DANIEL SAMPER Y LOS LÍMITES DE LA LIBERTAD DE PRENSA

Me coloco del lado del expresidente Álvaro Uribe en esta pelea, como en tantas otras lo he acompañado, pero seguiré criticándole que haya alimentado, y lo siga haciendo, la ideología progresista que es de dónde han surgido sus verdugos. Todos esos “angelinos” que hoy lo destrozan fueron beneficiarios de su generosidad

Daniel Samper, Claudia López y Angelica Lozano

Daniel Samper y los límites de la libertad de prensa

Me coloco del lado del expresidente Álvaro Uribe en esta pelea, como en tantas otras lo he acompañado, pero seguiré criticándole que haya alimentado, y lo siga haciendo, la ideología progresista que es de dónde han surgido sus verdugos. Todos esos “angelinos” que hoy lo destrozan fueron beneficiarios de su generosidad

Ricardo Puentes Melo

Por Ricardo Puentes Melo
Julio 17 de 2017
@ricardopuentesm
Ricardopuentes@periodismosinfronteras.com

Recientemente fui invitado a un debate en NTN24 sobre la supuesta persecución de Donald Trump contra los medios de comunicación en Estados Unidos. Allí manifesté que Trump había soportado durante meses los ataques de los medios progresistas -que son la inmensa mayoría- con mentiras, llamados a asesinarlo y burlas crueles por su aspecto físico, su familia. Incluso en esos ataques se vieron envueltos varios periodistas de Colombia que se abalanzaron sobre Trump y su familia desde el día de la posesión. Vanessa de la Torre llegó a llamar “puta” a la esposa del presidente norteamericano, Melanie Trump.

Por ello, dije en ese programa, el hecho de que Trump haya retrinado un gracioso video donde él se ve liado a golpes con un luchador a quien los artistas digitales le cambiaron su rostro por un logo de CNN, no es un ataque de Trump contra los medios; es una defensa contra una poderosa horda de activistas que disfrazan su agenda bajo el noble oficio del periodismo.

Ver el debate sobre Trump y la prensa acá

Durante muchos años, más de 10, un grupo de periodistas se ha dedicado religiosamente a acusar impunemente a Uribe de ser paramilitar, asesino, sicario, narcotraficante, motosierrero, ladrón, traficante de influencias, chuzador de comunicaciones, y varias cosas más. De nada ha valido que Uribe responda una y otra vez que él no es nada de eso; de nada ha valido que Uribe pida pruebas de esas aseveraciones criminales. Los periodistas se han escudado -y lo siguen haciendo- en el derecho a la libertad de prensa para, desde esas trincheras que deberían servir a la verdad, disparar cual francotiradores contra quien, por razones diversas, no puede o no debería defenderse porque, si lo hiciera, como Trump o como Uribe, de inmediato la aplanadora mediática llegaría para aplastar al osado bajo la bandera altruista de la libertad de expresión.

Es cierto. La libertad de expresión abarca las opiniones que se puedan tener sobre determinado suceso o personaje. Y si el personaje es público, debe estar sujeto a que los periodistas -los verdaderos- esculquen en su vida -privada, incluso, si es pertinente- y saquen a la luz los secretos de figuras que lideran un país o que son símbolo y ejemplo de rectitud y moral para nuevas y viejas generaciones. Eso abarca el oficio del periodista y nunca debe coartarse esa libertad.

Pedro Vaca Villarreal, Director Ejecutivo de FLIP, ha guardado silencio frente a ataques contra periodistas perseguidos por el régimen de Santos y las FARC. Ahora sale a defender a un publicador de pornografía

Pero cuando esa libertad es usada como arma de guerra, desinformadora y parte estratégica de intereses criminales que siguen luchando para apoderarse de una nación, y cuando esto es sumado al hecho de que esos periodistas tienen a su favor al poder inmenso de multimillonarios medios de comunicación, el papel de la prensa y el verdadero significado de lo que es la “libertad de prensa”, debería ser puesto en la mesa de debate.

