EL SILENCIO DE FRANCISCO SANTOS
No sólo le aconsejo a Pacho Santos que no abandone el Centro Democrático, sino que le ruego que tome su liderazgo ganado pulcramente. Si Zuluaga no llegase a renunciar a su candidatura, Francisco Santos debería seguir luchando por los ideales uribistas dentro del mismo uribismo
El silencio de Francisco Santos
El presidente Uribe trató de mediar varias veces. Insistió en respetar el acuerdo de los tres candidatos de ir a consulta, pero la insistencia de María del Rosario Guerra venció la resistencia de Álvaro Uribe
Por Ricardo Puentes Melo
Noviembre 5 de 2013
Increíblemente, por estos días no han faltado quiénes se atreven a sugerir que soy apátrida y antiuribista. Señores: ni lo uno ni lo otro.
La razón de los virulentos ataques es la misma que movió a que hace cuatro años los turiferarios santistas (ver http://www.
Pero ese asunto lo dejaremos para después. Hoy quiero hacerle un reconocimiento a Francisco Santos Calderón, a su amor por la patria y a su ingenuidad, esa que lo llevó a creer en una reglas de juego que puso y controló Óscar Iván Zuluaga junto con sus asesores Fabio Valencia Cossio (quien hiciera pactos secretos con las Farc para hacerse elegir presidente), Fabio Echeverri Correa y, evidentemente, la ex ministra María del Rosario Guerra y su hermano “Joselito” Guerra, célebre ex congresista vinculado al proceso 8.000.
Los cuatro lograron incluir en esa precandidatura a importantísimos prohombres, carentes de tacha alguna para darle al proyecto ese aire de limpieza que necesitaba urgentemente tal amalgama y así atraer a su filas a quienes aún piensan que Zuluaga será muy distinto a Juan Manuel Santos, con quien está unido por mucho más que una camaradería ministerial.
La verdad pura y clara es que el proceso de elección del candidato uribista mediante una convención estaba especialmente diseñado para que el ganador resultara ser Zuluaga. No es que hubiera fraude en las votaciones, sino que el mecanismo de la convención fue aceitado y manipulado por Zuluaga, Valencia y Echeverri para que produjera los resultados que al final se dieron. Y la ex ministra María del Rosario Guerra, quien apoya a Zuluaga, se encargaría de sacar adelante la convención.
La ingenuidad de Francisco Santos fue de la misma clase de quienes lo apoyamos. Él pensó –como pensamos muchos- que el Centro Democrático no era lo que el resto de partidos políticos en Colombia: un mero instrumento, un juguete que utilizan los mercaderes para llegar al control político y facilitar sus transacciones, aún por encima de los intereses de la patria.
Pacho Santos llegó a la convención con sus dudas. Él no sugirió candidatos para el Senado ni la Cámara, ni tampoco vio importante integrar el
Comité Político con alguien de su confianza para defender sus candidatos (que nunca propuso). Gran error, ya que María del Rosario Guerra sí lo hizo armando la lista a su acomodo y dejando solamente los candidatos que, como José Obdulio Gaviria, eran inamovibles por orden del mismo Uribe Vélez. A Pacho ya le habían informado también lo que Zuluaga y la ex ministra María del Rosario Guerra estaban haciendo en las regionales del UCD; ya sabía que le habían quitado varias de esas y que la armada de la lista de invitados se había hecho para favorecer a Zuluaga.
Se denunció que a Regionales con mayoría ‘pachista’, como la de Urabá, se les había prohibido venir. Se perdieron acreditaciones de gente de Pacho Santos, se vio a la secretaria de Zuluaga expidiendo acreditaciones a diestra y siniestra. Y otra serie de irregularidades –como la de las acreditaciones dobles con derecho a doble voto– a las que Uribe tuvo que poner remedio.
