MARIO IGUARÁN ¿OTRO NARCOFISCAL?
No hay duda alguna en cuanto a que la Fiscalía General de la Nación, en cabeza de Mario Iguarán, lideró la persecución infame contra el Ejército nacional, usando toda clase de triquiñuelas, hasta la compra descarada de testigos, o su suplantación
MARIO IGUARÁN, ¿FUE OTRO NARCOFISCAL?
No hay duda alguna en cuanto a que la Fiscalía General de la Nación, en cabeza de Mario Iguarán, lideró la persecución infame contra el Ejército nacional, usando toda clase de triquiñuelas, hasta la compra descarada de testigos, o su suplantación
Por Ricardo Puentes Melo
Septiembre 24 de 2011
Colombia nunca dejará de lamentarse por la oportunidad perdida. La Seguridad Democrática fue la fórmula perfecta con la cual el presidente Álvaro Uribe Vélez arrebató a las FARC este país que ya tenían totalmente controlado. Por ello, esta política se ganó tantísimos enemigos que, agazapados en apariencias democráticas, ocultando su verdadera fascinación fetichista –cuando no firme afiliación activista- por las bandas guerrilleras, hicieron todo lo que estuvo a sus alcances para torpedear y desacreditar a la “Seguridad Democrática” que sacó a Colombia–lo repetimos- del horror terrorista de las narcoguerrillas.
Tuvo esta política una falencia que, a mi modesto modo de ver, fue la fisura para que el modelo funcionara a la perfección: Aunque se combatió a las guerrillas con decisión, se descuidó el accionar de la gran ramera, madre de todos los movimientos armados de Colombia. Y no solo se descuidó, sino que se le proporcionó una amplísima transfusión de miles de millones de pesos representados en contratos con el gobierno de Uribe.
En vez de desenmascarar la relación del Partido Comunista con las guerrillas, se premió a sus ONG con contratos gubernamentales. Buenos ejemplos de ello los tenemos en las millonadas que se ganó el curita jesuita Francisco de Roux, y el guerrillero, asesino y secuestrador del ELN, León Valencia, conocido en el mundo del crimen como “comandante Gonzalo”
Pero los enemigos de Colombia no solamente gozaron de contratos que airearon sus finanzas. También se apoderaron de ramas enteras del propio Estado en el mismísimo gobierno de Uribe. Como fue el caso de la Fiscalía General de la Nación, a donde llegó un tenebroso personaje que se hizo famoso por sus escándalos. Se trata de Mario Iguarán.
Y es a él a quien queremos, en esta ocasión, rendirle su merecido homenaje.
Mario Iguarán Arana fue Fiscal General de la Nación entre el 1 de agosto de 2005 y el 31 de julio de 2009.. Egresado de la Universidad Externado de Colombia, Iguarán fue hasta 2004 un abogado oscuro que defendía narcos y, sobre todo, los bienes de éstos. Pero los procesos que llevaba, en realidad, eran las sobras que le dejaban en la oficina de su mentor y amigo del alma, el ex procurador Jaime Bernal Cuéllar, otra joya de personaje al que próximamente dedicaremos un artículo aparte.
Nuestro equipo investigativo consultó varias fuentes para este reportaje, y todos nos hablaron con la condición de que sus nombres no fueran publicados ya que, obviamente, sienten temor de que sus vidas puedan correr algún riesgo. Los entendemos perfectamente.
Varias fuentes recordaron haber visto hace más de 10 años a Iguarán haciendo lobby en el Congreso para que le dieran ‘contraticos’ de uno o dos millones de pesos. Ese lobby lo alternaba con clases de derecho en el Externado, en las que se distinguió como un pésimo catedrático.
Una ex estudiante le contó a periodismosinfronteras.org que Iguarán llegaba a la clase a hablar de fútbol y a preguntarles a sus alumnos, por ejemplo, cómo habían quedado los partidos del domingo o quiénes habían marcado los goles. Si los muchachos acertaban, Iguarán les regalaba la materia y punto.
En aquella época, en el Externado, Iguarán también dejó fama de querer aparentar lo que no era andando para arriba y para abajo con mujeres jóvenes y hermosas. La comunidad universitaria, no obstante, murmuraba, entre risas, que esas chicas no corrían ningún peligro al lado de este profesor que, ya a estas alturas, no disimulaba su amaneramiento.
Pero la aburrida vida de Iguarán cambiaría en el año 2004.