Álvaro Uribe tiene denunciado, por ejemplo, al periodista Daniel Coronell por una serie de señalamientos que el comunicador le hizo al ex presidente acusándolo abierta y directamente de haber cometido varios delitos, sin más pruebas que las sentencias judiciales proferidas contra varios de los miembros del equipo de gobierno de Uribe. Pero esos procesos judiciales no avanzan. Y no avanzan porque, como lo hemos denunciado desde acá, la agenda progresista no solo tiene cooptado el poder de los medios, sino también la justicia, la educación, las organizaciones sociales.

Hace un par de días, el ex presidente Álvaro Uribe, cansado de los ataques inmisericordes de Daniel Samper Ospina contra él y su familia (ataques que religiosamente suceden casi a diario) decidió publicar un trino llamando a Samper “violador de niños”.

Daniel Samper Ospina e Iván Duque

Daniel Samper Ospina, sobrino de Ernesto Samper, elegido como presidente con dineros de la mafia, e hijo de Daniel Samper Pizano, también señalado periodista de tener esos vínculos y, según Héctor Echeverri, de haber sido cómplice del asesinato de Gloria Lara de Echeverri, su esposa, usa su columna de humor en la revista Semana, su cuenta de Twitter y su canal de YouTube para ofender sin piedad, no solo a Uribe, sino a personajes que él y sus compañeros de gremio consideran retardatarios y sectarios, como el caso del ex procurador Alejandro Ordóñez, defensor de la ley, de la institución de la familia y de los valores morales de la nación. También, Samper ha hecho objeto de sus ataques a millones de colombianos que viven en Antioquia, a quienes cariñosamente llamamos “paisas”. Samper los ha ofendido, se ha burlado del amor por su terruño, de sus costumbres, de sus madres, hijos y familia, y los periodistas que lo apoyan hoy, jamás le han reprochado su extraño sentido del humor.

Daniel Samper, miembro de un grupillo de lumbreras del espectáculo y del jet set colombiano, adictos y hambrientos de experiencias sexuales extremas, ha usado la revista Soho para canalizar sus perversiones -a las cuales tiene derecho como persona adulta. Lo grave de esto no es que haya desnudado mujeres y hombres en sus páginas -eso es legítimo- sino que desnudó jovencitas de 14, 15 y 16 años, y desvistió muchachitos de las mismas edades que posaron en fotografías junto a adultos que parecían disfrutar de la pedofilia.

Salvo voces aisladas, como la del entonces Procurador Alejandro Ordóñez, nadie dijo nada. Nadie protestó por este abuso sexual contra menores de edad, nadie se atrevió a acusar a Samper y a la revista Soho, que pertenece al grupo de Semana, de prostitución infantil. Por el contrario, ante la protesta de Ordóñez, los grandes medios de comunicación cerraron filas en torno a Daniel Samper y llamaron “arte” a sus fotos de abuso infantil.

Esos mismos medios salieron hoy a protestar firmando una carta porque Álvaro Uribe, cansado de la virulencia enfermiza de Samper, lo llamó “violador de niños”. Carta que firma Vanessa de la Torre, que llamó “puta” a la esposa del presidente Donald Trump; al igual que Félix de Bedout, acusado por un conocido ex congresista, de disfrutar sexualmente de muchachitos pobres. (Ver La carta de los periodistas a Uribe por el trino contra Daniel Samper )

Ahora, ¿exageró el ex presidente Álvaro Uribe en llamar “violador de niños” a Daniel Samper? Yo creo que fue una respuesta fuerte, pero fue una defensa tan justa y válida ante ataques peores del comunicador que, durante años y años, horadaron la honra del ex mandatario y su familia con epítetos tan reiterativos como injuriosos y nunca probados.

El cuestionado trino de Uribe refiriéndose a Daniel Samper

Daniel Samper, incluso si hubiera tenido relaciones sexuales con niñas de 14 años, no incurrió en el delito de violación de menores, puesto que la edad del consentimiento sexual en Colombia es a los 14 años, conforme a los artículos 9, 10, 11, 12, 208 y 209 de la ley 599 de 2000 (Código Penal vigente). Pero ese consentimiento sexual es válido siempre y cuando no medie en él la violencia, la prostitución, ni la pornografía. Dice la ley que la pareja del adolescente, no podrá tomar fotografías ni realizar vídeos íntimos donde aparezca el menor de 18 años (Artículo 218 de la ley 599 del 2000). Otra cosa diferente sería si esas revistas hubieran sido enviadas a Estados Unidos, donde publicar fotos de menores desnudos sí es delito.

