En una reciente entrevista de Vicky Dávila a Petro, en la Revista Semana, cuyo dueño es el mayor financista de Petro, Gilinski, con quien los une una estrechísima amistad, (lea acá sobre Gilinski y Petro) la periodista le pregunta por Mercado y por el Palacio de Justicia. Petro se exalta y gritando dice que cuando mataron a José Raquel Mercado, él era un niño de 14 años que era sacristán, y que cuando el asalto al Palacio de Justicia, él era el mejor estudiante de Economía en la Universidad Externado y que el Ejército, sin razón alguna, lo apresó y lo torturó, y que él no participó en nada referente a la sangrienta toma.
Vicky le dice que le duele mucho que lo hayan torturado y, casi suplicante, le pide que sigan la entrevista. Pero Petro, indignado, se levanta y se va. Al estilo Uribe, para generar el mismo efecto. Nada es improvisado.
Gustavo Petro miente en ambas cosas, como en casi todo en su trayectoria. Este bandido sí tuvo que ver con el asesinato de José Raquel Mercado, y también tuvo que ver con la planeación del asalto al Palacio de Justicia. Para 1985, Petro ya era un reconocido gatillero del M19 con una inteligencia y una frialdad que lo habían llevado a ascender en la organización.
Lo cierto es que Gustavo Petro ya era dirigente del bloque que funcionaba en el Tolima. Tan pronto como en 1978, gracias -como se dijo- a sus grandes capacidades para delinquir, el M19 le encarga guardar varias armas de las que se habían robado en el Cantón Norte de Bogotá. De esa salió ileso, ya que no lo descubrieron.
Como se explicó en el artículo Petro siempre fue cobarde para enfrentar en combate al Ejército, pero tuvo y tiene, según sus compinches, una frialdad extrema para disparar a gente desarmada. Así lo narramos en el artículo:
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