Sabas Pretelt de la Vega era el ministro Interior y de Justicia, y algunos amigos bien intencionados le vendieron la idea de que se llevara a Iguarán a trabajar en el gobierno. Pretelt de la Vega, desconociendo la clase de individuo que era Iguarán, lo nombró Viceministro de Justicia. Aprovechamos para ofrecer nuestras disculpas al Dr. Sabas Pretelt, a quien en alguna ocasión señalamos de ser el artífice del nombramiento de Iguarán en la Fiscalía. (Ya completamos la información necesaria y tenemos la certeza de que Sabas Pretelt acogió a Iguarán con desconocimiento de sus antecedentes)
Así que, de abogado de narcos y profesor en la Universidad Externado -cuya facultad de Derecho ha producido de todo- Mario Iguarán pasó a ser el flamante Viceministro de Justicia. “Marito”, como le decían sus amigos debido a su diminuta figura y delicado tono de voz, pasó de defender legalmente la ilegalidad, a algo muy parecido.
De su paso por ese viceministerio no hay nada que rescatar. Funcionarios del gobierno Uribe consultados para este artículo recuerdan al viceministro Iguarán como un lagarto profesional que reptaba ante ellos cuando los veía.
Poco tiempo después, fue enviado a manejar la Dirección Nacional de Estupefacientes. Es decir, lo mandaron a la entidad que administraba los bienes de sus antiguos clientes o patrones. Porque, hay que decirlo, todos saben que la mayoría de los abogados de los narcos terminan siendo sus sacamicas.
Hacia mayo de 2005, los medios de comunicación de todo el país empezaron a barajar los nombres que el entonces presidente Uribe pondría en la terna que enviaría a la Corte Suprema de Justicia para que ésta, a su vez, eligiera al nuevo Fiscal General de la Nación, en reemplazo de Luis Camilo Osorio.
Se mencionaron toda clase de nombres. Cantidad de abogados acudieron a sus periodistas amigos para que los pusieran a sonar como “fijos” en la terna que conformaría Uribe, quien, sin embargo, para mediados de 2005 sólo tenía cabeza para un tema: la reelección, que en ese momento ya estaba en estudio en la Corte Constitucional.
Entonces Uribe, el mejor presidente que ha tenido Colombia en toda su historia, descuidó ese asunto clave de la terna para Fiscal y permitió que Sabas Pretelt De la Vega incluyera el nombre de Mario Iguarán, quien llegó a fastidiar día y noche al ministro Sabas para que lo ternara, hasta que lo logró.
Aparte de Iguarán, en la terna que fue enviada a la Corte Suprema también apareció el nombre del abogado Jorge Pretelt Chaljub, quien según dijeron en ese momento los medios de comunicación más importantes de Colombia no tenía pierde para ser elegido como Fiscal general. El motivo: todo el mundo daba por descontado que “Marito” y la otra candidata, la abogada Consuelo Caldas, estaban de relleno en la terna.
Sabas Pretelt de la Vega también lo creía. Tan seguro estaba que aclaró públicamente que la coincidencia de apellido con Jorge Pretelt ciertamente era por parentesco familiar, pero uno muy, muy lejano. Entonces, todos esperamos el nombramiento del Dr. Pretelt.
Pero, de repente, sucedió algo que aún hoy nadie ha podido explicar. Extrañamente la Sala plena de la Corte Suprema de
Justicia escogió a Mario Iguarán como fiscal general. Apenas sucedió eso, en los corrillos de abogados y periodistas empezaron a correr rumores de que los paramilitares habrían hecho una “vaca” con el fin de que una jugosa suma de dinero terminara en los bolsillos de algunos magistrados de la Corte Suprema para que cambiaran su voto en favor de “Marito”.
En abril de 2008, la revista Semana publicó unos confidenciales en los que sugería que varios paramilitares, encabezados por Carlos Mario Jiménez (alias “Macaco”), habían puesto plata para la elección de Iguarán.
De inmediato, Iguarán expidió un comunicado en el que aseguró que “ante recónditos y recientes rumores, recogidos en algunas publicaciones periodísticas, y que reflejan una delictual campaña que pretende enlodar a la Fiscalía General de la Nación y a la Honorable Corte Suprema de Justicia, el Fiscal General, previas comunicaciones con el Alto Tribunal, se permite comunicar: esta vil patraña contra la justicia busca afectar la institucionalidad”.
