FARC, BANDA MARXISTA LENINISTA
Marx no puede ser más claro en su llamada a la violencia. Llamaba a colgar a los capitalistas de las farolas más próximas. En el periódico que editaba, Neue Reinishe Zeitung, declaró: ‘Cuando llegue nuestro momento, no disfrazaremos nuestro terrorismo’
FARC, banda marxista leninista
¿Por qué la mayoría de “analistas” elude la unión Partido Comunista-FARC y la ideología que ellos profesan? No lo sé. Por fortuna existen unos pocos que sí advierten ello. Poner de relieve estos dos aspectos ayudaría mucho a la hora de hacer un juicio de por qué los diversos procesos de paz se han malogrado, de por qué los procesos de paz han sido utilizados por los terroristas marxistas como una estrategia para hacer la guerra y no la paz
Por Carlos Romero Sánchez
Mayo 08 de 2011
Esto parecerá sorprendente pero es así: las FARC profesan con furor una ideología. No obstante, algunos preguntarán ¿Acaso las FARC han defendido algo parecido? Otros afirmarán: al calificar a las FARC como narcoterroristas han perdido toda identidad ideológica, además, sus actos criminales son una prueba de la pérdida o desviación de su proyecto político. A la pregunta y a la afirmación es pertinente responder que las FARC sí profesan una ideología y sus actos criminales son los métodos con que dicha ideología se vale para construir una “nueva” Colombia.
El desconocimiento de algunos y el ocultamiento consciente de los amigos de los terroristas en sabotear cuál ideología configura el pensamiento de los integrantes de las FARC ha sido, a nuestro juicio, uno de los más graves errores de la mayoría de “analistas políticos del conflicto”. Para conocer qué clase de ideología defiende y aplica las FARC hasta el día de hoy, dejemos que sean los mismos delincuentes del grupo terrorista e insignes miembros del Partido Comunista Colombiano quienes respondan.
En el libro Las vidas de Pedro Antonio Marín, Arturo Alape cuenta como el Partido Comunista Colombiano preparó a quien luego sería el jefe histórico de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) el brazo armado del Partido Comunista. Corría el año de 1953 y “de Bogotá, el central del partido comunista envío a dos de sus cuadros políticos al Sur del Tolima, Martín Camargo responsable de los asuntos campesinos y Pedro Vásquez ligado al trabajo de la juventud comunista […] los dos llegaron al Davis […]” (Alape, p. 198). “En el Davis –prosigue- en la clausura del curso político, Martín Camargo y Pedro Vásquez le propusieron a Pedro Antonio Marín: ‘Hola, por qué vos no te ponés el nombre de Manuel Marulanda Vélez y te bautizamos aquí mismo en la escuela de cuadros del partido; la escuela marxista leninista te deja ese nombre como una cuestión de estímulo, para que lleves el nombre del dirigente obrero asesinado y lo lleves bien en alto’[…] Se pararon los estudiantes y los profesores y me dieron un fuerte abrazo. ¡Felicitaciones Manuel Marulanda Vélez! Así me bautizaron políticamente Manuel Marulanda Vélez.” (Alape, p. 210-211).
En el libro Combinación de todas las formas de lucha Gilberto Vieira, el secretario histórico del Partido Comunista Colombiano, declaró a Martha Harnecker: “los guerrilleros de las FARC en ningún momento ocultan su filiación comunista”. (p. 77). Luis Alberto Morantes Jaimes, alias ‘Jacobo Arenas’, cofundador de las FARC y miembro del Partido Comunista, orgullosamente confirma en su libro Cese el fuego que en las FARC “somos revolucionarios integrales, marxistas irreductibles, leninistas sin tacha, anti-imperialistas y anti-capitalistas.” (Arenas, p. 117). En las tres declaraciones resaltan dos aspectos: primero: las FARC son el retoño indiscutible del Partido Comunista Colombiano. Ocuparme de este aspecto desbordaría las pretensiones de este escrito, recomiendo, para tal efecto, la lectura esclarecedora de Las Farc el fracaso de un terrorismo de Eduardo Mackenzie. Segundo: nos dicen, sin ambages, cual ideología profesan los terroristas: el marxismo-leninismo.
No obstante, alguien objetará: sí, estas declaraciones acerca de su filiación marxista eran en los inicios de las FARC y hasta mediados de los años 80 del siglo pasado; además, al utilizar el terrorismo han abandonado o se han desviado de sus pretensiones políticas traicionando al marxismo. Esta objeción contiene tres partes: sus declaraciones tienen un límite en el tiempo; el uso del terrorismo comienza a mediados de los ochenta, y por efecto de ello, “traicionan” a la ideología marxista.