El presidente Uribe trató de mediar varias veces. Insistió en respetar el acuerdo de los tres candidatos de ir a consulta, pero la insistencia de María del Rosario Guerra venció la resistencia de Álvaro Uribe. Fabio Valencia Cossio fue el encargado de llamar a Francisco Santos para informarle que, por decisión de “mayoría”, el mecanismo sería la Convención. Pacho Santos protestó por el cambio de reglas sin consultarle y quiso retirarse de la puja, pero Uribe Vélez lo convenció de participar en el proceso. Y Pacho aceptó.
Pero lo que pasó, pasó. Lo que duele de esto es que el Centro Democrático apunta a convertirse en otro Partido de la U; lo que quema el alma es que quienes soñamos con un Partido limpio de mañas y movidas chuecas, ese día de la convención fuimos regresados a la realidad a puro tablazo limpio en nuestras espaldas. El mensaje fue claro: acá seguirán haciendo de las suyas Fabio Valencia Cossio, Fabio Echeverri Correa y Oscar Iván Zuluaga y, por supuesto, Joselito Guerra, hermano de María del Rosario Guerra, y untado hasta el cuello con el proceso 8.000.
Triste también ver que jóvenes que llegaron al movimiento creyendo en las mismas estupideces que yo –y me refiero a política limpia, que diera prioridad a los ideales por encima de los negocios, y que privilegiara valores como la valentía y la honestidad por sobre la mezquindad del clientelismo y las relaciones samperistas con la mafia– tuvieron su primera gran decepción en esto que algunos dan en llamar “Alta Política”.
¿Alta Política..? ¡Un cuerno..! Lo que algunos, como Fabio Valencia Cossio, quieren hacer con el Centro Democrático, la última esperanza de Colombia, es otro Partido más de manzanillos y burócratas alimentados con el combustible de la corrupción, las componendas y el dinero del narcotráfico manchado de sangre, ya sea de terroristas de las FARC o de sus símiles del Cartel de Cali, porque da igual.
Admiré de Francisco Santos esa ingenuidad, la misma que lo llevó a aceptar esas reglas de juego viciadas con la fútil ilusión de que un milagro enderezaría las cosas. Esa ausencia de malicia que lo llevó a aceptar que había ido a reuniones de masones y a asumir su amistad con el nefasto Carlos Franco, fue el mismo candor que lo llevó a hacer propuestas audaces para el país, con propósitos de cambio profundo y no de maquillar la peste.
Al principio desconfié de Pacho Santos por el simple hecho de su apellido. Pero al escucharlo en cada intervención y ver su cercanía con el colombiano de alpargatas me convenció definitivamente de que él era la solución para la hecatombe. Conmovía ver como rusos, jornaleros, vivanderas, mucamas, poetas, oficinistas, campesinos, microempresarios, desposeídos, víctimas del terrorismo, soldados mutilados, viudas y huérfanos de la violencia se le abalanzaban encima para rogar por sus necesidades. Y muchas veces vi como a Pacho se le escapaban las lágrimas por el sufrimiento de los despojados.
Pacho también probó su lealtad, no solamente con Uribe sino con quien encontró propósitos comunes: José Obdulio Gaviria. Porque José Obdulio, hay que decirlo, es el gestor de esto que estamos viviendo hoy. Fue él quien desde la Fundación Centro de Pensamiento Primero Colombia entendió la necesidad de que el ex presidente Uribe regresara a la política activa; fue él quien nos llevó a proponerle a Uribe que se lanzara al Senado desde un nuevo movimiento político (aún en contra de Zuluaga, quien quería llevarse a Uribe para la U), y fue José Obdulio quien con paciencia y fe de carbonero logró concretar todo esto que vivimos hoy. Francisco Santos se lo reconoció echándose al hombro la tarea de defender al gran José O., a quien la historia le reconocerá su monumental contribución al país colocándolo junto a Álvaro Uribe Vélez.