“Marito” agregó en el comunicado que “no existe ni puede haber elemento alguno que comprometa a Magistrados de la Corte Suprema y al Fiscal General en un episodio de transgresión de la ley”. Esta sí es la tapa; esta frase hoy sólo nos produce risa.”
Cualquier persona que tuviese conocimiento de un hecho anómalo, está en la obligación de denunciarlo ante las autoridades competentes.
Estas hostilidades no lograrán distraer nuestras funciones y convicciones. Por el contrario, nos estimulan a seguir cumpliendo con el deber institucional de perseguir el delito y sus responsables“, dijo el fiscal comprado por “Macaco”.
Iguarán advirtió finalmente que “la Fiscalía investigará para acusar ante los jueces a quienes amparados en la sombra y el anonimato intentan desprestigiar a la administración de justicia”.
Un día después de este soso comunicado de prensa, el 22 de abril de 2008, Iguarán se ideó la manera de tapar este paranarco-escándalo con la captura, por parte de la Fiscalía, del ex senador Mario Uribe, primo segundo del presidente Álvaro Uribe. Nadie entonces volvió a hablar de los evidentes delitos que se dieron en la elección de Iguarán como fiscal.
Pero como entre cielo y tierra no hay nada oculto, a principios de 2010 el narcotraficante Johnny Cano contó en una cárcel de Estados Unidos -a una comisión de la Corte Suprema- la misma historia de la compra de la Fiscalía para Iguarán por parte del narcoparamilitarismo.
Como cosa rara en Colombia, la noticia pasó desapercibida en los medios de comunicación, lambones de la Corte Suprema de Justicia.
A finales de febrero de 2011, El Espectador publicó una serie de cables de Wikileaks que daban cuenta de que, en efecto, el narcoparamilitarismo había comprado la Fiscalía para “Marito”, según un reporte de la Embajada de Estados Unidos en Colombia enviada al Departamento de Estado en Washington, el 23 de abril de 2008.
El diario bogotano inició así el impactante artículo: “Lo declaró judicialmente hace un año desde una cárcel de Nueva York el extraditado narcotraficante Johny Cano. Lo ratificó a El Espectador un ex asesor político de las autodefensas que hoy colabora con la justicia de Estados Unidos. Lo confirmó un exoficial de la Policía que hizo la vuelta. En 2005, la elección de Mario Iguarán Arana como fiscal general de la Nación tuvo tras bambalinas $5.000 millones del paramilitarismo para despejar el camino que la organización creía necesario en su proyecto de consolidar la Ley de Justicia y Paz”.
Más adelante, el mismo artículo aseguró: “Entre los jefes paramilitares se tenía la creencia de que Iguarán era más confiable. No sólo porque había sido el gestor de la Ley de Justicia y Paz en su calidad de viceministro de Justicia, sino porque lo consideraban manejable a la hora de cumplir los compromisos de exiguas penas antes de convertirse en congresistas”
¡Qué vergüenza para la justicia colombiana…! ¡Qué ignominia para el país..!
Y, para colmo de males, este sujeto de quinta categoría es en la actualidad el embajador de Colombia en Egipto.
En otro aparte de la nota periodística de El Espectador, titulada “Los dineros de ‘Macaco’ por un fiscal”, se dijo que para conseguir la Fiscalía para Iguarán “se hicieron reuniones en Córdoba y Magdalena. Se recogió la opinión de al menos cinco de los grandes jefes. Pero como ya avanzaban otros planes de penetrar al Poder Judicial, no todos fueron consultados. Por su cuenta y riesgo, el más poderoso, el narcotraficante y jefe del bloque Central Bolívar que extendía su dominio desde el Bajo Cauca antioqueño hasta el departamento del Valle, Carlos Mario Jiménez, alias Macaco, dio el primer paso. El dinero para empezar la campaña y el secuaz que debía concretar la acción de convencimiento”.
Como era de esperarse, al estar en la mitad de esta bomba de noticia la credibilidad de la Corte Suprema de Justicia, los medios de comunicación arrodillados y antiuribistas pasaron la página rápidamente para ayudarles a los magistrados que recibieron la plata de “Macaco”. También le dieron la oportunidad a Iguarán, desde Egipto, de desmentir el contenido de los controvertidos Wikileaks.