De la primera parte, dejemos que sus propios miembros sean quienes refuten esa objeción. Tomemos a Rodrigo Granda. En una entrevista publicada en la web Español Islam Times, a la pregunta ¿Cómo te vinculas a la lucha revolucionaria en Colombia? Granda responde: “ingreso entonces por el año 1972 o 1973 a las filas del Partido Comunista. Más tarde, a medida que fui adquiriendo conocimiento del marxismo leninismo […] comencé a mirar con mucha simpatía la cuestión del movimiento insurgente y me llamó poderosamente la atención que las FARC se reclamaban marxistas-leninistas. Entonces, con la militancia política a nivel del Partido Comunista y la cuestión de cierta identidad programática entre estas organizaciones, presionado por situaciones muy complicadas, ingreso a la guerrilla para proteger mi vida.” (Vid http://www.islamtimes.org/vdcd.j0o2yt0fxml6y.html).
Y la crema chantilly viene con la respuesta a esta pregunta ¿Por qué la ideología marxista leninista de las FARC te llamó la atención?: “Porque yo comencé a leer de dónde procedían los males en la sociedad, cómo era ésta situación de la lucha de clases, qué papel jugaban los Estados y a preguntarme por qué en nuestro país, siendo tan rico, la mayoría de los campesinos, de los obreros, de los estudiantes vivían en la miseria […] uno dentro de la cuestión del marxismo va viendo que realmente la cuestión social se mueve por la lucha de clases, que hay una clase explotadora que manipula […] Uno va llegando, en el análisis, a la conclusión que sin derribar ese Estado es imposible crear una nueva sociedad. Y el socialismo significa, digamos, salto de calidad en la cuestión de carácter social y eso no se hace con reformas solamente. Eso se hace destruyendo todo un régimen que ha creado la burguesía para su dominación de clase. Si uno se pone a hacer retoques sociales, obviamente que en cualquier país del mundo lo dejan hacer política libremente. Pero si una persona comienza a tener realmente conciencia de que ese Estado hecho por la burguesía hay que destruirlo”.
Esta entrevista la concedió ‘Granda’ en 2009 y es evidente como persiste la ideología marxista con todo su vocabulario revolucionario. Para el PCC-FARC la mejor manera de construir la “nueva” Colombia es con el socialismo, ojalá del siglo XXI. Nada de reformas o de “hacer retoques sociales” sólo destruyendo el Estado “hecho por la burguesía”, es decir, en palabras de Karl Marx, arrasando con el orden existente. ‘Granda’ jamás somete a crítica –como tampoco lo han hecho ‘Alfonso Cano’, ‘Iván Márquez’ o estando en vida ‘Raúl Reyes’- el marxismo. Sin más, prosigue con la entrevista bajo la lupa de la lucha de clases. Además, es pertinente destacar en las respuestas de ‘Granda’ el connubio Partido Comunista-FARC.
¿Por qué la mayoría de “analistas” elude la unión Partido Comunista-FARC y la ideología que ellos profesan? No lo sé. Por fortuna existen unos pocos que sí advierten ello. Poner de relieve estos dos aspectos ayudaría mucho a la hora de hacer un juicio de por qué los diversos procesos de paz se han malogrado, de por qué los procesos de paz han sido utilizados por los terroristas marxistas como una estrategia para hacer la guerra y no la paz, y de por qué el marxismo leninismo es incompatible con el Estado de derecho.
Pero ¿el marxismo leninismo rechaza el terror y la violencia? Aquí entramos en un terreno que muchos han caminado con más divergencias que coincidencias y es la pregunta qué es marxismo y marxismo leninismo. Para Kostas Papaioannou en el libro De Marx y del marxismo expone que el marxismo es una filosofía que hace evidente “el hecho primordial de que la actividad económica no es para el hombre algo exterior, sino la esencia misma de su ser”. (p. 35). Es decir, en la primacía de la economía se basa toda la interpretación del mundo para transformarlo. Y se considera al trabajo, a la técnica, que hicieron posible la industrialización, como la actividad por esencia del hombre.
En el libro Karl Marx y la tradición del pensamiento político Hanna Arendt explica que el marxismo, junto a lo dicho anteriormente, contiene dos afirmaciones: la violencia es la partera de la historia y no puede ser libre quien esclaviza a otro. Violencia e historia forman un binomio que para Marx es inseparable. La historia tiene un sentido y un fin. Fin en tanto estadio último y fin en tanto que la historia se va materializando. Ese fin último es la sociedad sin clases y sin odios: el comunismo
Lenin, en su opúsculo Karl Marx, define al marxismo como “el sistema de concepciones y de la doctrina de Marx. Éste continúa y corona genialmente las tres principales corrientes ideológicas del siglo XIX […] la filosofía clásica alemana, la economía política clásica inglesa y el socialismo francés vinculando a las doctrinas revolucionarias francesas en general”. (Obras completas, editorial Cartago, 1958, Vol. 21, p. 44).
El filósofo español Gabriel Albiac en su libro Léxico leninista o pequeño Lenin de bolsillo declara que definir al marxismo o al marxismo leninismo es inocuo pues hacerlo de partida conlleva a espejismos. No obstante, el español hace un matiz: “codificado por una tradición bien definida (la staliniana), que le otorga nombre, el ‘marxismo leninismo’ es un producto de la esclerosis dogmática del materialismo histórico que se abre paso en la Unión Soviética a partir de los años veinte”. (P. 10). Albiac tiene razón. Al leer los textos de Lenin destacan dos aspectos: primero: Lenin jamás se declara marxista leninista: se declara marxista. Segundo: Lenin es un atento lector de Marx: lo comenta, lo cita frecuentemente, señala los errores que, a su juicio, cometen los que se dicen marxistas o no.
Papaioannou y Lenin se lanzan con una definición; Arendt no lo define pero constata tres afirmaciones constitutivas y fundamentales de Marx; Albiac no pretende definirlo pero sitúa en el tiempo –una era- la acuñación de una palabra compuesta, separada por un guión, que ha sido el dogma de los comunistas y ha señalado a los herejes: el marxismo-leninismo.
¿Esto demerita los esfuerzos por definirlo? Por supuesto que no, lo que se pretende subrayar es que se han propuesto diversas definiciones. Algo sí queda claro: Papaioannou, Lenin, Arendt y Albiac conocen muy bien aquello a lo que se denomina marxismo o marxismo leninismo y para ello han tenido que recurrir inevitablemente a los textos de Marx y de Lenin. Entonces, de esta manera, trabajaremos: desde los textos. Por dos razones: allí están consignados sus análisis con la pretensión de que estos iban a suceder en la Historia y es en sus textos donde comienza y ha comenzado la crítica a los vaticinios de Marx y de Lenin, desde luego, sin dejar de lado la realidad pues es allí donde las doctrinas de Marx han sido refutadas contundentemente.
De nuevo preguntémonos ¿el marxismo rechaza el terror y la violencia? ¿Las acciones criminales y/o terroristas de las FARC son contrarias al marxismo leninismo? Dejemos que Marx y Lenin sean quienes respondan a estos interrogantes.
Al final del Manifiesto Comunista Marx escribe: “Los comunistas […] proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente”. Para Marx, la violencia desempeña un papel vital en la historia y “muestra –en palabras de Hanna Arendt- su verdad, su rostro no distorsionado, únicamente en guerras y revoluciones; y que la actividad política, si no es acción directa, violenta, debe entenderse o como la preparación de la violencia futura, o como la consecuencia de la violencia pasada”. (p. 33).
Así, Marx proporciona el arma con que se hace la historia: los cambios sociales implican, necesariamente, sangrientas revoluciones, en las cuales dos clases sociales de intereses históricos antagónicos luchan por eliminar al contrario. De allí la afirmación que hace Arendt como constitutiva del marxismo: la violencia es la partera de la historia. En esa lógica, la sociedad capitalista encontraría su final como consecuencia de la pugna entre explotadores, los dueños de los medios de producción, y explotados, los obligados a vender su fuerza de trabajo. El tránsito del capitalismo al comunismo, que según Marx se ha decidido por leyes históricas, es por medio de la violencia, como también la violencia es preparatoria del cambio: la acción política se hace con la violencia.
Lenin, como marxista que se declaraba y sus escritos son prueba incontrovertible, confirma a sus maestros en El Estado y la revolución: “La doctrina de Marx y Engels sobre el carácter inevitable de revolución violenta se refiere al estado burgués. Este no puede sustituirse por el estado proletario […] mediante la extinción, sino sólo, por regla general, mediante la revolución violenta. […]. La necesidad de educar sistemáticamente a las masas en esta, precisamente en esta idea sobre la revolución violenta, es algo básico en toda la doctrina de Marx y Engels”. (Vol.25, p. 393). Arendt y Lenin coinciden, la violencia es básica en toda la doctrina de Marx y Engels.