Ahora, faltaría esclarecer si esas fotografías que Daniel Samper le enviaba a Julio Sánchez Cristo (“mi mentor”, como lo llama Samper) incluyen ese tipo de imágenes explícitas. Porque, es fácil suponer que las fotografías que le envió Samper a Julio Sánchez deben contener escenas mucho más fuertes que los simples desnudos que fueron publicados en Soho. ¿Qué clase de fotografías serán esas? La justicia debe determinarlo.

No creo que Álvaro Uribe haya atacado la libertad de prensa, como tampoco creo que Trump lo haya hecho acá en Estados Unidos. Es la legítima defensa ante la enormidad del poder de los medios que, en muchos de los casos, han sido cómplices activos del terrorismo y la criminalidad, como es el caso de varios de los medios representados por los 55 firmantes que salieron todos a una, como en Fuenteovejuna, a defender al pervertido Daniel que pensaba, hasta hoy, que un peso pesado como Álvaro Uribe iba a seguir soportando las infamias de estos periodistas que ya están viendo cómo se derrumba su sucia tramoya armada bajo las banderas sagradas del periodismo verdadero.

La carta de los 55 periodistas protestando en defensa de Daniel Samper

Ni los 55 periodistas firmantes (salvo un par de excepciones), ni organizaciones defensoras de la libertad de prensa, como la FLIP o la CPJ salieron a protestar por el atentado contra la vida del periodista Fernando Londoño, ni contra el retiro del esquema de seguridad del periodista Cervantes (por parte de Andrés Villamizar) que resultó asesinado. Tampoco dijeron nada frente a la persecución despiadada de la cual fui objeto por haber descubierto el montaje judicial y mediático contra el Coronel Alfonso Plazas Vega por los hechos del Palacio de Justicia. No musitaron palabra cuando Andrés Villamizar, alto funcionario del gobierno de Santos, me acusó de haber cometido abuso sexual contra mis propios hijos; no lo instaron a mostrar las pruebas, no hubo ni una nota privada de protesta. Por el contrario, tal y como el mismo Villamizar lo manifestó bajo juramento, la FLIP lo apoyó en sus ataques contra mí. Por supuesto, tampoco jamás recibí apoyo del Centro Democrático frente a esa persecución, salvo las defensas personales -que agradezco- de María Fernanda Cabal y el mismo Uribe cuando un dirigente de la FLIP me atacó directamente llamándome sicario.

Con eso claro, de que mis lealtades no son sobornables ni comprables, me coloco del lado del ex presidente Álvaro Uribe en esta pelea, como en tantas otras que lo he acompañado, pero seguiré criticándole que haya alimentado, y lo siga haciendo, la ideología progresista que es de dónde han brotado sus verdugos. Todos esos “angelinos” que hoy lo destrozan fueron beneficiarios de su generosidad mientras que sus verdaderos y sinceros aliados hemos sido desplazados, olvidados, perseguidos e injuriados por quienes hoy siguen fingiendo defenderlo pero que muy pronto, como lo muestra la evidencia, abandonarán su disfraz de democracia para sumarse a la caterva de izquierdistas que se han beneficiado de él pero que no dudarán en apuñalarlo cuando llegue el momento. Se lo he dicho de todas las formas.

Uribe le dio recursos millonarios a la izquierda, contratos, apoyos. Pero a la derecha, que es la ideología del libre mercado, la defensa de la propiedad privada y la libertad de expresión, nada. Ni una emisora, ni un medio.

Ojalá Álvaro Uribe reaccione y entienda que la pelea no es solamente contra las FARC y el ELN sino contra la ideología que patrocina y gobierna esas bandas terroristas. Llámense comunismo, chavismo, Tercera Vía, socialismo, estado comunitario, ideología naranja o progresismo, son pulgas de la misma perra.

 

Comentarios

Loading Disqus Comments ...
Loading Facebook Comments ...

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *