LAS FARC SE RE-ARMARON DURANTE EL PROCESO DE PAZ CON PASTRANA
Tal vez nunca conozcamos la verdad completa de esta trama internacional donde varios gobiernos pretendidamente anticomunistas y amigos de Colombia, se vieron involucrados en rearmar a la más sanguinaria y antigua banda terrorista de Colombia, responsable de miles de muertos, secuestros, asonadas y genocidios que seguramente quedarán en la impunidad
Las FARC se re-armaron durante el proceso de paz con Pastrana
Tal vez nunca conozcamos la verdad completa de esta trama internacional donde varios gobiernos pretendidamente anticomunistas y amigos de Colombia, se vieron involucrados en rearmar a la más sanguinaria y antigua banda terrorista de Colombia, responsable de miles de muertos, secuestros, asonadas y genocidios que seguramente quedarán en la impunidad
Por Ricardo Puentes Melo
Septiembre 13 de 2017
@ricardopuentesm
ricardopuentes@periodismosinfronteras.com
El 7 de agosto de 1998, en el discurso de posesión Andrés Pastrana Arango como presidente de Colombia, él reitera su disposición iniciar diálogos de paz con la narcoguerrilla de las FARC.
El país pensaba que por fin llegaría la ansiada paz, ya que desde hacía meses el cabecilla supremo de las FARC, Manuel Marulanda, se reunía con el ya presidente electo Pastrana para ultimar los detalles de lo que sería el proceso, acogiendo la propuesta del político Juan Manuel Santos, director a la postre de la Fundación Buen Gobierno, y columnista – propietario del diario El Tiempo, quien pedía el despeje de una amplia zona del país para que las FARC pudieran sentirse a gusto y tuvieran control de ese territorio sin la intromisión de las instituciones constitucionales.
De inmediato, teniendo asegurado el despeje de 42.000 kilómetro cuadrados -conocidos como “la zona de distensión”, las FARC, ya expertas en usar los diálogos de paz para tomar aire, rearmarse y relevar mandos sin el peligro del acoso militar, decide concretar una negociación con el gobierno peruano de Alberto Fujimori, que consistía en la compra de 60.000 fusiles AK-47 y munición en grandes cantidades.
Lo que fue inaudito para los expertos, luego de conocerse toda esta historia, era que Fujimori había luchado con ahínco contra la guerrilla comunista Sendero Luminoso pero, al mismo tiempo, negociaba con la banda narcomunista de las FARC. La operación era dirigida directamente por el presidente peruano y por su asesor en temas de seguridad, Vladimiro Montesinos.
Montesinos había sido capitán del ejército peruano, institución de la cual fue expulsado en 1976 luego de comprobarse que era doble agente de la CIA. Después de pagar su
condena, como abogado se dedicó a defender narcotraficantes peruanos y colombianos. Luego, al ganar Fujimori la presidencia del Perú, fue su asesor entre los años 1990 y 2000. Las acusaciones que sobre él pesan aún, incluyen corrupción, narcotráfico, desapariciones, organizaciones de grupos armados ilegales, y terrorismo.
Así que, mientras en Perú Fujimori combatía con éxito al terrorismo de Sendero Luminoso, al mismo tiempo gestionaba la venta de armas para los terroristas en Colombia que, en ese momento, iniciaban los diálogos de paz con el gobierno de Andrés Pastrana.
Solo un mes después de posesionado Pastrana como presidente, y un mes antes de la apertura de la zona de distensión, un hombre que se identificó como un general del Ejército peruano, llega a Puerto Inírida, luego de entrevistarse con el cabecilla de las FARC conocido como “el negro Acacio”, que manejaba el negocio del narcotráfico en esa guerrilla. El general peruano contacta en la capital de Guainía a Libardo Aldana, un piloto que vivía en la región, y lo contrata, según Aldana, para transportar equipo electrónico ultrasecreto desde Jordania hasta las selvas de Perú. En tiempo récord el gobierno jordano gestionó la visa que Aldana reclamó en Lima, y en noviembre de 1998 Libardo Aldana viajó a Jordania, vía Ámsterdam, para transportar las armas para las FARC. Entretanto, desde el 14 de octubre. Pastrana ya les había despejado la zona del Caguán a los bandidos.
