OBAMA CONTRA ISRAEL
El Estado Islámico, por la inacción occidental amparada por los Estados Unidos, creció como una gran mancha territorial ahogando en la inestabilidad y el terrorismo a Siria, Irak, Yemen e incluso el Magreb. Obama no supo estar a la altura de las circunstancias
Obama contra Israel
El Estado Islámico, por la inacción occidental amparada por los Estados Unidos, creció como una gran mancha territorial ahogando en la inestabilidad y el terrorismo a Siria, Irak, Yemen e incluso el Magreb. Obama no supo estar a la altura de las circunstancias
Por Ricardo Angoso
Diciembre 28 de 2016
@ricardoangoso
rangoso@iniciativaradical.org
No podía irse a casa uno de los peores presidentes de la historia reciente de los Estados Unidos, junto con el cacahuetero Jimmy Carter, sin perder la ocasión de atacar, humillar y herir al pueblo judío, más concretamente al Estado de Israel. Barack Obama, principal responsable del megacaos que vive Oriente Medio tras estos ocho años de una gerencia bastante mediocre de los asuntos internacionales, tuvo que dejar su sello, su firma, antes de abandonar la Casa Blanca y permitió, de una forma ignominiosa, que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobase la resolución 2334, un texto plagado de odio e insidia hacia el Estado hebreo y presentado, entre otros países, por la Venezuela de Nicolás Maduro. Como Carter, que incluso ha emplazado a Obama a reconocer un “Estado palestino”, ha querido levantar una cortina de humo con este asunto para intentar esquivar la atención de una gestión pésima e irrelevante al frente de la política internacional de la primera potencia del mundo.
Las Naciones Unidas, al menos hasta la fecha, han servido para bien poco y nunca consiguieron poner coto, en sus 71 años de larga e inútil historia, a las grandes matanzas que ocurrieron durante la segunda mitad del siglo XX, tales como las acontecidas en la extinta Unión Soviética, Ruanda, Kosovo y Timor, por citar solo algunos de los ejemplos más conocidos. Tampoco la ONU, y sus inútiles funcionarios bien pagados, hicieron nada cuando las tropas soviéticas entraron triunfantes en Budapest (1956) y Praga (1968), aplastando a sangre y fuego las incipientes revoluciones democráticas. Ahora, sin embargo, como si no hubiera otros problemas en el mundo, la ONU ha puesto sus ojos en Israel y condena lo que considera una suerte de ocupación colonial, que por supuesto no es tal. Más le valdría al nuevo mandatario al frente de los Estados Unidos, Donald Trump, cerrar las puertas de tan obsoleta e inútil institución y mandar a todos los caraduras y sinvergüenzas sin fronteras que trabajan ahí a buscarse la vida y que de una vez ejerzan un trabajo digno, serio y responsable que merezca tal nombre.
Obama, que ha hecho perder protagonismo e influencia a los Estados Unidos en las crisis siria y ucraniana, ha rehabilitado políticamente a Irán, en un gesto que pagará la comunidad internacional con creces en los próximos años, y que enarbola la bandera de la paz de nuestro tiempo en el mal llamado proceso de paz colombiano, y valga la redundancia, nunca ha ocultado su animadversión hacia el Estado judío. En vez de haber liderado una iniciativa internacional para derrotar al Estado Islámico y enfrentar con firmeza al terrorismo, en una gran alianza con el mudo árabe, la Unión Europea (UE) y Rusia, prefirió enzarzarse en estúpidas (y estériles) disputas con Moscú y machacar, antes de marcharse por la puerta de atrás, a Israel.
Aparte de los simbólico del hecho, que refleja el carácter vengativo de Obama y su cercanía ideológica a los enemigos de Israel, la resolución 2334 no aporta nada nuevo ni añade elementos positivos de cara a un proceso de resolución política y pacífica del largo conflicto que enfrenta a israelíes y palestinos. Todo lo contrario, solo añade más leña al fuego y genera desconfianza entre las partes. Las tropas hebreas no han ocupado nunca Cisjordania a Palestina, ya que el Estado palestino no ha existido nunca y es tan solo una entelequía creada por las calenturientas mentes de la izquierda planetaria y los filonazis de la prensa progre a escala mundial. Esos territorios junto con Jerusalén fueron liberados de la barbarie árabe en el año 1967 e integrados en una sociedad moderna, desarrollada, democrática y libre: la israelí. En ninguna otra parte de Oriente Medio los árabes ejercen tan libremente el voto como en Israel; incluso sientan a 13 de sus representantes, junto con otros connotados enemigos de lo que denominan como “entidad sionista”, en el (odiado) parlamento israelí.
Adiós Obama, bienvenido Trump. Obama, siempre pendiente de una escenografía pretenciosa, cursi y ampulosa, pretende pasar a la historia como un gran estadista, ¡ya quisiera haber tenido la altura moral y política de Reagan o Clinton! En estos ocho años de desgobierno, caracterizados por la mediocridad, la falta de miras y la escasa concreción estratégica, Obama ha llevado a Oriente Medio a una situación desconocida y casi trágica. La guerra de Siria ya ha costado 400.000 muertos, once millones de desplazados y refugiados y la destrucción material de un país que antaño pudo haber sido un modelo y un faro de desarrollo en el mundo árabe. Y el Estado Islámico, por la inacción occidental amparada por los Estados Unidos, creció como una gran mancha territorial ahogando en la inestabilidad y el terrorismo a Siria, Irak, Yemen e incluso el Magreb. Obama no supo estar a la altura de las circunstancias, no tuvo un proyecto a nivel global y el liderazgo norteamericano se erosionó notablemente. Qué payaso más redomado.
Mención aparte merece Francia, siempre en la primera línea de hostilidad y fobia hacia Israel, que podría haberse callado y mantener un menor protagonismo, al menos para que hiciéramos la vista gorda ante el antisemitismo creciente en ese país, que ha llevado a miles de judíos a emigrar a Israel y otras latitudes, y la profunda (y tolerada) islamización de la que fuera, en otros tiempos, una de las sociedades más modernas y desarrolladas del planeta. Por no hablar, y no extenderme mucho, del colaboracionismo galo en el envío de miles de judíos franceses a los campos de la muerte nazis y el silencio -unánime- de la Francia de los Petain y los Laval.
También hay que añadir a la vergonzosa lista de naciones que apoyaron la resolución a España, que presidía el Consejo de Seguridad de la ONU, y que no dio rienda suelta, para deshonra de sus ciudadanos, a la tan cacareada (y falsa) “tradicional amistad hispanojudía”. Mentira: llevan desde el año 1492, en que los Reyes Católicos echaron a los judíos de España, practicando el doble juego de decir una cosa y hacer otra, de exhibir una retórica projudía y ser los adalides de la causa (terrorista) palestina en todos los foros internacionales. Esperemos que se vaya Obama, que en mala hora llegó desbaratando todas las esperanzas que habíamos depositado en el primer presidente afroamericano de la historia de los Estados Unidos, y damos la bienvenida al nuevo presidente electo, Donald Trump, que se manifestó desde el principio en contra de la resolución 2334 y que parece un amigo sincero del pueblo judío e Israel. Ojalá así sea. Good bye Obama. Hasta nunca.
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