Narcopara-fiscal a la brava. El primero de agosto de 2005, y luego de que el narcoparamilitarismo compró para él la Fiscalía, Mario Iguarán se posesionó para un período de cuatro años como fiscal general de la Nación. Y lo hizo ante el entonces presidente Uribe en el Salón Gobelinos de la Casa de Nariño.
A su posesión, Iguarán invitó a personajes de cuatro en conducta, entre ellos, a un “próspero empresario” huilense llamado Ascensio Reyes Serrano, quien después se haría tristemente célebre por ser el organizador de grandes rumbas -con todo incluido- para los magistrados de las altas cortes del país y para el propio Iguarán, a quien consentía de manera especial dándole gusto en todas sus aberradas inclinaciones.
El nuevo Fiscal, de entrada, se rodeó de un “equipo de lujo” que ya reseñamos en el artículo anterior (https://www.periodismosinfronteras.org/las-joyas-de-la-fiscalia-de-iguaran.html). Como vicefiscal nombró a Jorge Armando Otálora -El doctor cuchuco-; y la oficina de prensa se la entregó al célebre beodo Rodrigo Barrera, quien por sus actos de reconocido golpeador de mujeres ya se ha hecho merecedor a un artículo aparte en esta serie de informes periodísticos.
Los principales cargos de la Fiscalía, como las Fiscalías Delegadas ante la Corte Suprema y las coordinaciones de las unidades, se las entregó como contraprestación por los favores recibidos a familiares de algunos magistrados de las altas cortes. Así, por ejemplo, Jesús Antonio Marín, ex magistrado auxiliar del polémico golpista Yesid Ramírez, fue nombrado fiscal delegado ante la Corte. Otra delegada ante la Corte terminó en poder de Ómar Zarabanda, el mandadero del ex fiscal Alfonso Gómez Méndez, el primer narcofiscal que tuvo Colombia, según Manuel Vicente Peña. Y una colega de Iguarán en el Externado, Angela María Buitrago, también fue nombrada para que empezara a perseguir a los militares que participaron en 1985 en la recuperación del Palacio de Justicia, que había sido tomado por la narcoguerrilla del M-19, cuyos miembros hoy posan como reputados ciudadanos defensores de la ley, practicantes de “la política del amor” y otras falacias con las que han engañado a sus víctimas: los colombianos.
La dirección del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) le fue entregada a Jaime López, un pobre tipo que en los seis meses que duró en el cargo lo máximo que logró fue que al CTI se le llamara “La jaula de las locas”.
Y como asesores externos, con fabulosos sueldazos pagados por los contribuyentes, Iguarán nombró a personajes como Juan Mesa Zuleta, actual hombre fuerte de las comunicaciones en el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, y al mamerto redomado de Pedro Medellín.
En lo personal, el paso de Iguarán por la Fiscalía fue un desastre. Normalmente salía a almorzar con su séquito de colaboradores lamesuelas y no regresaba más al despacho. Incluso, varias fuentes le aseguraron a periodismosinfronteras.org que en muchas oportunidades a “Marito” le llevaban documentos y providencias para que los firmara en los restaurantes donde estaba de rumba. “Bueno, yo no sé lo que voy a firmar, pero confío en usted”, les decía a sus empleados. Era tal el endiosamiento en que se encontraba “Marito”, que les creyó a sus áulicos el cuento de que después del de Fiscal general, su próximo cargo sería el de Presidente de la República.
El informe del brujo Martí. En septiembre de 2006, la revista Semana publicó un artículo que daba cuenta de que la Fiscalía de Mario Iguarán había terminado convertida en una vergonzosa cueva de mentalistas y agoreros. El informe en mención detallaba que un mentalista llamado Armando Martí era el hombre detrás del poder en el llamado búnker de la Fiscalía en Bogotá, y que, sin ser funcionario de planta, portaba carné de la Fiscalía y tenía carro asignado y hasta chofer.
Pocos días después de aquella publicación de Semana, se conoció un informe elaborado por Martí llamado “Misión Perseo de Zeus” (¿?). Era un documento de 14 páginas en el que quedaba en evidencia la personalidad insegura e inestable de “Marito”.
De entrada, por ejemplo, el informe de Martí recordaba la asesoría que le prestó a “Marito” para “motivación, reprogramación e intervención de sentido logoterapéutico (¿?) para exposición y discurso ante la Corte Suprema de Justicia del entonces viceministro del Interior y de Justicia, doctor Mario Germán Iguarán Arana”. Así como suena: el fiscal general de la Nación recibiendo orientación de un charlatán para su intervención en la Corte Suprema. Además, ¿cómo sería el rigor para la escogencia del fiscal en la Corte que el elegido fue el pupilo de un brujo? ¿Quedará duda entonces de que todo estaba pactado o comprado con anterioridad para “Marito”?
Según el informe, en septiembre de 2005 sucedió algo “espantoso” en la Secretaría General de la Fiscalía: “Caso de una muñeca de vudú encontrada en el despacho de la secretaria general, Zaidy Mora, entre una matera, con testigos como el señor vicefiscal, doctor Jorge Armando Otálora; director del CTI, Jaime López; y algunos escoltas asignados a la doctora Mora”. Queda claro, pues, que la Fiscalía terminó convertida en un antro de brujería, homosexualismo, adulterios y otras malas costumbres. Y todo, desde luego, con el aval del inseguro de “Marito”.
Para noviembre de 2005, según el informe de Martí, ocurrió otro grave hecho en el que resultó mencionada la legítima esposa de Iguarán. “Esclarecimiento de hechos que comprometían la integridad moral de la señora Lucero de Iguarán, emanados de testimonios y actuaciones de la doctora Zaidy Mora y un grupo confabulador. Técnicas para el discernimiento y aclaración de la verdad de estos hechos (¿?). Se utilizó el método de hipnoterapia (¿?). El resultado exoneró de toda duda a la señora Lucero de Iguarán y comprometió gravemente a la doctora Zaidy Mora, quien confesó sus planes e intenciones en el propio despacho del fiscal general”.
¿A quién, con algo de inteligencia y sobre todo de testosterona, se le puede pasar por la cabeza que le hagan sesiones de hipnosis a su propia esposa y también a su amante? Respuesta: a “Marito”.
Porque, qué se puede esperar de un individuo que como nombres les puso a sus mascotas “Zucarita” y “Crispeta”. A propósito de “Zucarita” (q.e.p.d.), está probado que terminó sus días en esta tierra en las fauces de un perro gigante en una finca del oscuro Ascensio Reyes, el socio del narco extraditado “Chepe” Ortiz.
El informe, así mismo, está plagado de amenazas de funcionarios y ex funcionarios de la Fiscalía de ventilar ante los medios de comunicación casos de corrupción en el interior de la entidad. Se menciona, por ejemplo, que Martí medió para evitar que la desaparecida revista Cambio publicara un artículo en el que denunciaba los casos de corrupción y abusos de poder del entonces vicefiscal Otálora.
Se habla también de interceptaciones telefónicas ilegales. Incluso, en mayo de 2006 Martí reporta la ocurrencia de un hecho de la mayor gravedad: “Informe sobre ofrecimiento de soborno de más de dos mil millones de pesos por recuperar la CPU de computadores capturados en Santa Marta y que contenía movimientos financieros de grupos armados”. Este escándalo de corrupción nunca trascendió a la prensa y nunca se supo si el hecho se investigó o si los aparentes funcionarios corruptos fueron procesados. Es muy probable que nunca se hubiera indagado porque está visto que el más corrupto de todos era el propio “Marito”.
Con semejante escándalo, la cabeza de Iguarán como fiscal no rodó. Los principales medios de comunicación de Bogotá coincidieron en que el ‘buenazo’ de “Marito” merecía otra oportunidad. Sólo tuvo que renunciar al cargo el vicefiscal “Cuchuco”.
Los procesos clave. Envalentonado por los halagos de la prensa y por la presión de la Corte Suprema de Justicia, Iguarán también se apuntó en la cruzada para llevar a la cárcel a los políticos que tuvieron nexos –reales o no- con los paramilitares. Eso estaba perfecto y los colombianos de bien aplaudieron esa purga en la clase política.
Lo que pasa es que “Marito” se prestó al juego de un amplio sector de la prensa para encarcelar, sin pruebas, a todo lo que oliera a uribismo. Así, ese suplicio lo sufrieron políticos de la talla de Mario Uribe, Álvaro Araújo Castro, Luis Humberto Gómez y Carlos García Orjuela.
Pero qué más se podía esperar si en una de las presentaciones de los informes de Arco Iris -que dirigen el terrorista perdonado León Valencia y la pesada y varonil Claudia López-, Iguarán dijo que se inclinaba reverente ante la contundencia de ese montón de mentiras y exageraciones.