Adana estuvo en Jordania hasta enero de 1999, y allá se reunió con el traficante de armas libanés Sarkis Soghanalian. “Yo jamás hablé de armas ni de equipos electrónicos con Sarkis, jamás hablé de él con el cargamento que me contrataron para transportar. Yo hoy sospecho que Sarkis también estaba convencido de que toda la operación era oficialmente manejada por el gobierno peruano”, asegura Libardo Aldana.
Cuando viajaban hacia Iquitos, Perú, algo surgió y Aldana decidió regresar a Amán, Jordania, donde esperó hasta mediados de febrero hasta cuando dos peruanos que aseguraron ser militares le dijeron al piloto que los planes habían cambiado y que ahora el cargamento sería lanzado en paracaídas en unas coordenadas que le suministrarían a su debido tiempo. El día del vuelo los acompañó una persona que Aldana dijo que era empleado del hotel donde se alojó, pero que los investigadores del DAS identificaron como miembro de las FARC.
Tiempo después, al ser capturado, Libardo Aldana diría que él había llegado hasta Trinidad y Tobago y que, como ya no pretendían lanzar el cargamento en las coordenadas acordadas, sino que aterrizarían en Iquitos, donde en ese momento estaban Fujimori y Montesinos, él había ordenado el aborto de la misión y se había regresado a Amán.
Cuando finalmente llegó a Colombia, explica Aldana, le dijeron que a pesar de que la operación se había cancelado él recibiría 120 mil dólares en pago por el tiempo invertido. Le dieron instrucciones de ir hasta Barrancominas, en Guainía, donde el “Negro Acacio” lo retuvo durante varios meses hasta que, un buen día, le pidió que le enseñara a usar los GPS. Luego, estando allá, el cabecilla guerrillero lo llevó a que le ayudara a recoger unas cajas que habían lanzado desde el aire. Esas cajas eran los famosos Ak47 que Fujimori y Montesinos vendieron a las FARC.
Casi un año después de este evento, Libardo Aldana estaba ya en Villavicencio y la agencia de inteligencia DAS estaba sobre su pista.
A mediados de agosto del 2000, Germán Jaramillo, director del DAS en Cali le informa al presidente Andrés Pastrana que Alberto Fujimori, presidente de Perú, hace parte de un negocio de 50 mil fusiles (en realidad eran 60 mil) que las FARC habían comprado recientemente en Jordania. Pastrana le contesta a Jaramillo que era imposible que Fujimori, quien tenía fama de ser anticomunista y de “ultraderecha”, pero el coronel Jaramillo le presenta las pruebas contundentes donde se evidencia que no solo Fujimori sino Montesinos han vendido armas a las FARC:
De inmediato, el gobierno de Colombia, denunció estos hechos al servicio de inteligencia de Estados Unidos. Y en pocos días, el 21 de agosto de 2000, viéndose acorralados por las pruebas, el presidente Alberto Fujimori y su asesor Vladimiro Montesinos convocaron a una rueda de prensa para anunciar que habían “descubierto” a una gran mafia que traficaba con armas en la región. A eso lo llamaron “El Plan Siberia”. Las FARC, a través de su vocero “Joaquín Gómez” manifestó desde la zona de despeje en el Caguán, que la venta de armas a ese grupo comunista era totalmente una información falsa. “Es una actitud servil del presidente Fujimori para congraciarse con el sector guerrerista de los Estados Unidos interesados en la aplicación del Plan Colombia.”, afirmó el interlocutor en los diálogos de paz entre FARC y el gobierno de Pastrana.
