SE POSESIONA DUQUE, EL CANDIDATO DE CASTRO. TODO ESTÁ CONSUMADO
Vendrán otros años más que Colombia sufrirá por no habernos escuchado cuando advertimos las mismas cosas sobre Santos. Fueron ocho años llenos de luchas y, lo más doloroso, traiciones y puñaladas de quienes yo consideraba amigos. Pero así es la vida, y así es este noble oficio como periodista y defensor de la verdad
Se posesiona Duque, el candidato de Castro. Todo está consumado
Vendrán otros años más que Colombia sufrirá por no habernos escuchado cuando advertimos las mismas cosas sobre Santos. Fueron ocho años llenos de luchas y, lo más doloroso, traiciones y puñaladas de quienes yo consideraba amigos. Pero así es la vida, y así es este noble oficio como periodista y defensor de la verdad
Por Ricardo Puentes Melo
Agosto 6 de 2018
@ricardopuentesm
Yo siempre me opuse firmemente a la tesis de un par de amigos míos, hoy en el uribismo, acerca de que Álvaro Uribe era un hombre de ideología de izquierda. Creía que su apoyo a miembros del Partido comunista y a reconocidos terroristas (algunos de los cuales militan en el uribismo), a quienes financió generosamente mientras dejaba abandonados a su suerte a hombres más de derecha que terminaron en la cárcel o muertos, se debía más al “corazón grande” de Uribe, a una natural inclinación a creer que todo el mundo es bueno, y a una ingenuidad proverbial que lo hacía rodearse de siniestros personajes de izquierda que le hablaban al oído y le hacían cometer los terribles ataques contra nuestro glorioso Ejército Nacional, al que privó del Fuero Militar entregándolo a manos de los Fiscales Mario Iguarán y Vivian Morales (hoy en la alianza con Iván Duque), para terminar de aplastarlo.
En septiembre de 2016 publiqué una nota donde contaba que, a pesar de que Castro no estaba de acuerdo con el plebiscito, porque le parecía que podría perderse, finalmente, y con las explicaciones que le dio Santos, Cuba aprobó que se realizara el plebiscito donde el 2 de octubre se les preguntaba a los colombianos si querían o no seguir adelante con los diálogos de La Habana. (Leer acá)
Contra todo lo previsto, el resultado de la votación confirmó los temores de Castro. Santos, las FARC y sus aliados perdieron el plebiscito. La mayoría de los colombianos repudiaron ese acuerdo criminal y la victoria del NO fue indiscutible. El 3 de octubre, Iván Duque, vocero del Centro Democrático para el tema del plebiscito, solicitó reunión con Santos para tratar vaya uno a saber qué cosas.
En un artículo del 4 de octubre, extrañado del silencio de Uribe y el Centro Democrático, publiqué pidiendo que se actuara, se pidiera la renuncia de Santos inmediatamente y se hiciera añicos ese acuerdo, sin concesiones, y sin tomaditas de tinto con Santos. (Leer acá)
Palabras premonitorias. Ese mismo día, el expresidente Andrés Pastrana anunció que iría a la Casa de Nariño a tomar tinto con Santos, en representación del NO. Y Uribe, en llamada telefónica, también anunció que se reuniría con Santos. El 6 de octubre de 2016, Martín Santos (hijo de Juan Manuel Santos) escribió en Twitter haciendo un llamado a los del NO, para que el proceso con las FARC no se acabara. Tomás Uribe (hijo de Álvaro Uribe) le respondió el trino y dijo: “La única que pierde es Colombia, si no trabajamos unidos” Y Martín le respondió: “¿Tinto?”. Y cuadraron la cita para la cosa.
Yo vi muy enredado a Uribe y los del Centro Democrático con esa victoria. Incluso, días antes de la votación, el expresidente había anunciado su retiro de la vida política. La victoria del NO lo puso en problemas y el CD tuvo que inventarse mil triquiñuelas para entregar esa victoria sin que los colombianos se percataran de ello. Vino la gran avalancha mediática engrandeciendo el noble corazón de Uribe, satanizando al gerente de la campaña del No y asumiendo la representación de los antiFARC, ignorando que este triunfo había tenido muchísimos líderes, como Alejandro Ordóñez, de quien empezaron a tomar distancia. Pero Ordóñez había tomado la pésima decisión de nombrar como su vocero a Rafael Guarín, enemigo del ejército, viceministro de Defensa del gobierno de Santos, uno de los que se encargaron de inscribir al Partido Liberal en la Internacional Socialista, compa de Duque en la Fundación Buen Gobierno.
Tan pronto como esa misma semana del plebiscito, se organizaron reuniones con los negociadores de La Habana, mientras los medios, también asumiendo abusivamente uno vocería de la sociedad civil, clamaban por un acuerdo entre los del No y los del Sí para continuar adelante con los pactos entre bandidos. Se convocaron marchas, entrevistas, se humilló públicamente a Juan Carlos Vélez con la anuencia del CD y poco a poco fueron vendiendo a los colombianos la idea de que esa victoria sobre las FARC había sido una llena de trampas y delitos.