Pacho Santos era mi candidato. Nunca eso fue un misterio. Y debo advertir que mi militancia no fue a sueldo, como jamás lo ha sido mi militancia uribista. Mi independencia de criterio me ha llevado a ganarme enemigos, pero también a conseguir grandes y verdaderos amigos. Nunca he escrito editoriales a cambio de tamales ni prebendas, ni mis amigos me han pedido que opine en favor o en contra de tal o cual causa. No sé moverme en ese clientelismo burócrata que llaman “Alta Política”, ni tampoco me interesa aprender a hacerlo. Y eso fue lo que también vi en Francisco Santos, como antes lo había visto en José Obdulio Gaviria, y en patriotas como Fernando Londoño Hoyos, Harold Bedoya Pizarro y Andrés Felipe Arias, entre otros.
Por ello, el silencio autoimpuesto de Francisco Santos durante un mes es respetable; igualmente el silencio de sus twitteros, como @AngelaZuluagaT, quien defiende su posición así: “(Con mi silencio quiero) acompañar a Pacho en su silencio, al hombre que demostró que sí se puede hacer política de forma limpia y sin maquinarias, acompañar al hombre que nos dio la esperanza de salir de esto en que nos tiene JMS. Ahora es incertidumbre”.
¿Qué le aconsejaría yo a Francisco Santos? Que se trague ese sapo. Que haga de tripas corazón y no se vaya del Centro Democrático. Que acompañe este proceso con el propósito de limpiar la casa de esas prácticas impúdicas. Que no nos deje tirados a quienes creemos que puede hacerse política limpia, sin mezquindad ni piratería, sin necesidad de tener amigos o compinches criminales.
No sólo le aconsejo a Pacho Santos que no abandone el Centro Democrático, sino le ruego que tome su liderazgo ganado pulcramente. Si Zuluaga no llegase a renunciar a su candidatura (que debería hacerlo por sus nexos con hampones y narcos de Caldas que ni el presidente Uribe ni el ex ministro Londoño conocen), Francisco Santos debería seguir luchando por los ideales uribistas dentro del mismo uribismo.
No haga caso, doctor Francisco, de los cantos de sirena que le entona Vargas Lleras para que se una a su proyecto político. Aunque se sabe que en una casi segura candidatura presidencial de Vargas barrería el piso con Zuluaga, su deber, doctor Francisco, es seguir sirviendo de referente para las jóvenes generaciones que vieron en usted una posibilidad real de cambio. Y recuerde también que usted está comprometido con quienes a pesar de las canas seguimos siendo pendejamente idealistas, sin historiales de traiciones y sin agazajos de los Rodríguez Orejuela.
Es lo único y lo último que diré de la convención del Centro Democrático advirtiendo, eso sí, que soy uribista, pero no de la clase de quienes se arrastran para pertenecer al séquito del gran jefe, sino de aquellos convencidos, seducidos por el sueño de que una Colombia mejor es posible, ganados por el liderazgo combativo y no arrodillado del mejor presidente de Colombia en toda su historia.
Colofón: A quienes malévola y mentirosamente quieren señalarme de acusar al ex ministro Fernando Londoño de ser parte de la trama zuluaguista, les diré que no hay tal, ni semejante idea ha cruzado nunca por mi mente. Al doctor Fernando Londoño lo admiro y respeto profundamente y le reconozco por poseer una limpieza y rectitud proverbiales. El sería incapaz de una bajeza de ese estilo. El hecho de que apoye a Oscar Iván Zuluaga no significa nada, como tampoco significa nada que el ex presidente Álvaro Uribe también lo haga; ni más faltaba..!. Sinceramente confío en que ellos verán algún día quiénes son en realidad Zuluaga, Joselito Guerra, Valencia Cossio.. igual que tuvieron que ver a destiempo quiénes eran Juan Manuel Santos, Gabriel Silva y Oscar Naranjo, entre muchos otros que se agazaparon en el uribismo para contaminarlo.
@ricardopuentesm
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