Es oportuno recordar que Marx no deseaba destruir el capitalismo porque fuera capitalismo, sino destruir la estructura y la “clase” que hacían posible el mantenimiento del capitalismo: el “estado burgués” y la “clase explotadora” que contaban con el ejército como instrumento armado para amedrentar a la “clase explotada” y la religión como “opio” para adormecer al hombre. Por otro lado, según Marx el capitalismo estaba abocado a su fin por fuerza de sus contradicciones internas pues era un estadio que ineluctablemente iba a ser superado por uno nuevo, último y superior gracias a la violenta acción del proletariado: el comunismo.
Entonces, además de emplearse para destruir el “estado burgués”, la violencia revolucionaria se convierte en una de las armas tanto para iniciar el paso del capitalismo al comunismo como para provocar la antesala a esa transición. Recordemos que la violencia revolucionaria es una educación sistemática y necesaria; es decir, es totalmente planificada: con cabeza fría se organizan los atentados, las ejecuciones y el terror. ¿Esta es la educación que las FARC inculcan a sus integrantes y que los cabecillas planean con tanto ahínco y orgullo para “liberarnos”? Sí. Recordemos que Pedro Antonio Marín, alias ‘Manuel Marulanda Vélez’, fue educado en la escuela marxista-leninista del Partido Comunista.
En su opúsculo Las Tareas de los destacamentos del ejército revolucionario, Lenin expone esa planificación e insta a que “cada destacamento deberá elaborar los métodos y procedimientos para la acción común […] deben distribuir las funciones por anticipado […] Los destacamentos pueden y deben aprovechar toda oportunidad […] puesto que sin una previa prueba de fuego no es posible adquirir experiencia para la insurrección.” (Vol. 9, p. 410). Y la violencia revolucionaria en la insurrección “no es sólo un derecho sino una verdadera obligación de todo revolucionario. Matar a los espías, a los policías, a los gendarmes, volar las seccionales de policía, liberar a los detenidos, extraer del gobierno los medios pecuniarios para emplearlos en las necesidades de la insurrección […] todo destacamento del ejército revolucionario debe estar dispuesto para realizar inmediatamente operaciones semejantes […] dejar pasar hoy una ocasión favorable que se le presente para operaciones de este tipo, será culpable […] una culpabilidad tal constituye el más grande delito que pueda cometer un revolucionario en época de insurrección”. (Vol. 9, p. 410).
Este opúsculo fue escrito en 1905 y el marxista ruso junto con los bolcheviques tomaron el poder en 1917. No son “tareas” que entrevió luego de la toma del poder. La tan mentada traición a la revolución no es más que una cortina de humo para ocultar los crímenes de Lenin y sus secuaces y, por consiguiente, para mantener impoluta la ideología marxista.
¿Lenin sólo exige matar policías o agentes de la fuerza del Estado? No. En otro pequeño libro, Enseñanzas de la insurrección de Moscú, el bolchevique avala que ya “desde hacía mucho tiempo, la prensa socialista había señalado que, en tiempos de insurrección, es un deber nuestro exterminar a los jefes civiles y militares.” (Resaltado nuestro) (Vol.11, P.168). Alguien objetará: el exterminio es en la insurrección, no antes. Esa objeción él la desmiente: “los destacamentos deben darse un trabajo multiforme, de ninguna manera sólo teórico, sino necesariamente práctico.” (Tareas de los destacamentos Vol. 9, p.409). Toda labor práctica no debe desaprovecharse si existe la oportunidad de matar civiles o militares. Dejar escapar esa oportunidad no es estar a la altura del deber de un revolucionario.
Lenin nos dice claramente qué se debe hacer en la insurrección, en su preparación y en el ejercicio del poder absoluto: exterminar. Este deber exterminador lo recalca en Enseñanzas de la insurrección de Moscú: “El desprecio a la muerte debe difundirse entre ellas (las masas, es decir, las fuerzas guerrilleras) y asegurar la victoria. La ofensiva contra el enemigo deber ser los más enérgica posible; ataque y no defensa: tal debe ser la consigna de masas; exterminio implacable del enemigo.” (Vol. 11, p. 171).
