se debe reducir el Estado a sus funciones propias: seguridad, justicia e infraestructura física, hoy ausentes. Con un solo impuesto, en vez de todos los actuales

Alberto Mansueti

Por Alberto Mansueti
Septiembre 13 de 2017

Tal vez tu vivienda necesite reforma, pero no puedes hacerla, porque no tienes el dinero, o te lo impide alguna ordenanza municipal. Quizá tu empresa propia necesite una reforma, o aquella donde eres empleado, gerente, trabajador, proveedor o cliente; pero no hay dinero, o una ley lo impide.

Tal vez pasa igual con tu compañía telefónica, o de seguros, la escuela para tus hijos, o el taller mecánico para tu nave: necesita una reforma, pero no hay dinero. O las leyes malas impiden los cambios necesarios. Son las que nos empobrecen.

A veces esas leyes conceden monopolios que “protegen” de la competencia a empresas ineficientes, y les permiten evitar los cambios necesarios para ser mejores: más eficientes, serviciales, productivas y rentables. Eso no pasa sólo con las empresas; también con los partidos políticos. Leyes electorales y de partidos impiden la emergencia de nuevas agrupaciones políticas: a las existentes les conceden un monopolio; y a cambio les marcan unas pautas muy rígidas, que impiden a sus bases promover cambios, y a sus cúpulas les garantizan inmunidad ante la crítica o el cuestionamiento.

Las sociedades filantrópicas carecen de los recursos suficientes para solucionar de base los problemas de la sociedad. (Comunidad indígena en el Amazonas. Foto Periodismo Sin Fronteras)

En muchas Iglesias, la feligresía es demasiado pobre como para dar diezmos y ofrendas suficientes, y así fundar escuelas, clínicas médicas, y asilos para ancianos y desvalidos. Pero aún si hubiese bastante en donativos particulares, las leyes siempre ponen trabas: si hubiese dinero, no habría libertad. Y eso no pasa sólo en las Iglesias; también en instituciones filantrópicas laicas: Club de Leones, rotarios.

Son todas micro-reformas que no se hacen, por escasez de recursos, o falta de libertad: estamos económicamente pobres, y legalmente restringidos; “des-empoderados” en capacidad de decisión y acción. Pero las Cinco Reformas van a ser una “Gran Devolución”: van a “empoderarnos” a la gente de a pie, a los ciudadanos comunes, a fin de que podamos impulsar, desde nuestra posición como padres o estudiantes, docentes, vecinos, profesionales o técnicos, empresarios, trabajadores o clientes, todas aquellas micro-reformas necesarias, en las entidades en las que participamos, o podríamos participar. Con tiempo libre suficiente, que hoy tampoco tenemos, en una economía muy deprimida, que nos obliga a muy largas jornadas de duro trabajo, para tener muy cortos ingresos.

La Reforma Política (No. 1) reduce el Estado a sus funciones propias: seguridad, justicia e infraestructura física, hoy ausentes. Con un solo impuesto, en vez de todos los actuales. Y con federalismo y autonomía municipal, para que regiones y municipios compitan por la radicación de proyectos de inversiones y de recursos humanos. También liberaliza el régimen de partidos, sin los pisos mínimos en número de miembros, sin reglamentos ni subsidios. Una vez privatizados los partidos, deberán competir duro por el apoyo ciudadano, en votos, y en donativos y trabajos voluntarios. Así tendrán que ofrecer algo bueno en Programas de Gobierno, dinámicas internas, líderes y candidatos. Habrá entonces muchas micro-reformas, a niveles de cada espacio público local; y de cada partido político, existente o por ser fundado.

La Reforma Económica (No. 2) privatiza las empresas estatales, y liberaliza el régimen de todas las empresas. Tendrán que competir duro, por el “lado de la demanda”, si quieren ganar consumidores y usuarios. Y competir también duro por el “lado de la oferta”, si quieren buenos gerentes, empleados, trabajadores y proveedores. “Sin competencia no hay excelencia”, principio válido para los partidos y las empresas. Y otro: “sin propiedad privada ni libertad, no hay competencia”, tanto de entrada como de salida, en todos los mercados, ya sean de bienes y servicios finales, o de factores de producción. Habrá micro-reformas a nivel individual de cada firma, y probablemente cada rama de la producción. ¿Entiendes cómo vamos a ganar más, y a vivir mejor, incluso trabajando igual o menos?

Lo dos principios para las provincias, municipios, cantones y departamentos, para los partidos, y para las empresas en todas las ramas de la economía, ¿valen para la educación en todos sus niveles, para la atención médica en todas sus especialidades, y para los fondos previsionales que ofrecen sus pólizas y planes? Desde luego. Por eso las reformas educativa (No. 3); en la Atención Médica (No. 4); y en las Jubilaciones y Pensiones (No. 5).

Las universidades públicas, infestadas de guerrilleros y narcotraficantes

El Estado es propietario de muchos centros educativos, hospitales y postas médicas, y del Seguro Social. Con todas sus instalaciones y equipos, debidamente acondicionados, se van a entregar a sus operadores naturales: docentes, profesionales de la salud, y administradores, a título de “dación en pago por obligaciones pendientes”, bajo la figura jurídica que cada entidad escoja, sea empresa, ONG, cooperativa, asociación civil, etc.. Serán propietarios, con amplia libertad de gestión. Y van a cobrar por sus servicios, en dinero. O en tres series de bonos reembolsables, para los más pobres, en la transición hacia el capitalismo para todos.

Las entidades privatizadas van a competir en pie de igualdad con los entes educativos, médicos y previsionales que hoy son privados; eso significa que habrá innumerables micro-reformas, en todas y cada una en particular, privatizadas y privadas, para hacerlas mejores, más productivas, con mejores servicios para clientes y usuarios, y mejores ingresos para el personal.

Las Cinco Reformas son la reversión del marxismo, tanto clásico como cultural. ¿Cómo? Mira: el marxismo clásico fue programado en el siglo XIX, con las 10 políticas del Manifiesto Comunista (1848), y aplicado en el siglo XX. Así los socialistas nos empobrecieron, nos embrutecieron, y se apoderaron del Estado, en todo el mundo (y de las Naciones Unidas), y se enriquecieron. Pero así nos dejaron indefensos ante el marxismo cultural, programado en el siglo XX, con los aportes de Gramsci, Lukacs y la Escuela de Frankfurt, y ahora aplicado en el siglo XXI.

Las políticas del marxismo clásico sólo pueden revertirse desde el Estado, los Gobiernos y los Parlamentos; por eso en “La Incubadora”, el Centro de Liberalismo Clásico forma nuevos líderes, grupos, movimientos y partidos para las Cinco Reformas, y también para las micro-reformas.

Pero no todas las calamidades del marxismo cultural pueden revertirse desde la política pública, sino desde las familias, Iglesias, centros educativos y de prensa, y las empresas eficientes que nos hagan salir de la pobreza. Para ello, las micro-reformas son indispensables en todas las esferas de la vida social; y sólo serán posibles con empoderamiento: “La Gran Devolución”.

¿Cuáles son esas micro-reformas? No sé. Nosotros no sabemos. Porque tú sabes las reformas que necesitas en tu vivienda, tu familia, tu Iglesia o partido, si los tienes; en tu municipio, tu barrio, tu empresa, o en la que trabajas, compras o consumes; en tu escuela o Universidad, la de tus hijos; tu centro médico más cercano; tu Caja de Jubilaciones y Pensiones. Tu Club deportivo.

¿Se entiende? Porque se me acabó el espacio, de momento.

¡Saludos a los buenos y hasta la próxima!

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