DMG. Otro proceso importante que tuvo que capotear “Marito” estuvo relacionado con DMG, la pirámide financiera con la que el criminal David Murcia Guzmán, en poco más de tres años, estafó a miles de colombianos en unos cuatro billones de pesos.
Cuando estalló el escándalo, a finales de 2008, quedó en claro que los principales asesores de DMG eran, precisamente, los socios de Iguarán: Jaime Bernal Cuéllar y Jorge Armando Otálora. Es más, el periodista Guillermo Díaz Salamanca, que asesoró a DMG en la parte de manejo de medios de comunicación, aseguró públicamente que, en varias oportunidades, Iguarán le dijo que no temiera por la asesoría que estaba prestando toda vez que la mencionada captadora era legal. Al final, y como Iguarán no se podía meter con sus amigos y socios, sólo terminaron procesados David Murcia y dos o tres de sus colaboradores. Es decir, los cerebros de semejante estafa, los que le dieron forma legal, pasaron de agache ante la justicia.
Interceptaciones. En febrero de 2009, la revista Semana publicó un informe que aseguraba que desde el DAS se interceptaban los teléfonos de los opositores del gobierno de Uribe. Ni corto ni perezoso, Iguarán le metió el acelerador a la investigación y un día antes de terminar su gestión como fiscal mandó meter a la cárcel a por los menos una decena de funcionarios del DAS. El objetivo era muy claro: antes de irse, dejar al gobierno de Uribe como una empresa criminal que no les daba garantías a sus opositores y que, por el contrario, los perseguía ilegalmente. Un burro hablando de orejas: Iguarán investigando “chuzadas” pese a que el informe del brujo Martí daba cuenta de que esa práctica era normal en su Fiscalía.
Persecución a los militares. No hay duda alguna en cuanto a que la Fiscalía General de la Nación, en cabeza de Mario Iguarán, lideró la persecución infame contra el Ejército nacional, usando toda clase de triquiñuelas, hasta la compra descarada de testigos, o su suplantación.
“Marito”, le ganó en esto a la mafiosa gestión de Gómez Méndez.
Este portal ha informado ampliamente las irregularidades con que fueron procesados los uniformados que recuperaron el Palacio de Justicia en 1985. En la Unidad Nacional de Derechos Humanos, Iguarán le dio luz verde a su coordinadora, Sandra Castro, para que empapelara a todo lo que se le pareciera al Ejército.
De igual manera, se hizo el de la vista gorda con las acciones criminales de la Fiscal Ángela María Buitrago quien, junto a la juez Jara, avalaron testigos falsos como Tirso Sáenz, y suplantaron a otro: Edgar Villamizar Espinel, sobre cuyo testimonio –falso hasta en la firma- condenaron al coronel Plazas Vega a 30 años de prisión.
“Marito”, en cambio, nunca se metió con la guerrilla.
Si bien en 2008 la Fiscalía compulsó copias para que la Corte Suprema de Justicia investigara a la ex senadora Piedad Córdoba (alias “Teodora Bolívar” y “Gaitán”) por sus probados nexos con las Farc, un año después -marzo de 2009- Iguarán asistió a un homenaje que le hicieron en un club bogotano a esta defensora y aliada de la guerrilla.
Embajador en Egipto. Terminada su desastrosa gestión como fiscal general, el oscuro Iguarán se dio a la tarea de hacerse, a como diera lugar, a un puesto en la diplomacia. Aunque este sujeto -que para ese momento ya era conocido en el mundo gay con el remoquete de “Carlota”- era sabedor del desprecio que por él sentía el entonces presidente Uribe, empezó a presionar a través de algunos medios de comunicación para que le dieran una embajada.
Al final se le designó en la de Colombia en Egipto. Lástima que le dieron esa sede diplomática, pero más lastimoso aún es que no lo hubieran mandado para otra más lejos. Suponemos –y es solamente eso: una suposición- que “Carlota” debe gozar de lo lindo si es cierta la reputación de los árabes.
Allá, por ejemplo, ya recibió la visita del misógino Rodrigo Barrera. Según fuentes consultadas, la agenda de Iguarán en El Cairo es muy apretada por el “agitado intercambio comercial” que tiene nuestro país con Egipto. Debe ser un chiste.
Y otra mala noticia para Colombia: “Carlota” estará de regreso pronto en Colombia con el propósito del lanzamiento de su campaña para las elecciones presidenciales de 2014.
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