Además del exterminio Lenin saca otra enseñanza de la insurrección de 1905: “recuperar todo lo perdido […] y lo recuperaremos estudiando la experiencia de Moscú, difundiéndola entre las masas, estimulando el genio creador de las mismas en el desarrollo ulterior de esa experiencia. Y la guerra de guerrillas, el terror de masas […] contribuirá indudablemente a enseñarles la táctica acertada en el momento de la insurrección.” (Resaltado nuestro) (Vol. 11, p. 170). ¡Oh, sorpresa: el terror! Sí, el terror es práctica insustituible del revolucionario. Líneas arriba hemos citado un pasaje de El estado y la revolución en el que el jefe comunista promulga educar sistemáticamente a las masas en la revolución violenta; pues bien: el terror debe inculcarse en esa educación sistemática, puesto que es importante “aprovechar las enseñanzas de los grandes acontecimientos revolucionarios […] para hacer llegar […] a las masas nuestras viejas doctrinas ‘dogmáticas’, por ejemplo la de que es necesario enlazar en la práctica el terror con la insurrección”. (Nuevas tareas y nuevas fuerzas, Vol. 8, p.217). De esta manera el “terror debe fundirse de hecho con el movimiento de masas.” (Plan general de acuerdo del III congreso. Vol. 8, p.183).
Tanto Nuevas tareas y nuevas fuerzas como Plan general son escritos de 1905. Preguntamos ¿Existe algún tipo de desvío o de traición al marxismo-leninismo? Recurrir al terror no es algo casual o algo que se discute como alternativa última; es constitutivo de la doctrina del marxismo, es algo que la lucha de clases lleva dentro de sí. El binomio terror-lucha de clases es indisoluble y con insistencia Lenin lo afirma: cuando los revolucionarios estén en el poder “se debe practicar una depuración terrorista: juzgar y fusilar en el acto sin contemplaciones […] Nosotros diremos la dura, pero indiscutible verdad […] una exacerbación de la lucha de clases […] no se puede pasar sin el terror, a pesar de los hipócritas y charlatanes.” (El impuesto en Especie. Vol. 32, p. 350). Y si se alberga alguna duda: “[…] las gentes capaces de condenar ‘en principio’ el terror de la Gran revolución francesa, o, en general, el terror ejercido por un partido revolucionario victorioso […] esas gentes fueron ya condenadas al ridículo y al oprobio en 1900-1903 por Plejanov cuando este era marxista de verdad”. (Izquierdismo enfermedad infantil del comunismo. Vol. 31, p. 28).
No voy a redundar en comentarios ya que las palabras de Lenin son taxativas y de suma claridad al llamar al crimen. Esta es una pequeña muestra. Términos como “dictadura feroz”, “aplastamiento”, “terror de masas” “terror”, “la lucha revolucionaria”, “exterminio” pueblan los escritos del líder socialista. Entonces, es inválida la objeción de que el marxismo leninismo rechaza el terror o el terrorismo; es de igual manera inválida la objeción de que las FARC se han desviado de su ideología al recurrir al terrorismo. Calificarlas como terroristas no es una invención del “imperialismo”; el terrorismo de las FARC no es una última salida: es un terrorismo doctrinal. Los innumerables crímenes de las FARC son constancias irrebatibles.
Entonces ¿Qué podemos esperar de unos “diálogos” o de la nueva llamada de alias ‘Alfonso Cano’ a “dialogar” cuando en su ideología, perfectamente aplicada, la violencia, el terrorismo es necesario para, en palabras de Granda, destruir “todo un régimen que ha creado la burguesía para su dominación de clase”. Esas afirmaciones de Granda son el magma del más vetusto y fósil discurso revolucionario demostrado claramente criminal.
No obstante, replicará alguien: Marx jamás avaló el terrorismo. Donald de Marco en su libro Arquitectos de la cultura de la muerte relata: “Marx no pude ser más claro en su llamada a la violencia. Llamaba a colgar a los capitalistas de las farolas más próximas. En el periódico que editaba, Neue Reinishe Zeitung, declaró: ‘Cuando llegue nuestro momento, no disfrazaremos nuestro terrorismo’”. (P. 120). Paul Johnson en su libro Intelectuales hace una semblanza de la sórdida vida de Marx que incluye sus prédicas al terror. Por lo expuesto es acertado afirmar categóricamente que el marxismo leninismo exalta el terror, la violencia y el terrorismo. Y esta es la ideología que aplican y promueven las FARC.
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