Nunca se ha sabido por qué el gobierno de Andrés Pastrana no hizo pública esa información sobre la culpabilidad de Fujimori y Montesinos quienes, al menos durante algunos años, creyeron que se saldrían con la suya.
En el año 2001, el piloto Libardo Aldana viajó a la zona de distensión donde ya gobernaba la guerrilla. Allí se llevaban a los secuestrados, se hacían negocios de droga y armas, se ejecutaban personas y, al mismo tiempo, se negociaba la paz con el gobierno. Aldana estuvo varios meses en la zona de despeje, en el campamento del “Negro Acacio”, esperando el pago del negocio. El piloto, al día de hoy, asegura que es inocente y que el cabecilla de las FARC solo le pagó unos dólares para cubrir su estancia de esos días en la zona de distensión, pero que nunca recibió pago por el viaje a Jordania.
En mayo 1 de 2002, el DAS anunció la captura del colombiano Luis Humberto Sánchez, (ex diputado por el Dpto de Guainía) acusado de ser el contacto entre Montesinos, la organización peruana Aybar Cancho y las FARC. Él fue el responsable, según los organismos de inteligencia, de la negociación con Jordania y la entrega a las FARC de 60 mil fusiles AK47.
El director del DAS en Cali, Germán Jaramillo, determinó que, de esas 60 mil armas negociadas, cerca de 14.000 armas fueron arrojadas en paracaídas en el suroriente colombiano a finales de 2000, en plena zona de distensión. Según Jaramillo, el costo de los fusiles fue de 11,5 millones de dólares.
El dinero para la compra del arsenal provino del capo brasilero Fernandinho Beira Mar, quien había sido capturado por las autoridades colombianas en abril de 2001. Fue Fernandinho quien le pagó al “Negro Acacio” esta suma, en una intermediación de Luis Humberto Sánchez. A cambio del dinero, el “Negro Acacio” entregó una cantidad indeterminada de cocaína lista para ser enviada a Estados Unidos y Europa.
Los fusiles que se lanzaron en paracaídas terminaron en manos de Jorge Briceño, “el mono Jojoy”, quien se encargó de distribuirlas en varios frentes. También se reveló que el “militar peruano” que recibió a Aldana en Amán era José Luis Aybar quien, junto a su hermano Luis Frank, fueron delegados por Montesinos para viajar a Jordania a negociar las armas.
Al caso fueron vinculados ciudadanos de Francia, Rusia, Ucrania y Perú, todos ellos con importantes conexiones con sus correspondientes gobiernos.
Montesinos fue capturado en Venezuela con ayuda de agentes del FBI, y en septiembre de 2006 fue condenado a 20 años de prisión por la venta de armas a las FARC. En 2012, la Fiscalía de Colombia anunció su intención de llevar a juicio a Montesinos por ese mismo hecho, pero las autoridades en Perú afirmaron que no se podía juzgar dos veces al mismo sujeto por el mismo delito.
Alberto Fujimori fue condenado en Perú por numerosos delitos, pero el de tráfico de armas hacia las FARC no se le imputó jamás. Tomás Medina, el “Negro Acacio” fue dado de baja por las Fuerzas Militares, en el 2007, durante el gobierno de Álvaro Uribe.
Luis Humberto Sánchez Bernal, diputado de Guainía, nacido en Neiva, Huila, fue condenado a 10 años de cárcel por este delito, pero recobró su libertad en el 2009, por prescripción.
Hasta el día de hoy, el piloto Libardo Aldana, quien pagó 39 meses de prisión, sigue alegando su inocencia.
Tal vez nunca conozcamos la verdad completa de esta trama internacional donde varios gobiernos pretendidamente anticomunistas y amigos de Colombia, se vieron involucrados en rearmar a la más sanguinaria y antigua banda terrorista de Colombia, responsable de miles de muertos, secuestros, asonadas y genocidios que seguramente quedarán en la impunidad gracias a un nuevo proceso de paz que adelantan, esta vez con el gobierno de Juan Manuel Santos.
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