El 23 de octubre estuve en Miami, en una reunión con Uribe, Marco Rubio, Ileana Ros Lehtinen y el representante Curbelo. Allí le volví a pedir que se defendiera el triunfo del NO y se exigiera la renuncia de Santos. Él contestó que ya se había comprometido con Santos a hacer unas mejoras a los acuerdos de La Habana. Le repliqué asegurando que Santos, un mentiroso y un traidor consumado, jamás iba a cumplir nada, y que los colombianos estaban esperando que no se traicionara ese triunfo con tomaditas de tinto en Palacio. Uribe volvió a decir que iba a respetar su palabra de no apoyar la terminación de los diálogos con FARC, sino de hacerle unas “mejoras”. En ese momento tuve la certeza meridiana de que ya nos habían vendido.
En noviembre 10 publiqué mi primer artículo sobre Duque. Había sido muy extraño el protagonismo que Uribe le daba a este joven mozalbete, discípulo de Santos, ex miembro de la Fundación Buen Gobierno, y uno de los tramposos que ayudaron a Juan Manuel Santos, de ministro, a hacer sus trampas y robos al erario. Advertí que Duque era de izquierda, que se había reunido en secreto (junto a Ernesto Macías y Honorio Henríquez) con Fernando Carrillo, “el camarero de Pablo Escobar” y ficha del M19, con el propósito de negociar el apoyo de la bancada del CD a sus aspiraciones como Procurador General. Toda esa engañifa buscaba visibilizar a Duque y perfilarlo como un gran líder. El premio de la Revista Semana a Duque -como líder político-, en la segunda semana de noviembre fue el siguiente paso en la escalada de desgracias que tenían preparadas para Colombia. (Leer acá)
El noviembre 12, Uribe se reúne con Juan Manuel Santos en Rionegro, cerca de la casa del primero. Hablaron en secreto y nunca se supo qué pactaron. Días después volvieron a reunirse en el Vaticano, con el Papa Francisco buscando, posiblemente, que el pueblo colombiano -católico en su mayoría- viera esto como una bendición de Dios a los pactos con los terroristas habaneros. (Leer acá)
Desde octubre, hubo artículos de Lia Fowler y Eduardo Mackenzie denunciando el izquierdismo de Duque, quien se vino lanza en ristre contra Periodismo Sin Fronteras llamándonos con toda suerte de epítetos degradantes. En una conversación con Luigi Echeverri, él me dijo que la idea de apoyar a Fernando Carrillo como Procurador, había sido una orden del mismo Álvaro Uribe. Lo curioso es que la reunión del Papa con Santos y Uribe fue, precisamente, organizada y sacada adelante por Fernando Carrillo.
El tema de Duque se tocó tanto en esos días, que, para su fortuna, extraña y convenientemente fue opacado un tiempo por el escándalo de las revelaciones de Julián Quintana sobre cómo la Fiscalía y el gobierno de Santos infiltraron la campaña de Zuluaga-CD (Leer acá).
La izquierda salió a alabar a Iván Duque. Personajes como León Valencia, Rodrigo Uprimny, Ernesto Samper, César Gaviria, Claudia López, Jorge Robledo, y medios como la revista Semana y las cadenas radiales, instrumentos de Juan Manuel Santos, lo invitaban y se deshacían en elogios hacia el precandidato y no cesaban de enaltecer sus “virtudes”. Hasta los cabecillas de las FARC, Santrich y Márquez dijeron que votarían por él.
José Obdulio Gaviria saltó a dar declaraciones públicas asegurando que yo estaba mal de la cabeza, pero el primo de Pablo no pudo ocultar la verdad durante mucho tiempo. Pronto se fueron descubriendo y publicando más cosas sobre Duque. Pero Uribe estaba empeñado en sacar adelante esa candidatura. Las horas uribistas, pagas con dinero de Fabio Echeverri, se dedicaron a atacarme día y noche, con injurias, insultos y amenazas. (Leer acá)
En abril 1 de 2017 hubo una marcha apoteósica en contra de las FARC y los acuerdos de La Habana. La convocó Alejandro Ordóñez y los sectores cristianos, como el comandado por el concejal Marco Fidel Ramírez. Pero el Centro Democrático se apropió de la marcha y vetaron a Alejandro Ordóñez. Fue otra oportunidad perdida para pedir la renuncia de Santos. (Leer acá)
Luego vino la convención del Centro Democrático, en mayo 6, a la cual se invitó a quien fuera cabecilla de las FARC, Angelino Garzón. En la convención tenían planeado ovacionarlo y proclamarlo como precandidato del CD. En Periodismo Sin Fronteras lo denunciamos, y también denunciamos que no se había invitado a Alejandro Ordóñez a esa importante reunión. Allí se lució Rafael Nieto estrenando su precandidatura. Fernando Londoño reiteró su opinión de que había que hacer trizas los acuerdos con las FARC, y Ordóñez llamó la atención sobre el hecho de que los congresistas del Centro Democrático estaban, con su inoperancia, pereza y complicidad, haciéndoles el trabajo a las FARC. (Lea sobre la convención del CD)
En junio vino la bomba de El Centro Andino y, de nuevo, la opinión se olvidó del tema Duque. En julio surgió el escándalo de la pelea entre Uribe y Daniel Samper (Uribe llamó “violador” a Samper, y las redes se centraron en apoyar o atacar a Uribe y Samper). Yo renuncié al partido en agosto 8, ya cansado de los ataques desde el interior del CD, con la bendición de los directivos. (Mi carta de renuncia)
Entretanto, el Centro Democrático fue armando las cosas para que el candidato finalista fuera Iván Duque. Inventaron encuestas patrocinadas por familiares y socios de Duque y Santos. Y finalmente salió triunfante el candidato naranja. Ese mismo día que Duque fue ungido como candidato oficial del Centro Democrático, Santiago Uribe fue dejado en libertad.
En febrero de 2017 fui condenado en un juicio ilegítimo, por mi labor investigativa que sacó a la luz el montaje contra el coronel Alfonso Plazas Vega. No hubo ni una nota de respaldo o protesta por parte del Centro Democrático. Dos o tres amigos de ese partido trinaron lánguidamente, y nada más. Me dejaron solo, como siempre. Se olvidaron de que toda la persecución en mi contra fue por mi labor defendiendo la democracia, defendiendo a Uribe, al Ejército, a Plazas Vega y a tantos y tantos uribistas abandonados a su suerte.
En ese mismo febrero publiqué sobre la historia de la relación de Iván Duque con Juan Manuel Santos. Luego alerté sobre el apoyo del CD a candidatos de ideología de género, y sobre el plan de la Fundación Buen Gobierno, desde 1997, para establecer definitivamente el comunismo en Colombia. En marzo de 2017 se votó la consulta donde se definiría el candidato de la “derecha”. Alejandro Ordóñez se había sumado a esa consulta, a pesar de que le advertimos que le harían trampa, igual que se la hicieron a Nieto. Y así sucedió. Duque fue elegido como el “candidato de la derecha”, para enfrentar al ultra enemigo de izquierda que, de común acuerdo, ya habían escogido e inflado: Gustavo Petro, un bandido del M19 (muchos de cuyos miembros forman parte del CD) que con toda seguridad no sumaba más de 400 mil votos, después de su pavorosa gestión al frente de la alcaldía de Bogotá, fue inflado para engañar a los votantes haciéndoles creer que Petro y Duque eran polos opuestos, cuando la verdad es que ambos son de izquierda.
El día de la consulta hubo una trampa tan vil como evidente y tosca. Hay videos de jurados de votación escondiendo los tarjetones. La registraduría y el consejo nacional electoral salieron a decir que la gente podía sacar fotocopias de los tarjetones y votar. Así se hizo. Tan burda fue la trampa, que hay tarjetones tomados de la registraduría donde, con tachones, se sumaban 100, 200 ó 300 votos para Duque. Los grandes beneficiados de ese fraude fueron Iván Duque y Gustavo Petro.
El resto, ya lo están viendo los que votaron por Duque, quien ha seleccionado un gabinete conformado en más de 90% por miembros de la izquierda, santistas y apoyadores de los acuerdos con las FARC. Personajes que los apoyaron, como el mismo Alejandro Ordóñez, Rafael Nieto, Alfonso Plazas y varios más, cuyos nombres eran aclamados para que se nombraran como ministros, fueron olvidados. Se les ofreció, a Ordóñez y a Nieto, unas embajadas para tenerlos lejos. Nieto rehusó, y Ordóñez posiblemente acepte el cargo en la OEA.
En este momento en que se escribe esta nota, tenemos los datos que confirman que Iván Duque, el flamante presidente puesto por los Castro, Santos, FARC y Uribe, es familiar cercano de un altísimo cabecilla de las FARC. También es familiar de un poderoso empresario que financió la campaña a favor de los acuerdos con las FARC.
El resto de la historia la seguiremos escribiendo desde Periodismo Sin Fronteras. Vendrán otros años más que Colombia sufrirá por no habernos escuchado cuando advertimos las mismas cosas sobre Juan Manuel Santos.
Fueron ocho años llenos de luchas y, lo más doloroso, traiciones y puñaladas de quienes yo consideraba amigos. Pero así es la vida, y así es este noble oficio como periodista y defensor de la verdad.
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